“Aunque nadie puede retroceder y crear un nuevo comienzo, cualquiera puede comenzar ahora y crear un nuevo final”. -Carl Bard.
En las películas, los capítulos de la vida de los personajes concluyen con tanto esmero como si les colocaran un lazo. Aprendemos que las aventuras, ya sean alegres o trágicas, tienen un comienzo, un desarrollo y un fin. Nuestra cultura tiende a ver un nuevo año, una nueva estación o un nuevo día como una oportunidad para comenzar renovados. Evitamos comenzar dietas o nuevos regímenes hasta que estamos listos para cambiar la página y comenzar un nuevo capítulo. Rosh Hashaná nos invita a realizar este paso, pero la verdad es que podemos realizarlo en cualquier momento. Cada momento de cada día está lleno de posibilidades, incluyendo la elección de hacer un cambio.
Esperar por el momento perfecto puede convertirse en una muleta espiritual que nos permite aferrarnos a viejos hábitos. La Kabbalah nos enseña que cada momento es una oportunidad para un nuevo comienzo. Hacer un cambio para mejor no es sólo una cuestión de cambiar patrones de comportamiento, sino también de rectificar las acciones negativas del pasado. Los kabbalistas llaman a estas acciones Teshuvá, resaltada en los capítulos bíblicos Nitsavim y Vayélej. Uno de los momentos en que se practica la Teshuvá es durante los diez días que siguen después de Rosh Hashaná. “Si puedo ir hacia atrás y recordar que ayer o la semana pasada hice algo que lastimó a otra persona”, dice Michael Berg, “y luego realizar el proceso de Teshuvá concerniente a esa acción, entonces habré perfeccionado ese día. No sólo no me hará ningún daño o me causará caos, sino que me apoyará”.
Muchos interpretan que la Teshuvá significa “Arrepentimiento”. Pero una traducción más precisa sería “Regresar”, regresar al estado original (o a la “escena del crimen”). Es una oportunidad no sólo para regresar al estado puro sino también para recrearlo. El proceso de Teshuvá no está restringido para ser utilizado sólo durante los diez días después de Rosh Hashaná, sino que puede ser utilizado durante cualquier momento del año. En esta época del año, los kabbalistas nos animan a acercarnos a alguien muy cercano a nosotros (un amigo de confianza, un colega o compañero) y preguntarle de manera humilde: “¿Qué necesito cambiar?”. Asegúrate de estar abierto para este comentario y decide si estás listo para realizar esos cambios. No hay mejor momento en el tiempo que ahora.
Los kabbalistas identifican tres estaciones diferentes en el proceso de Teshuvá: sentir arrepentimiento, decidir cambiar la forma de ser y luego verbalizar la transgresión. Todos los componentes son igual de vitales para el proceso. Pero generalmente permanecemos en el primer paso por más tiempo del que deberíamos, ignorando la situación o realizando excusas para justificar nuestras acciones. La responsabilidad significa hacernos dueños de nuestras acciones o hábitos negativos y reconocer cuán destructivos son. Cuando el remordimiento y la necesidad de comenzar de nuevo vencen la necesidad de ignorar nuestras culpas, es tiempo para el siguiente paso: la resolución.
El paso más poderoso que podemos tomar es el paso hacia el cambio. Lo que es importante recordar es que esto puede ocurrir en cualquier momento. Programamos pequeñas intenciones todo el tiempo: “Voy a llegar a tiempo al trabajo el día de hoy” o “pediré agua con limón en vez de una bebida gaseosa”. En términos kabbalísticos, esto no es diferente a alterar las resoluciones. “Siempre estamos en el comienzo” explica la doctora Karen Wegela, autora de El coraje para estar presentes. “La mayor parte del tiempo no nos damos cuenta de que todo lo que tenemos es el momento presente. Actuamos como si todos los sentimientos y pensamientos que alguna vez tuvimos continuaran afectándonos justo ahora. De alguna manera es así. Vivimos constantemente con las consecuencias de nuestras decisiones y acciones pasadas… Sin embargo, el siguiente momento está también completamente abierto”. Como sugiere Wegela, las acciones negativas de nuestro pasado pueden opacar el presente si lo permitimos, pero moverse hacia cambios positivos es una opción en todo momento.
Después de que tomamos la decisión de cambiar, es necesario verbalizar esta intención. Algunas veces, esto viene en la forma de disculparnos con alguien a quien hemos lastimado. Pero también puede venir con compartir una resolución con un amigo. De cualquier forma, hay poder en las palabras habladas. Al permitirle la entrada a alguien en los pasos que queremos realizar hacia el cambio, nos hacemos responsables por otros y, por ende, es menor la posibilidad de retomar viejos hábitos nuevamente.
Estar conscientes de nuestras fallas y de nuestros hábitos negativos es un esfuerzo continuo a través del año. Está en la naturaleza humana sentirnos en ocasiones decepcionados de nuestras propias acciones. La tentación de regodearnos en nuestras fallas o errores y posponer un nuevo comienzo hasta el siguiente día, la siguiente semana o el siguiente año es poderosa. Sin embargo, podemos hacer a un lado la galleta, dejar el chisme o dar un giro cuando lo decidamos. Si bien un nuevo año es una gran época para reflexionar sobre el pasado y realizar resoluciones para el futuro, cada minuto del día contiene las mismas oportunidades para el cambio. Al programar un nuevo curso, tomamos el control, dirigiendo la película de nuestra vida. Decidimos cuando comenzar un nuevo capítulo; todo lo que tenemos que hacer es dar el primer paso.