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Separarse de la ilusión de este mundo

Michael Berg
Febrero 11, 2024
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Este artículo fue publicado originalmente en 2020.

En la porción de Trumá se habla sobre la construcción del Tabernáculo, que posteriormente fue reemplazado por el Monte del Templo en israel; por lo tanto, ese lugar es el centro de energía del mundo. La habitación más importante del Tabernáculo, la más importante del Templo y, en consecuencia, la más importante del mundo, se llama Kódesh HaKodashim, el Santo de Santos, y alberga al Arón, el Arca. Dentro del Arca están las tablas en las que están escritos los Diez Enunciados y también están los pedazos de las primeras Tablas rotas. El Maharal dice que el Arca se llama “Arón” porque viene de la palabra hebrea “or”, que significa Luz. Toda la Luz que llega a este mundo proviene del Arca.

“Toda la Luz que llega a este mundo proviene del Arca”.

Los kabbalistas enseñan que en el Tabernáculo, en el Templo, había una medida específica para el Kódesh HaKodashim, es decir, el Santo de Santos. Esta medida era de 20 amot por 20 amot, lo cual es aproximadamente 20 yardas por 20 yardas, y el Arca se situaba en la mitad del Kódesh HaKodashim. Imagina que tienes un cuadrado de 20 por 20, eso quiere decir que la distancia de cada lado sería de 20. Sin embargo, si tomas la medida entre el Arca y cualquiera de las paredes, medirá 10 amot; si tomas la medida entre la parte superior de las paredes o la inferior hasta el arca, también medirá 10… pero es geométricamente imposible, ¿verdad? ¡No puedes ocupar un espacio en el medio y tener una medida de 10 hasta cada lado si la habitación mide 20 por 20!

Así que los kabbalistas dicen algo extraordinario: el Arca no ocupaba espacio. En el ámbito espiritual, aprendemos que no existe el tiempo, el espacio ni el movimiento. Pero ¿de verdad creemos esto? ¿Es al menos posible en nuestra mente? ¿Podemos imaginarte estar en el Santo de Santos y saber que lo que estamos viendo no existe en el espacio en el que estamos mirando?

En el libro de Reyes se habla de la construcción del Beit HaMikdash, el Templo, y sobre la habitación con la que nos conectamos en Shabat Trumá, el Santo de Santos, el lugar en donde se encontraba el Arca. El Arca tenía varas para llevarla; éstas varas eran más largas que la habitación y se podía ver sus puntas a través de la tela que cubría al Santo de Santos. Los kabbalistas explican que la razón por la que estas varas sobresalían es porque eran los canales —literalmente, las antenas— por las que fluía la Luz de este mundo. Entonces, aunque sabemos que solo el Sumo Sacerdote era la única persona que entraba al Santo de Santos, y solo una vez al año, el Santo de Santos era el generador de toda la Luz que viene a nuestro mundo. En consecuencia, las varas eran más largas que la habitación para enseñarnos que aunque no podamos entrar al Santo de Santos, estas varas o antenas emiten la Luz del Creador hacia este mundo.

Eso es lo que dice en la primera parte del versículo que habla del Santo de Santos, el arca y las varas. El propósito de las varas no era llevar al Arca. ¿Por qué? Porque el Arca no necesitaba que la llevaran; flotaba por sí sola. Las varas estaban allí para servir como conductos, como canales, y era importante el hecho de que aunque la persona no podía mirar dentro del Santo de Santos, sí podía ver las varas que sobresalían, porque así es como se podía conectar con los conductos de Luz hacia este mundo.

No obstante, esa no es la parte importante del versículo. El versículo nos dice que el Arca y las varas están allí hasta nuestros días, pero que el Templo fue destruido y ahora hay otra estructura allí. Si fuéramos allí, no veríamos nada. Entonces, ¿qué significa que estén allí hasta nuestros días?

Todos hemos escuchado antes lo que esto significa, pero ninguno de nosotros lo ha entendido realmente o, más importante que entenderlo, nadie ha realmente tratado de vivirlo. Hablamos de la ilusión de este mundo, que nos rodea y nos consume, y nos creemos esa ilusión; incluso si recibimos un segundo de inspiración y sabemos que todo es una ilusión, al siguiente momento somos traídos nuevamente hacia este mundo. Si somos sinceros con nosotros mismos, ¿cuántos de nosotros de verdad hemos pensado alguna vez que hay algo más en todo lo que vemos y vivimos?

Como mi padre, Rav Berg, siempre dejó claro: no es solo que algo vaya a ocurrir, que alguien vaya a venir, que alguien venga a anunciar un cambio; nosotros debemos llegar a ese cambio con conciencia. Por eso es que en el libro de Reyes dice que el Arca está allí hoy, toda la estructura está allí, y si no tuviéramos los ojos tan consumidos y dominados por la ilusión del mundo físico, podríamos verla. La mayoría de nosotros solo está obteniendo lo que los kabbalistas llaman una pizca de Luz. No estamos realmente conectados con el Arca porque no podemos ver el Arca frente a nosotros. Nuestros ojos solo ven este mundo.

¿Cómo cambiamos esto? Muy simple.

Hoy en día, la mayoría de nosotros tiene algo que le molesta, sea grande o pequeño. Cuando eso ocurre, debemos tomar un momento para decirnos: Esto no es verdad. Todo es una ilusión. Y desde luego, hablar de esto en términos filosóficos y espirituales es fácil, oímos las lecciones y las repetimos. Pero al vivirlo, si sabemos que el 99,9 % de lo que vemos es falso, ¿cómo podemos molestarnos por ello? Si en los momentos en los que nos ocurren cosas que nos molestan no somos capaces de decir: “Todo esto es una ilusión”, entonces ni siquiera hemos comenzado el proceso para lograr tener la habilidad de ver la verdad.

Quizá no somos capaces de hacer esto el 100 % de las veces, entonces comenzamos con un 30 % del tiempo. Es una batalla diaria; cuando vemos que algo está ocurriendo, tenemos que luchar y decir: “Esto no es real. Todo esto es una ilusión”. Quizá luchemos cuatro veces al día y perdamos seis, pero si nos mantenemos allí, comenzamos a ganar la batalla. Hemos vivido toda nuestra vida hasta ahora asumiendo la ilusión de este mundo y no podemos apartarnos de esto en un día con solo escuchar una charla o leer al respecto; tenemos que vivirlo. Y Shabat Trumá es sobre comenzar a entender que necesitamos realizar las acciones que nos separen de esta ilusión.

“El Arca está allí hoy y está enviando toda la Luz que necesitamos…”

El Arca está allí hoy y está enviando toda la Luz que necesitamos, y toda la que se necesita para acabar con el dolor, muerte y sufrimiento de este mundo. Toda esa Luz está allí, y lo que podemos entender en Shabat Trumá, por consiguiente, es que si no comenzamos el proceso de cambiar nuestra conciencia de esta forma, no podremos conectarnos con la verdadera fuente de Luz que es este mundo.

No podemos seguir siendo controlados completamente por la ilusión de este mundo tal y como lo estamos ahora, ni pensar que por todo el trabajo espiritual que hemos hecho y estamos haciendo, nos conectaremos con el Fin de la Corrección. Es imposible, porque, tal como entendemos, el Fin de la Corrección ya existe; existe ahora mismo… solo que no podemos verlo. Pero tenemos que llegar a un estado en el que podamos verlo. ¿Cómo lo hacemos? Al cambiar completamente nuestra conciencia de la ilusión de este mundo. Y esto comienza con la batalla: ganando cinco de diez ocasiones, luego seis de diez, porque cuando cambiemos esa conciencia, llegaremos al Final de la Corrección. Está allí, esperando a que la revelemos al separarnos de la ilusión de este mundo, y en Shabat Trumá verdaderamente podemos comenzar a hacerlo.


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