Este artículo fue publicado originalmente en 2020.
El Creador les dio a los israelitas tres días para que se prepararan para la Revelación en el Monte Sinaí, y que al tercer día el Creador descendería de la montaña. En arameo, la palabra para descender es najat. Sin embargo, Onkelos (quien tradujo la Torá del hebreo original al arameo) utilizó la palabra itgaléi, lo cual significa que en el tercer día el Creador se revelaría desde el interior del monte; tal como en la historia de la zarza ardiente, la palabra que se utilizó fue interior: el Creador se reveló desde el interior de la zarza ardiente. Entonces, ¿cuál era el secreto en ese caso y cuál es el secreto en el Monte Sinaí?
Cuando pensamos acerca de la historia de la revelación a Moshé en la zarza ardiente, solemos pensar que el Creador escogió venir desde los cielos y revelarse ante Moshé allí. Pero ese no es el caso; una revelación directa de la Luz del Creador a Moshé ya existía dentro del aspecto físico de aquellas espinas, así como existe en todas partes. Así que lo que ocurrió e realidad fue que el Creador quitó el velo, la ilusión de este mundo, de ese lugar físico y reveló algo que siempre había existido allí.
“La revelación directa de la Luz del Creador existe en todas partes, siempre; solo que está oculta la mayoría del tiempo”.
La revelación directa de la Luz del Creador existe en todas partes, siempre; solo que está oculta la mayoría del tiempo. Y allí, en la zarza ardiente, el Creador decidió quitar el velo. Por lo tanto, la profecía que fue revelada a Moshé no fue algo que vino desde otro lugar, sino más bien fue algo que siempre había existido. Esta es la razón por la que dice que el Creador se reveló desde el interior de la zarza ardiente. El Creador —y aquellas palabras, esa conciencia, esa revelación, esa Luz y milagro— estuvo allí todo el tiempo. Moshé simplemente tuvo el mérito de verlo porque el Creador quitó el velo.
Así que, de regreso a la Revelación en el Monte Sinaí, la historia es muy teatral; hubo fuego, relámpagos, sonidos, nubes y la Revelación de la Luz del Creador, también se escuchaba la Voz del Creador. Muchas personas piensan que existe una pequeña montaña en el desierto del Sinaí llamada Monte Sinaí y el Creador decidió que sería en ese lugar donde produciría este gran espectáculo, como en el plató de una película. Pero este pensamiento es errado. En el interior del Monte Sinaí, así como en el interior de todas las cosas en este mundo, existe la realidad de la Revelación en el Sinaí. Todo lo que ocurrió ahí fue que el Creador quitó el velo de los israelitas y del mundo para que así pudieran ver lo que en realidad ocurre todo el tiempo.
El Monte Sinaí no era especial. El Creador lo escogió para la Revelación porque lo que ocurrió en el Sinaí ocurre en todas partes, no solo en cualquier otra montaña en el mundo, sino también en todas las cosas del mundo, en cualquier mesa, cualquier planta, por ejemplo. Si pudiéramos ver lo que está ocurriendo realmente, veríamos Luz, fuego, nubes, relámpagos y escucharíamos la Voz del Creador saliendo de todas las cosas. Pero para la mayoría de nosotros, así como lo fue para los israelitas en aquel momento, todo esto está oculto.
En el Monte Sinaí, el Creador quitó los velos de aquella montaña y dijo: “Miren lo que existe en todo momento”. Esto quiere decir que en todo lugar, en todo momento, existe la Revelación del Sinaí, existe la revelación directa de la Luz del Creador a nosotros. No obstante, desafortunadamente aún vivimos en un mundo de velos, así que no podemos verla. Pero debemos saber que, mientras estamos sentados aquí, la Revelación del Monte Sinaí está ocurriendo a nuestro alrededor; es una enseñanza muy hermosa y poderosa.
“En todo momento, existe la Revelación del Sinaí…”
¿Cuál es la aplicación práctica de esta enseñanza?
La Revelación en el Monte Sinaí no fue una producción que el Creador trajo a esta montaña específica; Él simplemente quitó los velos de todo lo que ya existía. Esos Diez Enunciados que ocurren en la porción de Yitró provienen de la naturaleza todo el tiempo. Todo esto quiere decir que mientras estamos aquí en este momento, podemos conectarnos con la Revelación en el Sinaí. Porque está aquí: está en esta mesa y en el vaso que estamos sosteniendo. Está en todas las cosas, y proviene del Creador.
Cuando comenzamos a entender esto verdaderamente, nos damos cuenta de que en todo momento podemos tener la experiencia más elevada, sin importar en qué parte del mundo nos encontremos. Porque la Revelación está allí; simplemente tenemos un velo que la cubre. Sabiendo esto, podemos hacer de cada momento que vivimos el lugar más sagrado del mundo… porque la Revelación en el Sinaí, lo cual es el pináculo de la experiencia espiritual humana, está ocurriendo justo ahora; solo hay velos que la cubren.
La mayoría de nosotros no va a ir a sentarse en una silla y ver la revelación del Monte Sinaí ocurrir desde su mesa, con el fuego y la Voz de Dios, pero sí podemos saborear un poco de ello y comenzar a darnos cuenta de que estamos rodeados por la Revelación del Monte Sinaí en todo momento. Y cuando nos damos cuenta esto y comenzamos a hacer una conexión, cada momento puede ser sagrado, cada lugar puede ser sagrado, todo espacio puede convertirse en el Monte Sinaí. De hecho, si pudiéramos ver lo que ocurre realmente cuando abrimos el Arca, cuando leemos unas cuantas palabras del Zóhar o cuando realizamos una acción de compartir verdadero, estaríamos emocionados y motivados para realizar nuestro trabajo espiritual; ¡que nadie podría detenernos! ¿Cómo comenzamos a ver estas cosas? Luchando, rogando y esforzándonos en eliminar los velos, y en Shabat Yitró tenemos esa oportunidad.