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Tres maneras en las que la unidad puede surgir a partir del conflicto

Centro de Kabbalah
Octubre 29, 2018
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En nuestro trabajo espiritual escuchamos con mucha frecuencia que todos debemos ser uno. Desde luego, esto es cierto; sin unión verdadera, nada puede funcionar. Consideremos a nuestro cuerpo. Todos los órganos deben operar en perfecta armonía para mantenernos sanos.

"¿Cómo puede coexistir la unión y el conflicto?".

No obstante, los kabbalistas enseñan que en realidad hay dos fuerzas que deben operar a la misma vez a fin de crear armonía verdadera: la unión y el conflicto. Esto en principio parece una paradoja. ¿Cómo puede coexistir la unión y el conflicto? La verdad es que el conflicto es una oportunidad poderosa para transformarnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. Cuando abordamos el conflicto con la intención y la conciencia correctas, puede hacer que estemos todavía más unidos.

He aquí tres maneras en las que el conflicto puede unirnos:

1. El conflicto nos expone a nuevos puntos de vista.

Ya sea dentro de una compañía, una comunidad, una relación o la sociedad en general, el conflicto nos permite crecer. Nuestras opiniones opuestas y perspectivas diferentes pueden exponernos a nuevas ideas. Si solo nos rodeamos con personas que piensan y actúan del mismo modo que nosotros, tendremos una percepción muy limitada del mundo.

Estamos destinados a aprender los unos de los otros. Al estar ante otros puntos de vista, normalmente aprendemos algo invaluable sobre nosotros mismos y los demás. Ya sea que estemos de acuerdo con los demás o no, incluso reconocer que sus opiniones son válidas pueden abrirnos los ojos a nuevas posibilidades, apreciación y maneras de resolver los problemas. Por ejemplo, un buen jefe ejecutivo debe escuchar y atender las necesidades de sus empleados para que la compañía funcione apropiadamente.

Cuando nos tomamos el tiempo para escucharnos unos a otros, a pesar de nuestras diferencias, podemos funcionar juntos para emprender acciones y hacer cambios.

2. El conflicto nos enseña sobre nosotros mismos.

La mayoría de nosotros tiene dificultades con la confrontación de una manera u otra; ya sea que somos demasiado argumentativos o la evitamos por completo. A veces nos concentramos demasiado en demostrar que tenemos la razón. Discutimos o peleamos, y no estamos dispuestos a ver las cosas desde la perspectiva de otro, lo cual solo crea separación. Por otra parte, algunos de nosotros podríamos concentrarnos tanto en hacer que todos se lleven bien que reprimimos nuestras propias ideas y sentimientos con el fin de mantener la paz. Esto solo nos hace albergar odio y resentimiento. No podemos estar verdaderamente unificados si estamos reprimiendo estos aspectos importantes de nuestro ser.

La clave es encontrar una manera de expresar nuestras diferencias de una manera que siga siendo respetuosa, sincera y amorosa. Por ejemplo, quizá discutamos con nuestra pareja a veces, pero si no aprendemos a ser francos acerca de nuestros sentimientos y a ser sensibles a los suyos, la relación no puede sobrevivir. Se necesita comunicación, paciencia y amor sólidos. Es importante que evaluemos la forma en la que manejamos los conflictos para aprender sobre nosotros mismos y ver cómo podemos crecer gracias a ellos. El conflicto nos muestra las áreas de nosotros en las que todavía debemos trabajar. ¡Estar al tanto es la mitad de la batalla!

3. El conflicto nos motiva a ser más abiertos y receptivos.

enfrentamos a desacuerdos, nos vemos obligados a reevaluar nuestras propias opiniones y acciones. Tenemos la decisión de enfrentar este desacuerdo con receptividad o con testarudez inquebrantable. Elegir abrir nuestro corazón y nuestra mente para intentar conocer la perspectiva de alguien más es una acción maravillosa de compartir que puede revelar Luz en el mundo.

El conflicto es una oportunidad increíble para poner en práctica nuestro trabajo espiritual: ¿estamos siendo reactivos? ¿Estamos escuchando genuinamente a la otra persona? ¿Estamos dejando los prejuicios de lado? Cuanto más trabajemos en amarnos y aceptarnos mutuamente, más nos acercamos al Creador.

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Tal como dice Karen Berg: “Estamos destinados a ser muchos, pero a estar unidos como uno solo”. Es hermoso que nuestro mundo esté lleno de individuos diversos y únicos con sus propias ideas, habilidades y orígenes. Estar unidos no significa que todos nos volvamos iguales. Somos más fuertes cuando juntamos nuestras habilidades individuales para lograr metas comunes. Con la conciencia correcta, los conflictos pueden acercarnos todavía más entre nosotros y acercarnos más al Creador.


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