La porción de Mishpatim trata acerca de los esclavos y la esclavitud; sin embargo, los kabbalistas enseñan que esta porción no habla acerca de las personas que se encuentran en esclavitud física. En lugar de ello, en el nivel más básico, ser esclavo significa dar importancia a lo que las personas piensan de nosotros y hacer las cosas no porque provengan de nuestra esencia verdadera, sino porque la sociedad, los amigos, la familia, etc. quieren o desean que nosotros nos comportemos de ese modo. También puede significar que estamos haciendo las cosas solo para ser apreciados, aceptados y queridos, o ser vistos como personas buenas, espirituales y generosas; aunque estas acciones tengan un lado positivo.
Es importante que entendamos esto, porque si no conocemos una enfermedad, nunca obtendremos la cura. Los kabbalistas enseñan que, en términos espirituales, hay dos fuerzas en este mundo. Existe lo que llamamos la Luz del Creador, a lo que Rav Áshlag se refiere como maarejet hakedushá, el sistema de santidad, el lugar de donde proviene jeirut, la verdadera libertad. Y también existe maarejet hatumá, el sistema de impureza, el sistema de oscuridad.
En la actualidad, cada uno de nosotros está esclavizado. Nos preocupa qué pensarán, qué dirán y cómo nos verán las demás personas. Esto tiene influencia en nuestra vida y en casi cada acción que realizamos. Todos esos pensamientos indican que somos esclavos de ellos, ya que no podemos ser puros en nuestras acciones o actuar solo con base en lo que nuestra esencia verdadera y nuestra alma desea. Los kabbalistas enseñan que mientras continuemos en ese estado de preocuparnos por lo que las demás personas piensen, actuando para ser apreciados y queridos, e inquietándonos por ser valorados, estamos esclavizados. No somos libres.
Por ello, es crucial que entendamos qué significa estar esclavizado espiritualmente. Esto no es simplemente un estado de imperfección, es de hecho una conexión con maarejet hatumá, con las fuerzas de la oscuridad, de la negatividad. Cuando hablamos acerca de los israelitas en Egipto, lo cual hacemos a menudo, no solo hablamos del hecho de que eran esclavos físicamente, sino que su conciencia estaba esclavizada. De nuevo, esto quiere decir que no solo se trata de un estado de imperfección espiritual el preocuparse por lo que las personas piensen, sino que significa una conexión a esa fuerza llamada maarejet hatumá, las fuerzas de la impureza, las fuerzas de la oscuridad en este mundo.
Incluso aquellos de nosotros que hemos tomado un tiempo para pensar en esto, en estos dos aspectos de nuestra vida (el lado que nos impulsa a ser verdaderamente libres y el lado que nos impulsa a estar esclavizados), lo entendemos como si un aspecto fuera positivo y el otro no tan positivo. Pero es mucho más profundo, porque en la medida en que seamos esclavos y nos preocupemos por lo que las personas piensen y digan, en esa medida nos sujetamos a las fuerzas de la esclavitud, que son las fuerzas de la oscuridad de este mundo. Y cuando nos esforzamos por liberarnos de lo que las personas piensen y digan para ver realmente en nuestro interior, para actuar y vivir desde esa parte de nuestra alma que es pura, que nos empuja a la libertad, entonces nos desconectaremos de esa fuerza llamada maarejet hatumá, las fuerzas de la impureza y la oscuridad, y vendrá a nosotros la fuerza de maarejet hakedushá.
Lo más importante que debemos recordar es que, primero, todos somos esclavos. Tenemos que estar claros en esto. Y parte del regalo de este Shabat y de esta semana es liberarnos de esa esclavitud… pero todo comienza al reconocer que somos esclavos. Debemos tomar un tiempo y pensar acerca de todas las formas en que nuestra vida está basada en cualquier cosa menos que en un deseo puro de nuestra alma, y en todo aquello que tenga que ver con lo que las personas piensen o cómo nos perciban, o si somos apreciados o no. Todos esos pensamientos que diariamente prevalecen en nuestra mente son una indicación de que aún somos esclavos.
Estar esclavizados significa algo más profundo que simplemente no ser tan evolucionados en términos espirituales como deberíamos serlo; estar esclavizados en realidad es una conexión, una adhesión, que creamos con las maarejet hatumá, las fuerzas de la oscuridad de este mundo. Y uno de los grandes regalos de este Shabat es recibir la asistencia celestial para liberarnos de esa esclavitud y verdaderamente alcanzar la libertad, jeirut.