Antes de la Creación de nuestro mundo, percibíamos la Luz ilimitada del Creador en perfecta simplicidad. No obstante, cuando se creó nuestro mundo la Luz fue eliminada a fin de que pudiéramos ganárnosla, pero quedó un residuo de esa Luz Infinita. Ese residuo se llama Reshimú. Imagínalo como si hubieses mezclado varios líquidos en un recipiente y después lo vaciaras. Las gotas que quedan en el recipiente seguirían conservando una mezcla de cada uno de los líquidos que estuvieron ahí. Este es el caso del Reshimú, contiene cada aspecto de la Luz que experimentamos alguna vez.
"Ese residuo se llama Reshimú".
Según Rav Áshlag en Las Diez Emanaciones Luminosas, la fuente de toda nuestra esperanza proviene de una conexión con este residuo. Este le recuerda a nuestra alma las bendiciones eternas que alguna vez tuvimos y nos motiva a seguir esforzándonos por tener una conexión más profunda con la Luz. Este despierta nuestro deseo. No puede haber ningún deseo, grande o pequeño, en los Mundos Celestiales o mundos inferiores, que no provenga del Reshimú.
Cuando tenemos sed y deseamos beber agua, por ejemplo, un aspecto de ese deseo proviene del Reshimú. La mayoría de la gente piensa: “Quiero agua porque tengo sed y deseo tomar agua”. Creemos que el deseo es la causa y la plenitud que experimentamos al beber agua es el efecto. Pero Rav Áshlag enseña aquí que en realidad es al contrario. La única forma en la que se despierta un deseo es si alguna vez hubo una satisfacción de ese deseo. No podemos desear agua si nunca la hemos probado y después nos la hayan quitado. El Reshimú nos da una prueba de esa Luz a fin de que podamos desarrollar un deseo de reconectar con la Luz Infinita. Nuestro deseo no es la causa que permite a la Luz entrar en nuestra vida, la Luz es la causa de nuestro deseo.
Una gran parte del mundo está colmado de deseos egoístas para satisfacer al ego, para humillar a otras personas, para destrucción. Pero incluso esos deseos tienen su origen en el Reshimú. Rav Áshlag no hace distinción entre los deseos buenos y los malos, él nos enseña que todos los deseos provienen del Reshimú. La pregunta es: ¿cómo elegimos usar el Reshimú?
"¿Vamos a manifestar nuestro deseo de forma positiva?"
Cada persona tiene en su vida una reserva de Reshimú, una medida exacta de lo que nuestra alma necesita a fin de cumplir nuestro propósito espiritual. Podemos usarlo para desarrollar un deseo por la Luz, lo cual nos acercará un poco más a completar nuestro trabajo espiritual, o podemos usarlo para despertar y satisfacer deseos egoístas. Ambos deseos provienen del Reshimú. La diferencia es que cuando despertamos un deseo por cosas negativas o egoístas, usamos nuestra reserva de Reshimú. ¡Una vez que lo gastamos, desaparece! Para poder cumplir nuestro propósito, necesitamos todo nuestro Reshimú. Si usamos 50 % de él en deseos egoístas, esa mitad está perdida, y lo más lejos que podemos alcanzar es el 50 % de nuestra meta espiritual dado que no tendremos la motivación para alcanzar la otra mitad.
Entonces, podemos comenzar a entender cómo nuestras acciones negativas no se ejecutan simplemente conforme a algún deseo negativo que tengamos, sino que en realidad estamos recibiendo de nuestro suministro limitado de Reshimú. Cuando alguien tiene un gran deseo de algo que es bastante negativo, ha despertado un gran deseo que ha venido desde el Mundo Infinito. Es la Luz diciendo: “¡Estoy aquí para satisfacerte!”. Desafortunadamente, lo que suele ocurrir es que descuidamos ese despertar y lo usamos para algo negativo. Por lo tanto, estos deseos negativos no provienen de nuestra propia naturaleza egoísta interna, sino de la Luz que desea satisfacernos. La Luz es la que despierta nuestro deseo y entonces tenemos una decisión: ¿vamos a manifestar nuestro deseo de forma positiva para avanzar o lo usaremos de forma negativa?
Los kabbalistas enseñan que no puedes vivir con dos deseos. No puedes ser egoísta y altruista a la vez. Cuantos más deseos egoístas tengamos, más disminuimos nuestro deseo por la Luz del Creador. Lo que se espera que entendamos a través de esta enseñanza es que, si queremos alcanzar nuestras metas espirituales, debemos esforzarnos por despertar nuestro deseo que se origina en el Reshimú y usarlo para su verdadero propósito: conectarnos de nuevo con la Luz Infinita de la perfección.
*Adaptado del curso de Michael Berg sobre Las Diez Emanaciones Luminosas, clase 36.