La crianza de nuestros hijos puede ser una de las tareas más gratificantes, frustrantes, conmovedoras y satisfactorias; todo en un mismo día. Es un papel difícil que raras veces recibe el reconocimiento que merece. Los padres primerizos traen un niño al mundo sin tener experiencia previa y son arrojados a un trabajo de tiempo completo, con la vida de otro ser humano bajo su responsabilidad.
Ningún padre es perfecto y es fácil ser víctimas de mitos que se han perpetuado por años. Es momento de mirar claramente las cosas que nos han dicho y desmentir algunas de las principales ideas erróneas que creen los padres:
He aquí cinco grandes mitos acerca de la crianza de niños:
Mito #1: Hay que educar a los niños para que sean obedientes.
Cuando los niños son pequeños, se hace mucho énfasis en la obediencia. Se les enseña a hacer lo que se les dice, a no replicar ni interrumpir en conversaciones de adultos. Pero si les preguntásemos a la mayoría de los padres en qué esperan que se conviertan sus hijos cuando sean adultos, probablemente dirían cosas como “independientes, ingeniosos, pensadores críticos, resilientes y fuertes". ¿No es interesante que estos objetivos parezcan contradecir el concepto de obediencia?
A menudo, los padres quieren ser la voz más fuerte en la cabeza de sus hijos, orientándolos sobre lo que está bien y lo que está mal, y sobre lo que deben y no deben hacer. Esto forma hijos obedientes, pero ¿qué ocurre cuando la voz de los padres deja de ser la más fuerte del lugar? Cuando los niños van a la escuela y quieren pertenecer, se les ha enseñado que deben seguir la voz más fuerte. La voz de los padres se reemplaza por la de la escuela.
Si un padre dice que el niño no puede confiar en sí mismo para tomar buenas decisiones, ¿cómo va a prosperar ese niño como adulto? El mensaje que queremos transmitir a nuestros hijos es: “Tienes una voz poderosa en tu interior conectada a un poder superior, y esto, en definitiva, es lo que debes escuchar. Mi objetivo como padre es ayudarte a escuchar esa voz”. Un niño espiritual es aquel que es consciente de su voz interior y está en sintonía escuchándola. Cuando cultivas esta capacidad, lo ayudas a cerrar el paso a otras voces que pueden llevarlo por mal camino. Piensa en qué áreas inviertes tu energía como padre. ¿En controlar su comportamiento o en inculcar valores de alto nivel?
Mito #2: La crianza termina cuando los niños alcanzan cierta edad.
Cuando los niños son pequeños, nos preocupamos mucho por su estado emocional. Nos preocupamos: “¿Los abrazo lo suficiente? ¿Les digo que los quiero lo suficiente? ¿Se sienten queridos y seguros?”. A medida que crecen y se vuelven más dinámicos, los padres tienden a hacer menos énfasis en su salud emocional, con frecuencia inconscientemente.
Lo cierto es que la crianza no termina cuando los hijos tienen edad suficiente para ser autosuficientes o cuando han abandonado el nido. La paternidad o maternidad es un papel que sigue creciendo y evolucionando toda la vida. Hay períodos en los que nuestros hijos se apoyan más en nosotros y otros en los que necesitan valerse por sí mismos. A veces los hijos más necesitan a sus padres cuando entran en la edad adulta.
Mito #3: No puedes cambiar tu estilo de crianza, en especial cuando los hijos ya son mayores.
Dado que la crianza de los hijos es un proceso en constante evolución a lo largo de la vida, nunca es demasiado tarde para modificar tu estilo de crianza. Algunas personas se obsesionan con los errores que han cometido y los remordimientos que sienten con relación a la crianza de sus hijos y piensan que han metido la pata como padres. La verdad es que puedes convertirte en un gran padre a cualquier edad.
Si fomentar una práctica espiritual con tus hijos no ha sido una prioridad para ti en el pasado, ¡puedes empezar hoy mismo! Siempre tenemos la capacidad de modificar nuestro estilo de crianza, sin importar la edad de nuestros hijos.
Mito #4: El éxito y el comportamiento de tu hijo son un reflejo tuyo como padre.
Un error común en el que pueden caer los padres es ver a sus hijos como una extensión de sí mismos. Cuando nuestro hijo se comporta mal, solemos preocuparnos por cómo nos hace quedar ante los demás. ¿Nos juzgarán y pensarán que somos malos padres? O cuando nuestros hijos logran algo, nos damos palmaditas en la espalda y esperamos que los demás vean el gran trabajo que hemos hecho criándolos.
Los niños tienen libre albedrío. Son seres independientes, no un reflejo directo de nosotros. En lugar de ver su crecimiento y desarrollo en relación contigo o con la forma en que te ven los demás, elimínate de la ecuación y concéntrate en lo que es mejor para ellos. Trata de disociar tu ego todo lo posible de las necesidades, el desarrollo y el crecimiento del niño. Lo mejor que podemos esperar es que nuestros hijos salgan al mundo con aspiraciones y principios propios. Siéntete orgulloso de ellos por lo que son, no por cómo sus éxitos te hacen quedar a ti como padre.
Mito #5: Los niños tienen que tener cierta edad para entender la espiritualidad.
Los estudios han demostrado que los niños nacen con la capacidad natural para la espiritualidad, al igual que la inteligencia y la inteligencia emocional. Como padres, podemos disminuir o alimentar esas semillas, pero no siempre vemos la importancia de esto. Incluso los padres que son espirituales no siempre consideran que su trabajo como padres es ayudar a desarrollar la espiritualidad natural de sus hijos.
La espiritualidad es su herramienta más poderosa para el éxito y la realización. Nunca son demasiado jóvenes para empezar a tener conversaciones del tipo: “¿Qué opinas de esto? ¿Qué te parece que es lo correcto? ¿Esa es tu voz alegre o tu voz triste?”.
Piensa en cómo estás ayudando a tu hijo a convertirse en un ser humano bondadoso y espiritual. Esa será la herramienta más poderosa para prepararlo para una vida en la que prospere, tenga éxito y sea feliz.
Nuestros hijos no vienen con manuales. Escuchamos tantos mensajes contradictorios sobre la crianza de niños que puede ser fácil caer en las trampas de los mitos comunes. Lo más importante como padres es ayudar a nuestros hijos a convertirse en personas espirituales, que evolucionen y sean bondadosas. Esto significa inculcarles la confianza de que están conectados a un poder superior al que pueden recurrir. Nuestro papel no consiste en crear hijos obedientes, sino en seguir acompañándolos en cualquier cambio, apoyándolos en lo que necesiten, apartando nuestro ego de la situación y fomentando su conexión espiritual natural