Durante este mes de los milagros, nada parece ordinario. Los hombres de nieve cobran vida (al menos en las películas), la gente comienza a cantar de la nada y hasta las noches más frías se sienten cálidas con las brillantes pantallas de colores. Y el domingo comienza Janucá, también conocida como el Festival de las Luces, la cual abre un portal excepcional para que nos conectemos con el milagro detrás del milagro. ¿Estás listo para abrir la persiana?
¿Recuerdas al "hombre detrás de la cortina" en El mago de Oz? Dorothy y sus amigos creían que sus deseos serían concedidos por un verdadero mago; siempre y cuando ellos obedecieran a la estruendosa voz (la cual, por cierto, ¡era reforzada por unos impresionantes efectos de iluminación para la época!). Sin embargo, el supuesto mago resultó ser un hombre canoso y menudo que gritaba a través de un asombroso sistema de sonido detrás de una cortina. Se terminó el engaño. Y la magia había desaparecido… ¿o no?
Porque los personajes que obedecieron la voz rugiente cuando esta puso a prueba su valentía, empatía, inteligencia y determinación no se apartaron de los dones que recién habían descubierto, aun después de haber desenmascarado al mago. Más bien fueron conducidos a un poder todavía más grande: ¡el reconocimiento de que quienes realizaron los milagros fueron ellos mismos! El mago había estado en su interior todo este tiempo.
Lo cual me recuerda el mejor regalo que nos ofrecen durante Janucá. Este regalo no necesita envoltorio ni un hermoso lazo brillante. Cuando encendemos la menorá de Janucá, somos testigos de la fuente de todos nuestros milagros: la fuerza creativa detrás del hombre detrás de la cortina. La luz de las velas nos conecta con la Luz más grande, que se hace más intensa en la oscuridad del invierno. Y cuando nos conectamos totalmente con este canal cósmico, ¡cualquier cosa es posible!
El Rav escribió que ampliamos nuestra capacidad para atraer milagros cuando vamos más allá de simplemente ver la luz y, en su lugar, practicamos ser la luz.
Pero ¿cómo podríamos SER como la luz? Es más fácil de lo que crees. Si tomas una vela para encender otra, ¿la flama original disminuye? ¡Por supuesto que no! De hecho, ocurre lo contrario: la llama original arde con la misma intensidad a la vez que ilumina más el entorno con su compartir. Del mismo modo, cada uno de nosotros tiene una forma única en la que podemos mejorar el mundo. Cuando hacemos nuestro aporte —no solo a nuestra familia sino a nuestra comunidad y a personas fuera de nuestro círculo— podemos entrar en la conciencia de la Luz detrás de cada milagro que haya ocurrido o que ocurrirá.
La historia de Janucá cuenta la antigua batalla entre los macabeos y los griegos, en la que un pequeño grupo de soldados venció a un poderoso ejército. Tal y como explica Rav Berg en Días de poder, los macabeos no vencieron porque tuvieran mejores armas o porque una mano gigante bajara del cielo para salvarlos. Su victoria era un factor de la conciencia que ellos habían llevado a la batalla. Mientras el enemigo quería poder y gloria para sí mismo, los macabeos luchaban por su pueblo; querían recobrar la libertad de vivir, orar y seguir la tradición de las mitsvot (o buenas acciones) que les habían arrebatado. Debido a que su intención en la batalla iba más allá de sus deseos egoístas, tenían a la Luz del Creador de su lado.
Posteriormente, en la historia, encontraron una jarrita de aceite puro cuya cantidad alcanzaba para un día. En lugar de durar un día, el aceite duró ocho días. Si bien encender la menorá hace tributo a ese milagro, su simbolismo va más profundo: va detrás de la cortina, por así decirlo, para conectarnos directamente con la Luz misma. Porque la Luz no pertenece a una sola persona, una religión, un grupo o una parte del mundo. Es para todos y depende de nosotros usarla para desterrar la oscuridad. Y (¡como bonificación!), al ayudar a canalizar y revelar más Luz cuando y donde podamos, también creamos un circuito a través del cual pueden fluir más bendiciones de regreso a nosotros. La energía se mueve en ambas direcciones… ¡y así es como atraemos milagros a nuestra vida!
No tienes que celebrar Janucá para acceder a la potente energía de este momento. Ya sea que estés mirando las destellantes luces de la calle, organizando las velas en una mesa familiar o practicando otra tradición o ritual relacionados con la idea de la luz, eres parte de un todo místico que busca conexión, no división. Esta es la verdadera conciencia de la Luz.
Así que, en lugar de creer en milagros, ¡podemos salir para ayudar a crearlos! El mundo nos necesita para correr las cortinas, encender nuestras lámparas e irradiar Luz de todas las maneras que podamos… y no solo durante ocho días, sino por el resto del año y más.
Te deseo una feliz, brillante y extraordinaria festividad, ¡de todas las maneras que sean más significativas para ti!