Cuando construyes una casa, no importa el tipo, sólo es un lugar vacio. Cuando comienzas a vivir y respirar en esa casa, esta se llena de tu energía. Esta es la razón por la que a veces, cuando una persona entra a un lugar extraño, siente algo inmediatamente. Estoy seguro de que también lo has sentido; entras a una casa por primera vez y de alguna manera te sientes, por ejemplo, bienvenido o no bienvenido. No por las personas, sino por la energía de la casa.
Puedes sentir qué tipo de cosas han ocurrido dentro de esa casa; dónde es “cálida” y dónde “fría”, dónde es receptiva y dónde no.
Esto es lo que Moshé hizo por el Tabernáculo en los siete días antes de activarlo para ser usado por el Sumo Sacerdote (Aharón) como punto de acceso a la Luz del Creador. No sólo para los israelitas en el Desierto del Sinaí, sino para toda la humanidad. Moshé estaba atrayendo la esencia de la fuerza de vida del Creador para cada aspecto del Mishkán —el Tabernáculo— para que fuese santificado por Aharón en el octavo día: Sheminí, el nombre de la porción de esta semana.
Podemos aprender una profunda lección del comportamiento de Aharón, el Sumo Sacerdote.
En la historia bíblica está escrito que Moshé le dijo a Aharón: “Acércate al altar, y ofrece tu…” (Levítico 9:7). La pregunta es: si Aharón era el único Sumo Sacerdote, ¿por qué simplemente no hizo “su trabajo”? En su libro Noam Elimélej, el gran Kabbalista Rav Elimélej de Lizhenks cita a otro gran Kabbalista y comentarista, Rashi, de la siguiente manera: “Aharón estaba muy apenado y lleno de temor reverencial como para asumir la posición de Sumo Sacerdote. Hasta que Moshé le dijo: ‘¿Por qué estás asumiendo? Fuiste elegido para esto’”.
Rav Elimélej agrega que esto es exactamente lo que hizo a Aharón el único israelita apropiado para el trabajo: él no creía que fuese suficientemente bueno como para hacerlo. En realidad, si se hubiese realizado una encuesta entre los israelitas en la que se preguntara: “En una escala del 0 al 10, ¿qué tan bien crees que puedas realizar el trabajo de Sumo Sacerdote?”, probablemente Aharón habría respondido 0. Rav Elimélej dice que el justo siempre tiene sus errores y acciones egoístas frente a sus ojos, eso le recuerda qué tan lejos está del Creador y, por lo tanto, qué tan lejos está de merecer llevar el liderazgo.
Pero espera, ¿la Kabbalah no enseña que la Luz quiere darnos todo? ¿No merecemos tenerlo todo? ¿Acaso Aharón no sabía esto?
Vaya contradicción, aparentemente.
Entonces, ¿cuándo merezco tener y cuándo no? ¿Quién decide lo que merezco?
Aharón era verdaderamente humilde. Aharón veía lo bueno en todas las personas; sus más grandes atributos y la Luz que estaba en su interior. Se veía a sí mismo y notaba cuánto necesitaba cambiar para ser la mejor versión de sí mismo.
Este es el aspecto más profundo de las palabras de Karen. Necesitamos “santificarnos” como Moshé lo hizo, prepararnos para la grandeza que la Luz nos quiere dar. Pero la única manera de recibirla es siendo como Aharón, ver a las personas que nos rodean como mejores que nosotros y merecedoras de esta grandeza.
Entonces, ¿cuál es la señal de que debo aceptar lo que se me da? ¿Cómo lo sé?
Podemos aprenderlo a partir de una breve historia de nuestro linaje reciente.
Rav Brandwein fue el maestro de Rav Berg, nuestro querido maestro de bendita memoria y director espiritual del Centro de Kabbalah. Cuando Rav Brandwein era estudiante de Rav Áshlag (fundador del Centro), luego de muchos años de estudios kabbalísticos, fue despedido de su empleo mundano. Le preguntó a Rav Áshlag si quizá él podría volverse maestro y ganarse la vida por medio de la difusión de la Kabbalah. Rav Áshlag le respondió: “Aún no, quizá intenta buscar otro empleo”. Un par de días después, Rav Brandwein se acercó a su maestro y felizmente le dijo: “Encontré un empleo: seré recolector de basura”. Rav Áshlag respondió: “Ahora sí puedes ser maestro de Kabbalah”.
La humildad que Rav Brandwein recibió de su empleo le permitió ser un gran canal de Luz. Tenemos una oportunidad esta semana para santificar la Luz que está en nuestro interior, tal y como lo hizo Aharón. Reconoce la Luz en todos los que te rodean. Vive cada día con humildad y sin un sentido de merecimiento.