Cuando hablamos de llevar vidas saludables, a menudo escuchamos sobre tomar vitaminas, comer bien y hacer ejercicio, pero en raras ocasiones hablamos del manejo de la ira. Pocas cosas nos hacen tanto daño físico y espiritual como lo hace la ira. A nivel físico, puede causar presión sanguínea alta, ansiedad, cardiopatías y otros problemas de salud; y puede ser todavía más perjudicial a nivel espiritual.
El primer paso para eliminar la ira de nuestra vida es entender la mismísima naturaleza de la ira. Hay muchas ideas equivocadas acerca de qué es y cómo se puede manejar mejor. He aquí los cinco mitos más comunes acerca del enojo:
Mito #1: Las personas iracundas no pueden cambiar. Solemos creer que las personas son definidas por sus emociones. Pensamos: “Él es un hombre iracundo” o “soy una persona triste”. Nos catalogamos como si nuestros sentimientos fuesen inmutables y fundamentales para la persona que somos. Cuando nos juzgamos de esta manera, comenzamos a creer que no podemos superar tales aspectos de nuestro carácter.
En realidad no hay tal cosa como “persona iracunda”. Puedes aprender a controlar y cambiar tus emociones con práctica y orientación. Si bien es casi imposible eliminar la ira permanentemente, puedes al menos limitar la cantidad de tiempo que le dedicas. Esto es absolutamente posible y está a tu alcance, pero primero debes creerlo. ¡Tu ira no te define!
Mito #2: Estallar te hará sentir mejor. Todos tenemos momentos en los que nos desahogamos o liberamos presión como un método para aliviar nuestra ira. Quizá incluso dejemos que la ira se acumule hasta que explotamos. Se siente bien en el momento, pero en realidad puede sentirse peor después.
Es importante hablar de nuestros sentimientos y expresarnos de una forma sana, pero cuando actuamos conducidos solo por la ira, elegimos concentrarnos en lo negativo y esto suma más leña al fuego. La explosión nos da un alivio temporario a expensas de la felicidad a largo plazo.
Cuando te sientes enojado, el camino para sentirte mejor no es estallar sino encontrar lo bueno en la situación. Recuerda: hay una lección oculta en cada obstáculo. Búscala mediante el lente de la bondad y la conciencia. Cuanto más practiques esto, más fácil se hará.
Mito #3: La ira desaparecerá si la ignoras. ¿De dónde proviene nuestra ira? Si indagamos lo suficiente, encontraremos que la ira es, casi siempre, una máscara para otra emoción más profunda. Quizá explotemos con un ser querido por no haber lavado la ropa porque en realidad estábamos heridos por un comentario que hizo sobre nuestra apariencia a comienzos del día. ¡Incluso podríamos no ser conscientes que lo estamos haciendo! Es más fácil estar enojados a veces que lidiar con los sentimientos reales del miedo, del dolor y ser más vulnerables.
La ira casi nunca es la verdad completa. Es un síntoma de algo más profundo. Mientras no trates la causa, la rabia no va a desaparecer mágicamente. Dedica tiempo a develar lo que está ocurriendo en realidad dentro de tu ser. Si te sientes enojado, hay algo que no has descubierto o tratado. Cuando las cosas te alteran, indaga un poco más.
Mito #4: Cuando estás enojado, estás en control. Al igual que usamos nuestra ira para enmascarar nuestro dolor, también lo usamos para sentirnos poderosos. Cuando nos sentimos enojados, pensamos que nos estamos defendiendo, abogamos por lo que creemos y nos expresamos vehementemente por lo que es correcto, aun si después nos sentimos mal por lo que dijimos o lamentamos nuestras acciones.
Muy a menudo nos enojamos porque las cosas no marchan de la forma que creemos que deberían: esta persona no debió decir eso, esto no debió haber ocurrido, este obstáculo no debería estar en mi vida. Cuando nos sentimos impotentes, usamos la ira para obtener control sobre una situación, pero es una falsa sensación de control. Al entregarnos a la ira, en realidad entregamos nuestra libertad y nos volvemos esclavos de nuestras emociones.
En lugar de resistirte a estos cambios inesperados, acógelos como regalos del Creador. Todo lo que viene a nuestra vida es por nuestro beneficio, ya sea que entendamos la razón o no. Cuanto más vivas con esta mentalidad, más rápido aprenderás a limitar el enojo que sientes.
Mito #5: Las demás personas son la fuente de tu ira. Cuando algo nos altera, a menudo caemos en mentalidad de víctima. “Esa persona impide que yo sea feliz”, “esa situación me altera”, “aquellas personas me enojan”. Adjudicamos la responsabilidad a otras personas y situaciones como causa de nuestra ira y nos eximimos de cualquier responsabilidad que tengamos por nuestros propios sentimientos y acciones. Creemos que nuestra rabia está justificada.
En realidad tenemos control sobre nuestras emociones, más de lo que creemos. Cada uno posee la capacidad de dirigir y reorientar su conciencia para elegir una emoción diferente. Siempre tenemos la opción de quedarnos en un estado de ira o superarlo, aunque sea difícil hacerlo.
La ira es una emoción que suele malinterpretarse. Es una emoción poderosa y un problema con el que lidian hasta las personas más espirituales. Puede ser destructiva, pero también puede ser un poderoso desencadenante del cambio, ya que nos muestra las áreas de nuestro ser en las que debemos trabajar. No se espera que seamos perfectos. Todos tenemos momentos de enojo. Pero cuanto más practiquemos disminuir nuestra rabia a través de la inteligencia emocional, más felices y plenas serán nuestras vidas.