Se dice que amar a otra persona incondicionalmente es igual que amar a Dios. Si lo analizamos, tiene sentido. Todos estamos hechos de la misma esencia que el Creador, así que cuando nos amamos unos a otros también estamos amando al Creador. Pero sentir amor e interés por alguien no es lo mismo que el amor incondicional. El amor incondicional significa que compartimos con los demás sin ninguna expectativa de recibir algo a cambio. Es la forma más pura del amor altruista. Pero no es tan simple como suena.
“Ama a tu prójimo como a ti mismo. El resto es comentario”.
Cuando compartimos, solemos pensar que merecemos algo a cambio por ser tan “altruistas”. Podría ser que esperamos que alguien nos haga un favor o incluso que tan solo nos demuestren cuánto nos aprecian. Quizá hasta pensemos que merecemos bendiciones del Creador; si al fin y al cabo estamos compartiendo, ¿no significa que el Creador debería darnos lo que queremos? Pero si en las acciones dadoras nos enfocamos en lo que podemos recibir, ya sea física, emocional o espiritualmente, estas acciones no son altruistas en realidad y, por consiguiente, no son verdaderamente incondicionales.
El amor incondicional es la forma más elevada de compartir, pero alcanzar este nivel no es algo que se logra de la noche a la mañana; es un proceso por el cual todos pasamos a lo largo de nuestras vidas. Hay una historia acerca de un maestro al que le pidieron que explicara toda la sabiduría de la Kabbalah mientras lograba mantenerse parado sobre un solo pie. Él se levantó sobre un solo pie y dijo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo. El resto es comentario”. La historia es un poderoso recordatorio de que todos los preceptos, los principios y las enseñanzas de la Kabbalah son tan solo herramientas para ayudarnos a alcanzar un nivel de amor incondicional unos por otros. La razón por la que necesitamos todas estas herramientas es porque no es una tarea fácil de lograr. Pero mientras más practiquemos el amor incondicional, más fácil se vuelve.
He aquí cinco maneras de practicar el amor incondicional:
1. Comparte con intención de querer conectarte con el Creador.
Nuestras intenciones son increíblemente importantes. Amar de forma incondicional y compartir desinteresadamente con los demás nos conecta directamente con el Creador porque estamos emulándolo al alinear nuestros pensamientos y acciones. Esto es lo que revela una Luz enorme y, en efecto, sana al mundo. Esta debería ser nuestra única intención; no lo que podremos obtener de otras personas o del Creador, sino cómo podemos ser más como el Creador y traer Luz al mundo.
2. Practica el desapego.
Es natural que nos apeguemos demasiado a las cosas que tenemos en la vida. A veces estas cosas son materiales, como nuestro dinero, nuestros autos, nuestras casas, pero a veces son nuestras expectativas, nuestro orgullo, nuestros planes. Sabemos que estamos apegados a estas cosas cuando nos es muy difícil soltarlas.
Cuando estamos enojados o decepcionados, es señal de que estamos demasiado apegados a algo. Nos apegamos a la manera en la que creemos que deben ser las cosas. Cuando esto sucede, le decimos al Creador que lo que nosotros pensamos que debería ocurrir es mejor que lo que Él considera. Mientras más nos apegamos a estas cosas, más nos desprendemos del Creador y más actuamos con egoísmo.
3. Disminuye tu ego.
Nuestro ego es lo que nos dice que nos merecemos las cosas. Nos dice: “Soy buena persona, así que me he ganado estas cosas a cambio”. Nos enceguece ante los aspectos que necesitamos mejorar. ¡Pero podemos tomar una decisión! Cuando determinamos nuestra conciencia en conectarnos con el Creador y profundizar para hallar las áreas en las que necesitamos trabajar, podemos combatir nuestro ego. Cuanto más disminuyamos nuestro ego, más podremos hacer el trabajo que nuestra alma necesita para ser altruista, generosa y amorosa.
4. Cuídate, en cuerpo y alma.
¿Has notado que es mucho más difícil ayudar a los demás cuando estás cansado y estresado? Pero también se puede sentir egoísta si te tomas tiempo para ti mismo. Pero no es egoísta si dedicamos tiempo para cuidarnos con la intención de restaurarnos a fin de compartir más con los demás. Cuando estamos felices y saludables, estamos mejor preparados para servir a otras personas.
Esto significa que no podemos descuidarnos. Debemos dar pasos activamente para cuidarnos y no inventar excusas. Es fácil sentir como si no estuviéramos en posición de aportar algo a los demás. Pero si este es el caso, debemos preguntarnos cuánto estamos haciendo para salir de ese lugar a fin de que podamos dar.
5. Ámate con tus defectos.
Alguien que no se ama a sí mismo no puede amar a otros. Si bien es importante inspeccionar y encontrar las áreas que debemos trabajar, es igual de importante que nos amemos y respetemos. No es contradictorio.
Piensa cuando ves a un niño pequeño que está haciendo un berrinche. Sabes que el niño está actuando de forma egoísta, pero también sabes que el niño tiene un corazón puro. Así debemos vernos a nosotros mismos. En el fondo, nuestra alma es una chispa perfecta del Creador, pero a veces actuamos de maneras disímiles al Creador. Esto no significa que seamos menos puros o menos especiales, ¡tan solo significa que tenemos trabajo que hacer!
- - -
Alcanzar un lugar en el que podamos amar a los demás incondicionalmente requiere trabajo duro. Es un concepto tan fuerte que, incluso sabiendo que debemos trabajar en ello, ¡lo olvidamos cada día! Lo que nos lleva a un estado en el que podamos amar incondicionalmente es el compromiso de toda una vida por mejorarnos a nosotros y al mundo. Y eso es lo que verdaderamente traerá Luz y sanación al mundo.