Este artículo fue publicado originalmente en 2016.
La porción de esta semana abre con Moshé suplicándole al Creador. Dice que Moshé oró de 515 maneras distintas, pedía que se le permita terminar el trabajo que inició en Egipto y entrar a la Tierra Santa. Sin embargo, el Creador le dice a Moshé que no podía entrar porque su energía era tan poderosa que habría transformado todo lo negativo en positivo, y la naturaleza de las personas en este mundo es que no pueden apreciar nada por lo que no hayan trabajado. Los israelitas de todas las generaciones han tenido que hacer el trabajo de crear un mundo más positivo por su cuenta. Esto, por sí solo, es una poderosa lección.
“No podemos apreciar nada por lo que no hayamos trabajado”.
No obstante, también surge la pregunta: ¿a qué le temía tanto Moshé como para orar de 515 maneras distintas al Creador? Por supuesto, no era que le tuviese miedo a la muerte. Moshé era como un hijo para el Creador. Hablaban como amigos, por eso no hay manera de pensar que Moshé quisiera permanecer en su cuerpo físico o quedarse en este mundo físico.
El Zóhar revela que lo que Moshé temía de no entrar a la Tierra Santa era… perder su conexión con la Luz del Creador.
La mayor parte del tiempo, cuando oramos, pedimos salud, sustento u otra bendición parecida. Quizá oramos para que se manifieste el negocio por el que estamos trabajando o para recibir la llamada que esperamos, la respuesta que buscamos o el milagro que necesitamos. Pero ¿qué tan a menudo oramos por una conexión más cercana con el Creador?
“¿Qué tan a menudo oramos por una conexión más cercana con el Creador?”
Es perfectamente válido orar por las cosas que queremos y necesitamos, pero esta semana aprendemos que la oración más poderosa de todas es pedir cercanía. Después de todo, estar cerca de Dios incluirá cualquier otra bendición que busquemos. Lo que el Creador quiere para nosotros es mucho más de lo que nosotros podríamos llegar a desear.
Esta semana, concentrémonos en pedir estar cerca del Creador porque está disponible la energía para elevar nuestra conciencia a este deseo. Así pues, antes de ir a una reunión importante, en lugar de pedir el resultado que buscas, simplemente haz una pausa y pídele a la Luz que te acompañe. Si alguien te pide un consejo, antes de decirle lo que piensas, pide poder compartir Luz y no solamente tus palabras.
Por supuesto, a veces podemos estar tan ocupados en nuestro día a día que no tenemos tiempo de hacer pausa y meditar antes de hacer una llamada o ir a una reunión. Esta es la razón por la que inicio cada día con esta oración para ayudarme a hacer la conexión:
“Querido Dios, por favor, haz que mis pensamientos sean los Tuyos. Haz que mis ojos vean lo que Tú ves. Haz que mi boca solo emita las palabras que Tú deseas que yo diga. Abre mi corazón para amar a toda la gente tanto como Tú lo haces. Haz que mis manos den más de lo que reciben y haz que mi cuerpo sea un medio para hacer el trabajo que vine a cumplir en este mundo. Querido Dios, no me hagas solo una vasija de Tu Luz, sino también un canal. En todas mis interacciones del día de hoy, que no sean mis pensamientos, palabras y energía lo que se comparta, sino Tu Luz. Porque solo a través de la Luz del Creador puede entregarse gran sabiduría y entendimiento, y pueden ocurrir grandes milagros”.