No importa en qué lugar del mundo vivas, tu comunidad es una parte importante de tu crecimiento y transformación. Piensa en las comunidades a las cuales perteneces. Puede que incluso pertenezcas a varias comunidades diferentes. ¿Qué te ofrecen? Una comunidad fuerte puede ofrecerte apoyo, un sentido de pertenencia, recursos y alegría en los momentos de celebración. Ahora pregúntate: ¿qué das a cambio?
Rav Áshlag, el fundador del Centro de Kabbalah, enseñaba que una de las formas más importantes en las que podemos transformarnos es al conectar tanto con las personas que nos enseñan como con las personas a quienes enseñamos. Este tipo de responsabilidad recíproca no es simplemente un acto de buena voluntad; Áshlag decía que la única forma en la que podemos desarrollarnos espiritualmente es al vivir dentro de una comunidad que nos empuje a crecer y también reciba asistencia de nuestra parte para su propio crecimiento. Cuando no vivimos de acuerdo con esta noción de dar y recibir, no podemos acceder a la Luz del Creador, a nuestro máximo potencial, y nuestro crecimiento espiritual puede sufrir.
Nuestra relación tanto con quienes nos dan como con quienes reciben de nosotros es uno de los factores que determina cuánta Luz y sabiduría podemos traer a nuestra propia vida. Dado que todos tenemos orígenes distintos y nacemos con dones únicos, el intercambio espiritual entre los miembros de nuestra comunidad tiene un potencial infinito. Karen Berg dice: “Lo hermoso acerca de nuestra comunidad espiritual es que está hecha de miles de rostros que hablan con una voz, la voz del alma. Cada uno de nosotros tiene sus propias creencias e ideales, y venimos de diferentes culturas, religiones y caminos de vida. Sin embargo, podemos —al menos en una parte de nuestra vida, nuestra espiritualidad— llegar a la ‘unificación’ unos con otros, porque entendemos que independientemente de los factores que nos separan, el alma es una y todos somos rocas provenientes de la misma montaña magnifica creada por una Fuerza Divina”.
Asimismo, es nuestra responsabilidad el trabajar continuamente por incrementar nuestros actos de bondad y la forma en la que compartimos. La fortaleza de cualquier comunidad es determinada por el más débil de sus miembros. Todos se benefician cuando un individuo fortalece su entendimiento espiritual. Del mismo modo, todos son impactados por las acciones egoístas y dirigidas por el ego de una sola persona.
Karen Berg dice: “Hablando en términos espirituales, cuando estamos solos nuestras capacidades son muy limitadas. Ciertamente, podemos sobrevivir por nuestra cuenta, pero no podemos alcanzar verdadera plenitud sin otras personas. Esto se debe a que la plenitud no viene de alimentar los pequeños deseos del ‘yo’ solamente, sino más bien al revertir nuestra energía de receptora a dadora”.
Estamos destinados a vivir dentro de una comunidad espiritual. Y es importante recordar que afectamos a todas las personas que se encuentran en esa comunidad. Las bendiciones que vienen a nosotros no sólo reciben la influencia de nuestras propias acciones, sino de la generosidad de nuestra comunidad. Solos no podemos alcanzar nuestro máximo potencial.
Dependemos de los dones y los actos dadores de otras personas. Y ellas dependen de nosotros.
Cuando caes, aun en la forma más pequeña, no sólo te estás privando a ti mismo de la Luz y las bendiciones, sino que también privas a quienes deben recibir de ti y a compartir contigo algunas de sus bendiciones propias. Observa la relación que tienes con aquellos dentro de tu comunidad.
Cada uno de ellos está destinando a darte algo o a recibir algo de ti.