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¿Eres tan desinteresado como crees? Seis preguntas para determinar tus intenciones

Centro de Kabbalah
Febrero 5, 2019
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Imagina lo siguiente: un amigo te pide le ayudes a pintar su habitación este fin de semana. Tienes una agenda apretada y una docena de proyectos personales en los que trabajar, pero aceptas debido a la bondad de tu corazón. Después de todo, se trata de un buen amigo. Te das unas palmaditas en la espalda y te dices a ti mismo que hiciste una gran acción desinteresada. Pero ¿de verdad nació del altruismo? No solo la acción de compartir es importante, sino la intención que la acompaña.

"¿Cómo sabemos cuáles son nuestras verdaderas intenciones?"

La mayoría de nosotros actúa con intenciones ambiguas. Queremos ayudar a nuestro amigo y hacerlo sentir bien, pero también buscamos algo a cambio. A veces ni siquiera estamos conscientes de estas intenciones ocultas. Quizá compartimos con los demás para recibir su aprobación, afecto o atención. O tal vez buscamos ofrecer nuestros consejos porque nos hace sentir superiores, o escuchamos los problemas de nuestros amigos para escapar de los nuestros. ¡El ego puede ser bastante ingenioso cuando se trata de que alcancemos el verdadero desinterés!

 

Los kabbalistas enseñan que debemos alcanzar un estado en el que estemos en alineación con el Creador, una fuerza infinita de compartir que no tiene ninguna intención de recibir a cambio. Por supuesto, alcanzar este estado de conciencia lleva toda una vida de trabajo espiritual. No sucederá de la noche a la mañana. Pero cuanto más conscientes estemos de nuestras intenciones y más fijemos deliberadamente nuestras intenciones en el camino correcto, más nos acercamos a esta meta y, aún  más importante, más nos acercamos al Creador en el proceso.

 

Entonces, ¿cómo sabemos cuáles son nuestras verdaderas intenciones? Esto requiere mucho autoanálisis y comprometernos a ser sinceros con nosotros mismos. Aquí presentamos seis preguntas que pueden ayudarte a conocerte mejor y a descubrir de dónde provienen tus intenciones:

1. ¿Espero algo a cambio?

Cuando le hacemos un favor a alguien, la mayor parte del tiempo esperamos al menos un “gracias”. O quizá esperamos que hagan lo mismo por nosotros. En el ejemplo del comienzo, quizá ayudemos a nuestro amigo a pintar su habitación sabiendo que podemos usar esto como ventaja más adelante cuando necesitemos ayuda con un proyecto personal. Cuando actuamos así, aún seguimos pensando en cómo beneficiarnos de la situación y, por ende, estamos pensando en nosotros mismos en cierto nivel. Pregúntate sinceramente: ¿Espero algo a cambio? El verdadero compartir espiritual es cuando damos no con el propósito de recibir algo a cambio, sino para poder acercarnos a la Luz.

2. ¿Lo estoy haciendo por la cálida y agradable sensación que me produce?

¡A veces compartir solo hace que nos subamos a un corcel de superioridad espiritual! Como dijimos, el ego es muy ingenioso. Todos queremos estar presentes para nuestros amigos en momentos difíciles, ser un hombro en el que puedan llorar o darles consejos. Pero a veces ayudamos a los demás con sus problemas solamente para sentirnos mejor en cuanto a los nuestros. Se siente bien compartir con la gente, ¡no hay nada de malo en eso! Pero cuando lo hacemos a fin de sentirnos necesarios, amados o importantes, en esencia lo estamos haciendo para sentirnos mejor con nosotros mismos, y eso le quita el enfoque a la otra persona.

3. ¿Lo estoy haciendo por los “me gusta”?

¡Este es un tema importante en la sociedad actual! ¿Cuántos de nosotros hemos hecho acciones genuinamente altruistas como ofrecer comida a los necesitados o hacer voluntariado en nuestra comunidad, solo para subirlo después a las redes sociales? ¡En segundos pasamos de un acto desinteresado a enredarnos en cuántos “me gusta” y comentarios obtiene nuestra buena acción! Por supuesto, hacerlo por los “me gusta” no solo se limita a las redes sociales. Consideremos a alguien que tiene la oportunidad de ayudar a un hospital infantil. Esa persona podría: a) Donar anónimamente, o b) ¡Donar para que le pongan su nombre a un ala del hospital! Antes de glorificar tu acción en Instagram o colgar tu placa en la pared, considera no recibir ningún crédito por la acción. Si puedes olvidarte de los honores, estás en la dirección correcta.

4. ¿Lo hago debido a la culpa?

Así como hacemos las cosas para sentirnos mejor con nosotros mismos, a veces también las hacemos para evitar sentirnos mal. Si no ayudamos a alguien, sabemos que nos podríamos sentir culpables o que esa persona podría enojarse con nosotros. ¿Cuántas veces te han pedido algo y aceptas hacerlo porque te sientes en la obligación? No siempre es fácil compartir, pero si lo hacemos solamente para evitar confrontaciones o emociones negativas, ¡nuestra intención no es atraer dicha y mucho menos acercarnos a la Luz!

5. ¿Cuán fácil me es hacerlo?

Compartir no siempre tiene que ser difícil, pero cuando lo es nos da una increíble oportunidad para crecer. Por ejemplo, a un millonario le puede parecer mucho más fácil prestar $20 que a alguien con dificultades económicas. El tamaño de la ayuda es la misma, pero es un acto de compartir mucho más profundo para la persona menos adinerada porque ella también necesita ese dinero. Cuando compartimos con alguien aunque sea difícil, solamente porque queremos compartir con ellos sin pensar en nosotros mismos, esto se trata de un verdadero acto desinteresado.

6. ¿Estoy pensando en lo que es mejor para la otra persona?

Es importante recordar que hay diferentes formas de dar. Darle dinero a alguien que tiene una fuerte adicción al juego podría no ser la mejor manera de compartir con ella, por ejemplo. No siempre sabemos cuál es la manera correcta de compartir con cada persona y en cada situación, pero siempre y cuando abordemos la situación con amor, compasión y considerada reflexión, al menos podremos garantizar que nuestras intenciones están en el lugar correcto.

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Responder las preguntas anteriores con sinceridad puede ayudar a determinar con cuánto desinterés actuamos. En el caso de la mayoría de nosotros, nuestro compartir no es completamente egoísta ni completamente altruista, pero al menos podemos comenzar a ver la diferencia. Podemos reconocer cuánto nos estamos inclinando hacia uno de los dos lados, podemos comenzar a hacer cambios que nos lleven al lado más altruista y podemos desarrollar mayor afinidad con la Luz del Creador.

 

¡Esto es algo en lo que podemos pensar la próxima vez que alguien nos pida un favor!


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