Cuando nos encontramos en el papel de líder, este nos desafía desde cada ángulo posible. Desafía nuestras habilidades, nos obliga a estar a la altura y requiere que manejemos un equipo efectivamente. Con toda esa presión sobre nuestros hombros, ¿cómo encontramos una manera de balancear nuestras responsabilidades y nuestra espiritualidad?
"¿Cómo encontramos una manera de balancear nuestras responsabilidades y nuestra espiritualidad?"
He aquí cinco consejos espirituales para ayudarte a ser un mejor líder:
1. Deja de lado a tu ego.
Estar en una posición de poder sin duda puede inflar nuestro ego. Puede hacernos creer que somos expertos y que sabemos más que los que trabajan bajo nuestra dirección. Puede hacernos sentir más inteligentes, que trabajamos más y mejor que los demás, ¡y usualmente propicia la oportunidad para demostrarlo!
El problema con esta mentalidad es que impide el verdadero liderazgo. Nadie tiene todas las respuestas constantemente, y creer que las tenemos con el tiempo evita que crezcamos y hagamos lo que es mejor para el equipo. ¡No asumas que sabes más que los demás! Mantente abierto y escucha los comentarios de todos. Hay una razón para el viejo dicho: “Dos cabezas piensan más que una”.
2. Practica ser proactivo, no reactivo.
Cuando somos reactivos, actuamos sin pensar. Esto significa que reaccionamos violentamente, menospreciamos o ignoramos a los demás. Esto solo genera un entorno de tensión, miedo y resentimiento dentro de un grupo. A veces pareciera haber la necesidad de actuar de esta manera para ser un líder fuerte, pero actuar de forma reactiva es destructivo no solo para nosotros y los demás, sino también para nuestras metas.
Los kabbalistas enseñan que, sin el Creador, no podemos lograr nada. De la misma manera, con el Creador podemos lograrlo todo. Como líderes nos corresponde permitir que la Luz entre. Ser proactivos significa hacer una pausa, reflexionar y pedirle al Creador que nos ayude en cualquier desafío que estemos enfrentando.
3. Da espacio para que la gente cometa errores.
A nadie le agrada tener una mirada encima del hombro mientras trabaja. Cuando les damos a los demás el espacio para que prueben nuevos métodos, se sienten empoderados. Quizá no siempre sea perfecto, pero las personas aprenden a través del ensayo y el error. Como Karen Berg suele decir: “Es válido cometer errores. Por eso Dios le puso borradores a los lápices”. Nuestro papel es brindar nuestro apoyo, orientación y experiencia para ayudar a los demás a tomar decisiones sustentadas y comenzar con el mejor pie.
4. Está abierto al conflicto.
Donde no hay conflicto, no hay crecimiento. Cada desafío, sin importar cuán grande o pequeño, está diseñado por el Creador para ayudarte a crecer. Ten certeza que el Creador tiene una razón para poner estos obstáculos en tu camino. Intenta ver cada desafío como una oportunidad emocionante para probar cosas nuevas, aprender, crecer e innovar.
5. Sé bondadoso.
La bondad es una característica que suele ignorarse cuando se habla de liderazgo, pero es una muy importante. La bondad consolida la confianza en una organización y marca la pauta del ambiente.
Ser bondadoso no significa dejarse someter o ser tibios. Algunas personas necesitan amor duro y un buen empujón para ir en la dirección correcta. Puedes ser firme a la vez que eres respetuoso, justo y empático.
A veces podría parecer que nuestra vida profesional y espiritual están completamente separadas, pero si hemos de transformarnos verdaderamente, es importante encontrar la manera de llevar nuestro trabajo espiritual a cada aspecto de nuestra vida. Esto es increíblemente desafiante, ¡pero cuanto más grande el desafío, mayor es la oportunidad de poner a prueba nuestro entrenamiento espiritual!