Adaptado del pódcast de Monica y Michael Berg: Sed Espiritual. Escúchalo y subscríbete aquí.
¿Qué es la felicidad? A veces la consideramos como una emoción, una sensación efímera que puede cambiar de un momento a otro. En otras ocasiones la vemos como una recompensa que experimentamos cuando logramos algo. Si obtengo un ascenso, si me caso, si pierdo peso… entonces seré feliz. Pero ¿cuánto dura?
La verdad es que estamos destinados a experimentar felicidad cada día, no solo cuando las cosas marchan bien o alcanzamos una meta. Cada persona está destinada a tener una vida con significado y plenitud duradera. Entonces ¿cómo la obtenemos?
He aquí tres pasos que puedes dar en este instante para obtener más felicidad:
1. Entiende la diferencia entre placer y felicidad. La razón por la que nos parece tan difícil encontrar la felicidad suele ser porque estamos persiguiendo el tipo de dicha equivocada. Buscamos cosas que nos hagan sentir bien: una comida deliciosa, un trabajo con un salario alto, una salida nocturna con amigos. Todas esas cosas son experiencias maravillosas que debemos disfrutar, pero el placer es momentáneo. En realidad solo experimentamos satisfacción a corto plazo y, como resultado, estamos permanentemente buscando nuestra siguiente “dosis”.
A diferencia del placer a corto plazo, la felicidad auténtica consiste en la plenitud duradera, no solo en divertirse y sentirse bien. Consiste en preguntarnos: “¿Cómo debería crecer? ¿Qué necesita mi alma?”.
Debes disfrutar el auto, el dinero y las experiencias que te dan placer, pero si las catalogas como la fuente de tu felicidad, te llevarás una decepción. Reconoce que el camino hacia la plenitud duradera es a través del crecimiento y la transformación, no fuentes externas.
2. Aduéñate de tu felicidad. A menudo creemos que la felicidad está basada en la suerte. Las cosas funcionan a nuestro favor y, por consiguiente, nos sentimos bien. Y cuando las cosas no marchan como queremos, nos entristecemos. Este tipo de pensamiento dispone nuestro bienestar como reacción ante las cosas que suceden en nuestro entorno, lo cual nos convierte en el efecto en lugar de la causa.
Nuestras circunstancias no crean nuestra felicidad, nosotros lo hacemos. Recuerda los momentos del año que consideras “felices”. Tu cumpleaños, las fiestas, tu aniversario. Tú has decidido que esos días serían felices y muy probablemente lo sean. Si elegimos ser felices en ciertos días, ¿por qué dudamos que podamos serlo todos los días del año?
La tristeza es indicador de lo que necesitamos cambiar. Es señal de que, de alguna manera, estamos desalineados con lo que estamos destinados a experimentar en este mundo. Saber que tenemos la capacidad de acceder a la felicidad que existe en nuestro interior es clave para desbloquear la plenitud duradera. Cuando nos apropiamos de nuestra felicidad, nos abrimos a las bendiciones del universo.
3. Encuentra una manera de compartir activamente con alguien EN ESTE INSTANTE. La sabiduría de la Kabbalah enseña que nuestro trabajo espiritual está diseñado para hacernos personas más dadoras, atentas y generosas. Este debe ser el foco de nuestra vida, y solo cuando actuamos conforme a éste, experimentaremos felicidad.
Hay veces en las que compartimos con los demás por obligación o culpa, y esto no nos da felicidad. Esto se debe a que la conciencia detrás de compartir es importante. Cuanto más compartamos cada día, más se volverá parte de nuestra naturaleza y más felices seremos como resultado.
La verdadera felicidad no es un galardón mítico que debemos perseguir eternamente. Tampoco es una breve explosión de alegría. Perseguir la felicidad en el futuro nunca nos hará felices en el presente. Tienes el poder de crear tu propia felicidad duradera y puedes comenzar ahora mismo.