No siempre hacemos lo correcto. Ya sea que tengamos la intención o no, a veces nuestras acciones hieren a otras personas. A veces cometemos errores tan grandes que pareciera imposible remediar el daño que causamos. Nuestros estudios espirituales nos enseñan que nuestros errores tienen la función de ayudarnos a crecer, pero a veces no logramos hallar la manera de perdonarnos.
"El Creador quiere mucho más para nosotros".
Los kabbalistas ancestrales enseñan que el Creador nos ama incondicionalmente, y para poder acercarnos a Él, debemos esforzarnos en ser tan amorosos y compasivos con los demás como Él lo es con nosotros. Cuando solo vemos lo bueno en las personas y aprendemos a perdonarlos por sus errores, revelamos una enorme cantidad de Luz en el mundo. Pero a menudo olvidamos que también debemos tener compasión con nosotros mismos.
Cuando no nos perdonamos, esto tiene un efecto similar a cuando no perdonamos a los demás. Nos aferramos al pasado y permitimos que siga influyendo en nuestras acciones y en la manera en la que tratamos a la gente. Podríamos volvernos autodestructivos, enojados, estresados y plagados de culpa; características que pueden generar una carga muy fuerte en las personas que nos rodean. Puede convertirse en un círculo vicioso que nos hace lastimarnos a nosotros mismos y a los demás permanentemente.
He aquí cinco ideas que podemos tener presente en la lucha por el perdón propio:
1. La Luz tiene una participación en nuestras acciones, incluso en las acciones que lamentamos.
Recuerda que el Creador tiene Su mano en los errores que cometemos, sin importar cuán terribles parezcan. Nosotros solo vemos una pequeña parte del panorama completo y nunca podemos entender a totalidad la manera en la que obra el Creador. Lo importante es que confiemos en que el Creador quiere lo mejor para nosotros y el mundo. Cuando acumulamos culpas y juicios hacia nosotros, en realidad nos estamos alejando del Creador. No solo no estamos actuando como el Creador, sino que también dudamos de Su papel en nuestra vida.
2. Perdonarnos es una promesa de que actuaremos mejor en el futuro.
Perdonarnos no significa que no asumimos responsabilidad por nuestras acciones. Al contrario, significa que estamos dispuestos a escuchar y aprender de la experiencia a fin de evitar repetir nuestros errores en el futuro. Asimismo, nos permite orientar a otras personas para que tomen decisiones diferentes en sus vidas.
3. El dolor no es nuestro castigo.
Cuando algo sale mal, solemos creer que el Creador nos está castigando. Es fácil creer que deberíamos sentirnos culpables, avergonzados o enojados con nosotros mismos, porque merecemos sentirnos mal. Pero la verdad es que el Creador quiere mucho más para nosotros. Solamente cuando perdemos nuestra certeza en el Creador es que sentimos tristeza, rabia o culpa. Cuando nos conectamos con el Creador y alineamos nuestros pensamientos y nuestras acciones con los Suyos, entendemos que todo es una bendición; incluso cuando no logramos verla.
4. El perdón es un proceso transformador.
El dolor que sentimos cuando cometemos un error en realidad es una oportunidad increíble para esforzarnos por mejorar. Nos recuerda quiénes somos en nuestra esencia y en quiénes podemos convertirnos. El perdón es la manera en la que avanzamos con la experiencia y el entendimiento para convertirnos en versiones mejores de nosotros mismos.
5. El perdón es libertad del dolor y la ira.
Cuando albergamos resentimiento por nosotros mismos, nos mantenemos prisioneros del pasado. Tenemos una decisión: odiarnos o amarnos de la manera que nos ama el Creador.
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Por difícil que parezca perdonar a los demás, a veces es más difícil perdonarnos a nosotros mismos. Queremos ser buenas personas. Queremos ser perfectos como el Creador. Pero nuestra alma está pasando por el difícil proceso de ganarse la Luz del Creador. Esto significa que cometemos errores, enfrentamos desafíos y tropezamos en el camino. Pero también significa que podemos levantarnos de nuevo y elegir avanzar.
Ese es el poder de perdonarse a uno mismo.