Muchas veces cuando algo ocurre en nuestra vida, lo percibimos como algo negativo y nos sentimos tristes por ello. Puede que nos sintamos deprimidos cuando algo que está sucediendo no tiene sentido para nosotros. Pero los kabbalistas enseñan que si tuvieras lo que conocemos como “la visión de la Luz del Creador”, si pudieras tener una visión más amplia de tu vida actual y de otras vidas, si pudieras percibir tu principio y tu final, entonces no sentirías ningún dolor con respecto al momento que estás pasando.
Existe una historia famosa de Rav Shalom Sharabi, un gran kabbalista que vivió hace unos cientos de años atrás.
Un hombre que estaba pasando por dolor y tribulaciones en su vida se acercó al kabbalista y le pidió que con su sabiduría le explicara por qué tenía que vivir semejante dolor. Pero mientras el hombre permanecía en la entrada esperando a que llegara el kabbalista, se quedó dormido y tuvo un sueño. En el sueño vio carruajes avanzando hacia él y también vio lo que asumió sólo podían ser ángeles montados sobre los carruajes. Había letreros a los lados de los carruajes: uno decía “Caridad”, otro decía “Compartir”, y había muchos ángeles blancos conduciendo los carruajes que pasaban a su lado.
Luego vio más carruajes que se acercaban a él, esta vez con ángeles más oscuros. Estos carruajes también tenían letreros, en ellos se leía: “Ira” y “Odio”. El hombre vio que todos los ángeles se dirigían a una plaza en la cual había una gran balanza. Todos los ángeles blancos, que reconoció como sus ángeles, se pusieron a un lado de la balanza, mientras que los ángeles oscuros, que provenían del odio, la ira y la venganza, se dirigieron al otro lado de la balanza y esta lentamente comenzó a inclinarse hacia un lado.
Luego, aún en el sueño, el hombre vio que venían más carruajes con diferentes tipos de ángeles, y en los carruajes había letreros en los que se leía “Dolor” y “Heridas”. El hombre se dio cuenta de que esos eran los momentos en su vida en los que pasó por dolor y oscuridad. Todos los ángeles creados por el dolor que había vivido fueron a la plaza y comenzaron a quitar a los ángeles oscuros de la balanza y esta lentamente se inclinó hacia el lado contrario. Pero los carruajes se detuvieron y la balanza aún estaba inclinada hacia el lado de los ángeles oscuros, y dentro del sueño el hombre gritó: “¡Dame más dolor!”.
Con ello, el hombre despertó y el kabbalista estaba parado frente a él. El kabbalista le preguntó: “¿Cómo puedo ayudarte?”, y el hombre le respondió: “Ya tengo mi respuesta. No tengo más preguntas para ti”.
Eso es sabiduría. Sabiduría es la capacidad de saber, entender o al menos sentir desde nuestra alma por qué pasamos por los eventos que vivimos. Cuando un individuo alcanza el máximo nivel de sabiduría, ya no siente dolor, porque sabe por qué están ocurriendo las cosas, tendrá claridad acerca del proceso que está viviendo y hasta lo disfrutará.
Por ende, cuando un kabbalista nos dice que Janucá y el aceite que utilizamos en esta festividad están relacionados con Jojmá (Sabiduría), se está refiriendo a que en Janucá podemos recibir la habilidad para ver. El Talmud nos dice que si tienes una conexión con esta Luz oculta, entonces puedes verlo todo, de principio a fin, y cuando tienes la capacidad de ver todo de principio a fin, lo entiendes todo. Entiendes cada momento, así que estas agradecido por esos momentos que quizá otros no acepten o que puedan pensar que son oscuros y negativos. Eso es sabiduría.
Por lo tanto, uno de los regalos que están disponibles para nosotros en esta Luna Nueva de Tevet, o Capricornio, y durante esta época de Janucá, es el regalo de la sabiduría. De nuevo, esa es la razón por la cual utilizamos el aceite; porque representa a Jojmá, sabiduría. ¿Pero qué sabiduría estamos pidiendo? Estamos pidiendo la sabiduría para saber por qué vivimos las cosas que vivimos, y ya sea que lo entendamos conscientemente o sólo a nivel del alma, pedimos tener la sabiduría para vivir la vida y todos sus eventos de una forma positiva.