Imagina que se te pide que des una charla en tu área de especialidad en la próxima Conferencia de Tecnología, Entretenimiento y Desarrollo, un evento en donde algunos de los pensadores más innovadores e inspiradores de nuestro tiempo presentan sus visiones ante una audiencia en vivo. ¡Qué gran oportunidad! Es un regalo el poder compartir lo que mejor haces con tantas personas. Que bendición… excepto por una cosa: estás petrificado ante la idea de hablar en público.
Si te acercas a la situación sintiéndote cohibido, ansioso e incómodo, las probabilidades de que lo hagas excelente en la presentación no son muy buenas. Sin embargo, si te preparas para la experiencia recordándote a ti mismo tus fortalezas y creyendo que puedes ofrecer una presentación poderosa, es más probable que tengas éxito. Tus creencias acerca de ti mismo se convierten en una profecía autocumplida.
Los kabbalistas concuerdan en creer que nuestra conciencia crea nuestra realidad. En 1965, los investigadores Robert Rosenthal y Lenore Jacobson, realizaron un experimento en una escuela primaria que apoyaba esta noción. Luego de administrar una evaluación a los estudiantes de primer a sexto grado, le informaron a los maestros cuáles estudiantes reflejaban un “inusual potencial para el crecimiento intelectual”.
Sin que los profesores lo supieran, los estudiantes fueron seleccionados al azar por Rosenthal y Jacobson sin relación con los resultados de la evaluación. Estos estudiantes, cerca del 20% del cuerpo estudiantil, no mostraron ningún talento o habilidad especial. Sin embargo, ocho meses después, cuando fueron evaluados nuevamente, los estudiantes marcados para el éxito tuvieron una puntuación notablemente mejor.
Ellos llamaron a esto el Efecto Pigmalión. La única diferencia entre los estudiantes que sobresalieron y los estudiantes que no lo hicieron estaba en la mente de sus profesores. Rosenthal y Jacobson afirman que las expectativas de los maestros resultaron en una notable diferencia en los logros académicos. Los estudiantes internalizaron la parcialidad de sus maestros y elevaron sus desempeños para cumplir con las expectativas. Los psicólogos creen que los hallazgos de este estudio pueden ser aplicados en otros ámbitos como el trabajo, la educación superior, los deportes y la crianza.
Los kabbalistas creen que el Efecto Pigmalión trabaja en nosotros al igual que los psicólogos apoyan esta noción. Somos más exitosos en aquello que emprendemos si realmente creemos que podemos alcanzarlo. Nuestro comportamiento y el resultado consecuente están determinados por nuestras expectativas. “Nuestra conciencia crea nuestra realidad” dice Michael Berg. “¿Sabemos con certeza que si el Creador nos escoge, podemos convertirnos en un canal completo para la Luz del Creador? Si no lo sabemos, entonces es muy sencillo, esa puerta se cierra para nosotros”.
La certeza es clave para nuestro éxito. Sin ella, la duda toma el control y desmenuza nuestro potencial. En el curso de nuestra vida, el Creador nos entregará tareas. Algunas veces estas tareas nos desafiarán. Sin embargo, nuestro trabajo es permanecer fuertes en nuestras convicciones de que podemos compartir, ayudar a otros y hacer del mundo un lugar mejor. Nuestra falta de fe en nosotros mismos es de hecho una falta de fe en el Creador. Nuestra duda niega nuestras habilidades y nuestro potencial descansa en nuestra certeza.
Si bien una creencia honesta en nuestras habilidades para alcanzar resultados o crear cambios es inherente al éxito, el ego puede, de hecho, ser contraproducente. Si estás tan confiado en tu habilidad de presentar una charla espectacular en la Conferencia que no te preparas, puede que la charla no salga tan bien como lo planeaste. Nuestro ego puede correr desbocado y transformar nuestra seguridad en exceso de confianza. Nuestra mejor apuesta es confiar en la Luz del Creador mientras trabajamos consistentemente hacia la excelencia y dejamos que nuestra conciencia positiva moldee nuestra realidad.