Cambio es una palabra con la capacidad de infundir miedo en los corazones más valientes. Desde luego, nos puede agradar la idea de cambiarnos de peinado o probar un restaurante nuevo de vez en cuando, pero cuando se trata de las sacudidas que alteran nuestra vida, solemos prepararnos para lo peor.
En realidad estamos cambiando todo el tiempo, ya sea que estemos conscientes de ello o no, y muy a menudo cambiamos de formas positivas. Los mayores hitos de la vida provienen del cambio: obtener un nuevo empleo, hacer un nuevo amigo, enamorarse, mudarse a otra ciudad. Aún así, tememos que un gran cambio nos conduzca a un lugar peor del que estamos ahora o que podamos convertirnos en alguien que no nos agrade.
Con tanto de nuestro trabajo espiritual dedicado a la transformación personal, ¿cómo sabemos que, en efecto, estemos cambiando para bien? He aquí cinco maneras seguras de saberlo:
1. Estás en contacto contigo mismo. Cuando hablamos de transformarnos para bien, es fácil pensar que debemos convertirnos en alguien completamente diferente. En realidad, cambiar de forma positiva significa conectarnos con quienes somos en nuestra esencia.
La esencia de nuestra alma es pura, poderosa e infinita; es una pieza de la perfección del Creador. Ya sea por inseguridad, miedo o vergüenza, solemos esconder o negar nuestro verdadero ser. Cuanto más lo hagamos, más cubrimos la parte más hermosa de nosotros. Hacer cambios positivos en nuestra vida significa quitar esas capas que hemos creado a lo largo de los años y permitir que nuestra alma innata revele su grandeza.
Dedica tiempo a conocer las partes más profundas de tu ser. Pregúntate de qué maneras te comportaste hoy que no estuvieron en armonía con quien eres en tu esencia, y después busca el cambio en esas áreas. Cuanto más sepas quién eres, más te acercarás a lograr lo que deseas.
2. No te conformas con lo cómodo. En la vida solo hay dos opciones: cambiar o conformarse. No existe tal cosa como “quedarse iguales”. Nuestras circunstancias cambian lo queramos o no, y nosotros cambiamos como consecuencia. Estamos destinados a crecer, aprender y desarrollarnos hasta nuestra muerte; esto no se detiene una vez que “somos grandes” o cuando hayamos alcanzado cierta meta. Resistirse al cambio solo entorpece nuestro crecimiento y la plenitud que podamos obtener de este.
El cambio da miedo y “quedarse iguales” se siente cómodo, pero confía en que el Creador quiere que cambies para bien. Tu situación actual no es suficiente, ¡tú mereces mucho más! Anhela algo mejor y más satisfactorio. Elige el cambio por encima de la comodidad.
3. Acoges los desafíos, tanto grandes como pequeños. Tenemos la tendencia a considerar los desafíos de la vida como percances, problemas que resolver o asuntos que debemos prevenir, cuando en realidad existen para impulsarnos a ser mejores personas con vidas más plenas. Si pudiésemos elegir el transcurso de nuestra vida, probablemente elegiríamos un camino seguro y cómodo, sin muchos obstáculos. Pero ese no es el camino que nos conducirá a las mayores recompensas. Necesitamos esos desafíos que nos obligan a crecer.
El Creador sitúa las cosas en nuestro camino con un propósito. Confía en que todo está configurado para tu beneficio. Acoge cualquier bache que encuentres como una oportunidad poderosa para crecer. Ya sea que lo veas en su momento o no, está ocurriendo para tu beneficio. No siempre puedes controlar los obstáculos que encuentras, pero puedes decidir cómo afectarán tu vida. Cuanto más practiques esto con obstáculos pequeños, más fácil se hará enfrentar los grandes.
4. Emprendes acciones. Si deseas convertirte en el mejor orador público del mundo, debes comenzar a dar algunos discursos. Con frecuencia planificamos y creamos estrategias para un gran cambio u objetivo, pero en realidad nunca comenzamos a trabajarlo. Un pequeño cambio diario conduce a un gran cambio con el pasar del tiempo.
Toda la ideación, planificación y ensoñación nunca te harán alcanzar tu meta si no las pones en acción. ¿Cuánto tiempo dedicas a pensar en una idea en lugar de hacerla realidad? Sé un participante activo del cambio. ¿Cuáles son los cambios pequeños que quieres hacer hoy?
5. Cometes errores… y aprendes de ellos. Muchas veces cuando buscamos el cambio, nos rendimos cuando las cosas no marchan tal y como queremos. Podríamos desmotivarnos, desinteresarnos o simplemente creer que no estamos destinados a obtener las cosas que deseamos. Recuerda que somos seres humanos imperfectos y, por consiguiente, nuestra búsqueda del cambio también será imperfecta. Tropezaremos y cometremos errores, pero esa es una parte importante del aprendizaje.
Pregúntate: ¿Cómo he cambiado en la última semana, último mes o año; para bien y para mal? ¿Qué puedo aprender de cada error y decisión que he tomado?
La única constante en la vida es el cambio, pero no debe ser atemorizante. De hecho, ¡puede ser emocionante y satisfactorio! El cambio nos impulsa hacia el crecimiento y la felicidad. Puede hacernos mejores personas. Comienza a acoger el cambio en tu vida; búscalo y entusiásmate con ello, sabiendo que es una oportunidad para convertirte en la mejor versión posible de tu ser.