Como explicó nuestro maestro, el Rav Berg, la Torá nunca estuvo destinada a ser una acumulación de historias que simplemente describían algo que ocurrió hace 3.400 años atrás, sino más bien el código para los secretos del universo y la vida en sí.
En la porción de Trumá, leemos acerca de la construcción del Tabernáculo, el cual actuaba como una antena física para conectarnos con la Fuerza de la Luz del Creador. El Creador dijo: “Haz para mí el santuario y habitaré entre ellos”.
¿Qué quiere decir esto y cómo se relaciona con nosotros actualmente? También podríamos preguntar: ¿Por qué el Creador no dijo: “Haz para mí el santuario y habitaré dentro de él”?
Para que la Fuerza de la Luz del Creador pueda revelarse en nuestra vida y “habitar” dentro de nosotros, tenemos que construir nuestro propio tabernáculo dentro de nosotros mismos.
¿Cómo alcanzamos esto? Existe un requerimiento: debemos tener la misma esencia, tanto interna como externa, siendo honestos con nosotros mismos y con otros. No podemos comportarnos en una forma que no corresponde a lo que sentimos en nuestro corazón. Ésta es la razón por la cual la Torá ofrece una descripción sobre cómo fue construido el Tabernáculo, cubierto de oro por dentro y por fuera.
Cuando tratamos de mostrar cuán buenos somos en el exterior pero descuidamos el interior, estamos de hecho destruyendo un aspecto de nuestro templo interior. Por ejemplo, si ofrecemos una hora de nuestro tiempo a alguien en necesidad pero nuestra mente está en otro lugar, en el interior no somos lo que parecemos ser en el exterior. Y esta falta de honestidad daña nuestro tabernáculo interior.
No se trata únicamente de cuánto hacemos, sino del corazón que ponemos en lo que hacemos. La cantidad de trabajo que hacemos no es importante; lo que importa es cuán completo es lo que estamos haciendo.
Digamos que te comprometes a dar una hora de tu tiempo a alguien que necesita de ti. Si tu mente está en un lugar diferente, esta hora de dar estará vacía y sin Luz. Por otro lado, digamos que sólo tienes 20 minutos para atender a alguien que necesita de ti, pero en esos 20 minutos dedicas 100% de tu energía y corazón a esa persona. Gracias a tu corazón, tu energía y tu enfoque, esos 20 minutos estarán llenos de Luz.
Para construir nuestro tabernáculo interior y crear una vasija fuerte para que en ella habite la Luz, no podemos enfocarnos en cuánto trabajo estamos haciendo, sino más bien es cuán completo es nuestro trabajo.
Esta es una elección que tenemos que tomar en todo lo que hagamos o con todo aquello que nos involucremos, porque esto determinará si conectaremos con la Luz del Creador o no. No importa qué tan grande o pequeño sea el logro; lo que importa es la calidad del trabajo que estamos haciendo. ¡Al final, la verdad siempre sale a la luz!
Así que debemos preguntarnos a nosotros mismos: ¿Estamos completamente en el momento, entregando nuestra alma y nuestro corazón en cada una de nuestras acciones?
La energía disponible para nosotros esta semana puede ayudarnos a identificar las áreas en nuestra vida en las cuales deberíamos invertir más esfuerzo para poder incrementar la calidad de nuestras acciones. Al hacerlo, fortaleceremos los cimientos de nuestro templo y haremos espacio para que la Luz del Creador “habite” y crezca en nuestra vida.
