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El aburrimiento es una mala palabra

Monica Berg
Mayo 16, 2019
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“¡Mamá, estoy aburrido!”.

Ningún padre disfruta escuchar esto, pero para mí es algo más que intolerable. En mi opinión, está muy arriba en la lista de cosas molestas que un niño puede decir. Hay tanto por hacer, aprender, leer, mirar y explorar. ¡¿Cómo alguien se puede aburrir?! De hecho, en nuestro hogar, desde el momento que mis hijos aprendieron la palabra “aburrido” también aprendieron a no decirla. Tan pronto como la pronunciaban cuando eran muy pequeños, mi respuesta era: “Es una muy mala palabra. Ahora, ve y juega en la tierra”. Nuestras vidas son increíblemente breves, y pasar la tarde aburridos me parece un gran desperdicio. Aunque, a pesar de nuestros mayores esfuerzos, todos los niños se aburren de vez en cuando porque está dentro del rango de emociones humanas; así como los niños sienten tristeza, felicidad y frustración, también sentirán aburrimiento. En lugar de hacer esfuerzos para evitar el aburrimiento, podemos darles herramientas para que sepan qué hacer cuando surja esa emoción.

"Podemos darles herramientas".

Yo soy curiosa por naturaleza y creo que esa es otra razón por la que disfruto mucho ser madre. Vivo indirectamente a través de sus momentos de asombro. ¿Acaso no se trata de eso la infancia? ¿Explorar y tener una sensación de maravilla a diario? Genuinamente creo que de eso se trata. Como padres, les ofrecemos a nuestros hijos tantas oportunidades como sean posibles para ahondar en sus descubrimientos. Queremos que prueben cosas nuevas, que vean al mundo desde múltiples perspectivas y que se sientan maravillados con los resultados. A menudo cuando los padres ven que sus hijos pierden el interés, asumen el papel del anfitrión para entretener, listos para sacar de inmediato trucos bajo la manga para acabar con el aburrimiento. Es fácil caer en este hábito, pero los niños tienen que tener iniciativa y cuanto más temprano aprendan esta costumbre, mejor.

Mi esposo, Michael Berg, explica: “El tedio y el aburrimiento provienen del potencial no alcanzado o abandonado”. El problema con el aburrimiento es que los niños (y los adultos) suelen verlo como una rutina en la que estamos estancados. Los kabbalistas enseñan que en realidad es una invitación a acceder, descubrir o regresar a aquello que más nos apasiona. Nuestra tarea es averiguar cómo disfrutar nuestro tiempo por cuenta propia (¡eso incluye a los niños!). Janet Lansbury, escritora y profesora, dijo: “Lo que parece ser aburrimiento usualmente es cansancio o la pizca de inercia sana que los niños necesitan justo antes de que se materialice una buena idea. El aburrimiento, la imaginación y la naturalidad con la que los niños alguna vez jugaban independientemente son todas una, y se están extinguiendo juntas”. Creo que muchos padres y guardianes son los responsables de esto. Los adultos ven a un niño aburrido y entran en pánico, buscan en sus mochilas y bolsillos en búsqueda de algo remotamente interesante que pueda entretener a un niño como por arte de magia. Y cuando eso no funciona, siempre están los teléfonos inteligentes que pueden mantener a los niños entretenidos por horas. En efecto, la imaginación y el juego independiente se han hecho más difíciles de obtener. Aprender a abordar la tranquilidad es tan importante como aprender a abordar la aventura. Hay tanto para descubrir en una tarde tranquila dentro de casa como lo hay en una hora saltando en charcos de agua. Todo es cuestión de conciencia.

“El tedio y el aburrimiento provienen del potencial no alcanzado o abandonado”. ~ Michael Berg

Cuando tus hijos te bombardean con comentarios de aburrimiento, trata de:

Compartir

La forma más rápida para salir del aburrimiento es compartir. Enséñale a tu hijo a ser servicial y encontrar una manera de ayudar cuando surge el aburrimiento. Los niños no piensan de forma natural en maneras de compartir; hace falta una combinación de ejemplificar un comportamiento generoso y altruista junto a un empujoncito amable. Impúlsalos diciendo algo como: “¿Quién podría ayudarme hoy? Empaquemos el almuerzo para papá, le espera un largo día” o “Tu hermana tiene un proyecto importante para mañana; ayudémosla a terminar sus quehaceres”. Con el tiempo, los descubrirás sosteniendo la puerta para alguien más, ayudando a compañeros de clases o hermanos, y siendo amables dondequiera que van. Con el tiempo, estas acciones de compartir transforman a los niños, no solo para que sean más atentos, sino para que también salgan de la mentalidad de “sírvanme” o “entreténganme” y entren en una de ser serviciales.

Ejemplificar la gratitud

Podemos comenzar a cultivar conciencia en los jóvenes al compartir nuestra apreciación con ellos. Observa las pequeñeces y expresa tu opinión: “Qué agradable se siente el sol en mi espalda. ¿También lo sientes?” o “Mira qué bonitas las flores que están sobre la mesa; agradezco mucho que la abuela las haya traído de su jardín” o “Me siento bendecida de poder pasar tiempo juntos hoy”. Esta es la forma más segura de cambiar la perspectiva. Cuando aprecias las cosas, no te conectas con la carencia.

Conectarte

Los niños necesitan conectarse con nosotros con mayor frecuencia y profundidad de lo que pensamos. Deja lo que estás haciendo y mira a tu hijo, ofrécele el 100 % de tu atención. Dale un abrazo o algo más simple. Enséñale una canción que aprendiste hace años en el campamento de verano. A veces todo lo que necesita es que lo mires, te conectes con él y le recuerdes cuán importante es para ti. Si puedes, encuentra una manera de involucrarlo en lo que sea que estés haciendo o solicita su ayuda.

Ofréceles un libro

Me apasionan los libros y constantemente añado uno a la pila de libros de mi mesa de noche. Consecuentemente, mis hijos también han adoptado fervor por los libros. Cada vez que paso por la Librería Gratuita de mi vecindario, tomo cualquier cosa que me parece que podría gustarles a mis hijos y lo guardo en mi armario. En los días lluviosos o momentos de “aburrimiento”, saco uno. Los libros construyen un puente a conceptos, culturas, historia e ideas que aún no hemos descubierto. También escribimos historias juntos y creamos nuestros propios libros. Abigail, mi hija menor, está trabajando en La tristeza no es una opción como continuación de mi libro El miedo no es una opción. Ayuda a tus hijos a adoptar el hábito de acudir a la palabra escrita cuando no sepan a dónde acudir.

El aburrimiento tiene poco que ver con lo que sucede a tu alrededor y más que ver con lo que sucede en tu interior. Es un empujoncito que te dice que es momento de animar las cosas. Haz una lista de ideas con tus hijos y creen nuevos objetivos o cosas nuevas para probar. Recuérdales que su propósito es mucho mayor que ellos mismos y el momento presente. Enséñales a usar el aburrimiento como una herramienta para crear una vida expansiva que valga la pena vivir.


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