“El débil nunca puede perdonar. El perdón es un atributo de los fuertes”. ~Mahatma Gandhi
Si pudieras tomar una píldora que te ayude a fortalecer tus relaciones, reducir el estrés y la ansiedad, bajar la presión sanguínea, reducir el riesgo de adicción a ciertas sustancias, inducir el crecimiento espiritual y que te dé una sensación de bienestar general, ¿lo harías?
¿A quién no le gustaría?
No existe tal medicamento. Sin embargo, la receta para alcanzar este tipo de transformación sí existe y se encuentra en una sola acción (a menudo difícil de llevar a cabo): el perdón. Aunque es una solución simple a muchos problemas, no es un camino tan fácil de recorrer.
Una encuesta Gallup encontró que el 94% de los estadounidenses cree que el perdón es importante. Sin embargo, sólo el 48% indicó que hacían el esfuerzo en perdonar a otras personas. ¿Por qué la discrepancia? Después del sentimiento inicial de dolor y traición cuando alguien nos ha hecho daño, a veces sentimos la necesidad de tomar represalias. De hecho, podemos evitar perdonar y aferrarnos a resentimientos durante años, incluso décadas, convencidos de que la persona o las personas involucradas en la situación no merecen nuestro perdón.
Mientras tanto, nuestra ira empeora. Cuando nos aferramos al dolor y nos rehusamos a perdonar, nos estamos lastimando mucho más que aquellos a quienes necesitamos perdonar. El Dr. Joseph Neumann de la Universidad Estatal del Este de Tennessee estudió la conexión entre la falta de perdón y las enfermedades del corazón, y encontró que en sus pacientes ambos elementos a menudo iban de la mano. El Dr. Neumann dice: “Cuando traté a pacientes con enfermedades cardiovasculares, me sorprendió ver cuántos de ellos estaban amargados, molestos y deprimidos. Esto claramente afectaba su salud y su capacidad para sanar”.
Es natural estar molestos por las acciones desconsideradas de otras personas. Algunos psicólogos piensan que la ira es un primer paso importante hacia el perdón. Es válido sentirse de ese modo, siempre y cuando evites que la ira crezca con el paso del tiempo. Intenta separar a la persona del acto hiriente. Esto no quiere decir que no deberías establecer límites o reconocer las lecciones aprendidas como resultado del dolor. Pero al dar un paso hacia atrás y ver a la persona apartada de la acción, puedes comenzar a sentir compasión y perdonar.
Recuerda, buenas personas toman malas decisiones. El que alguien te haya lastimado no lo convierte en un villano. Todos nos desviamos del camino de vez en cuando. Es probable que tú también lastimes a alguien en algún momento en el futuro. Todos somos humanos y por ello somos susceptibles a los celos, la ira y los deseos egoístas; todas estas son emociones que pueden nublar nuestro buen juicio.
Al perdonar a otras personas, en realidad podemos protegernos de la negatividad que producen nuestras propias acciones negativas. Michael Berg lo explica de la siguiente forma: “Cuando alguien nos ha lastimado y estamos dispuestos a perdonar el daño que nos ha hecho, atraemos ese tipo de energía a nuestra vida: la energía del perdón. Aunque hayamos cometido una acción negativa, la energía negativa no regresará a nosotros porque estamos dispuestos a dejar ir y a perdonar a los demás por cualquier cosa negativa que pensamos que nos han hecho”.
¿Esto quiere decir que podemos actuar impulsivamente sin considerar a las demás personas?
¡En absoluto! Siempre debemos esforzarnos por actuar con compasión y dignidad humana. Pero una vez que entiendas el perdón desde una perspectiva kabbalística, verás que te inclinarás de manera natural hacia la bondad.
Intenta imaginar a la persona con quien estás enojado. Ve a esa persona en tu mente con claridad. Ten compasión por sus fallas. Es eso lo que estás perdonando: al actor, no el acto.
Cuando practicas este tipo de conciencia con regularidad, se vuelve parte de tu naturaleza.
Cuando la compasión se convierte en el estado predeterminado de tu mente, también se convierte en la manera predeterminada en la que el Creador te responde a ti y a tus decisiones. Al perdonar viejos agravios, cultivamos un futuro positivo para nosotros: un estado saludable y benévolo para vivir, amar y crecer.