Este artículo fue publicado originalmente en 2018.
La porción de Mikets casi siempre coincide con Janucá, por eso hay una profunda conexión entre la Luz de la porción y la Luz de Janucá. Me gustaría compartir una enseñanza que es una conciencia importante que debemos vivir durante Janucá y este Shabat.
“Se unificaron con la Luz del Creador.”
La Guemará nos dice que Janucá no fue celebrada el primer año. Dice: “Leshaná haajéret”, es decir, “el año siguiente”, para expresar que el año en el que ocurrió Janucá no hubo celebración, sino que Leshaná haajéret, al año siguiente, crearon lo que conocemos como Janucá, con la conexión de las ocho velas y las oraciones; esas cosas no fueron hechas el primer año.
Entonces, ¿qué significa que en el primer año no hayan hecho nada y solo celebraran a partir del siguiente? Rav Israel de Koznitz nos da una hermosa enseñanza para responder eso. Él dice que en el primer año, cuando ocurrió el milagro, sus vidas fueron salvadas y fueron tan elevados por el milagro del aceite, y de Janucá, que se unificaron con la Luz del Creador.
Me gustaría hablar de los milagros por un momento antes de continuar. Un milagro es algo que debería ser tan constante en nuestra vida que ni siquiera deberíamos emocionarnos por ello. La razón por la que nos emocionamos con los milagros es porque no ocurren a diario, y ese es el problema. ¿Por qué no ocurren diariamente? Porque no nos estamos conectando lo suficiente. Una persona que está completamente unificada con la Luz del Creador en su conciencia, vida y trabajo, no se emociona por los milagros debido a que sabe que los milagros ocurren todo el tiempo.
“Los milagros se vuelvan algo común.”
Regresemos a la pregunta: ¿Por qué en el Talmud dice que en el primer año no celebraron Janucá? Porque estaban tan conectados con la Luz del Creador que los milagros ocurrían todo el tiempo; por supuesto que sus vidas serían salvadas y encontrarían el milagro con el aceite. Sin embargo, Rav Israel de Koznitz nos dice que al año siguiente ya no estaban en ese estado y que su conexión y conciencia era más débil. Sabían que tenían que crear ocho días en el año en los que se abra un camino para quienes aún estamos en un nivel bajo que nos hace emocionarnos por los milagros.
Por lo tanto, es importante entender que en realidad no queremos conectarnos con lo que hacemos en Janucá. Más bien nos conviene conectarnos con la primera Janucá, cuando no hubo celebración porque estaban tan conectados con la Luz del Creador como para necesitar hacer algo y los milagros ocurrían todo el tiempo. Pero en el segundo año, cuando vieron que estaban perdiendo esa conciencia, tuvieron que crear algo que abriera el canal de los milagros para la gente… Y eso es lo que Janucá es ahora.
Con este entendimiento aprendemos que en Janucá y en Shabat Mikets realmente lo que nos interesa es unificarnos con la Luz del Creador, y conectarnos tanto con la Luz que los milagros se vuelvan algo común y que no haya necesidad de emocionarnos, no haya necesidad de Janucá, que no necesitemos nada de lo que hacemos; esa es la verdadera Luz de Janucá.