Nos estamos acercando al final del mes de Elul (Virgo), mes en el cual pasamos por un proceso de teshuvá, recordar las acciones negativas que hemos realizado, ver qué podemos hacer para corregirlas y sentir el dolor de las chispas de Luz que hemos entregado al Lado Negativo. Durante este proceso, también es importante hablar sobre la felicidad que debemos tener sobre las cosas negativas que hemos hecho.
En el Zóhar, en la porción de Bo, dice que un individuo debe conocer las cosas buenas y realizar acciones positivas, pero también debe conocer y realizar acciones negativas y luego regresar al buen camino. Esta es una muy interesante afirmación del Zóhar, recomendar que una persona haga cosas buenas, cosas malas y luego volver a las buenas. ¿Por qué el Zóhar quiere que hagamos cosas negativas? ¿Por qué nos dice que conozcamos lo bueno, lo malo, realicemos acciones positivas y negativas, y luego regresemos al camino del bien?
El Midrash nos dice que cuando los israelitas estaban de pie ante el Sinaí, le dijeron al Creador: Naasé venishmá, es decir, “Lo que Tú nos digas, lo escucharemos, lo haremos. Lo haremos y lo escucharemos”. Sin embargo, en realidad era mentira, debido a que en su corazón no querían aceptar esa tarea por completo. Los israelitas dijeron palabras de aceptación, pero en su corazón no estaban listos ni dispuestos a hacerlo. Por supuesto, el Creador sabía qué había en su corazón y que lo que decían no era verdad, no obstante, dice: “Que merezcan permanecer en este estado para siempre”, lo cual suena como si el Creador hubiese creído la mentira de ellos. Por eso, no solo el Creador no les reprocha la mentira, sino que pareciera que también los apoya con decirles que estaban en un nivel maravilloso en ese momento y que les deseaba permanecer en él para siempre.
Tenemos que profundizar un poco más para entender qué ocurre aquí. En los momentos que hemos caído, realizamos acciones negativas, egoístas, inspiradas por el Deseo de Recibir para Sí Mismo, realizamos acciones que tomaron la Luz del Creador y la pusieron en lugares de oscuridad. ¿Cómo pudimos hacerlo? Muy simple. No creímos que el Creador estuviera allí, porque si de verdad lo hubiésemos sabido no habríamos realizado esa acción. Teshuvá verdadera es darse cuenta de que incluso en esa suciedad, incluso cuando realizamos esa acción, no estábamos solos; no solo el Creador estaba allí con nosotros, sino que en realidad nos estaba apoyando durante esa acción, sostenía nuestra mano.
Entonces, ¿por qué pareciera que el Creador creyó la mentira de los israelitas en el Sinaí? La respuesta se torna más profunda y más hermosa; aunque los israelitas dijeron: “No importa lo que digas, estamos completamente comprometidos con ello”, mientras que en su corazón no estaban totalmente comprometidos y, por lo tanto, cayeron ante el Becerro de Oro, allí el Creador vio quiénes eran realmente. En un nivel, probablemente el de su conciencia, estaban en un lugar oscuro. Si bien su boca estaba dispuesta a decir que estaban comprometidos con este camino, su corazón no. Sin embargo, en un nivel más profundo, su verdadera alma y esencia, aun en esa oscuridad y suciedad (aunque probablemente no podían sentirla) estaba realmente dispuesta a hacerlo. Así pues, cuando el Creador dice: “Acepto sus palabras y espero que se queden en ese estado”, no se refería al nivel de conciencia en el que estaban en ese momento, sino más bien a la verdadera perfección de quienes son.
Cuando caemos, el Creador está allí con nosotros, en esa oscuridad, y sabe que no somos nosotros realmente. E incluso en los momentos, las acciones y los lugares más bajos, el Creador está allí ayudándonos, y sabe que nosotros no somos así porque Él siempre sabe quiénes somos realmente. Por lo tanto, verdadera teshuvá es cuando podemos examinar una acción y decir: “Había un caparazón de oscuridad que cubría a quien realmente soy, el Creador me ama tanto que incluso en ese lugar oscuro no solo me acompañó, sino que también me apoyó en el proceso. ¿Por qué? Porque aun en ese lugar el Creador me vio por quien soy realmente, por la grandeza de mi alma, por la perfección de mi alma”. Eso es teshuvá; llegar a darse cuenta de cuánto nos ama el Creador y cuán conectado está Él con nosotros. Cuando recordamos una acción y nos damos cuenta de que el Creador estuvo allí con nosotros en la oscuridad, entonces revelamos Luz en esa oscuridad y queda como si nunca hubiese habido oscuridad. Al hacerlo, también nos conectamos con la versión de nosotros que el Creador vio allí, nuestra alma perfeccionada.
Debemos regresar a esos lugares de oscuridad y ver al Creador ayudándonos, darnos cuenta de cuánto nos ama el Creador, cuán conectados estamos y la manera en la que el Creador ve nuestra perfección, aun en los lugares más sucios y bajos. Debido a que hasta en esos momentos nos ve como somos realmente, cuando, obviamente, nosotros no nos vimos en ese estado en ese momento. Y cuando llegamos a ese lugar, cuando logramos ver esa acción y vemos que el Creador está allí, vemos lo que el Creador vio allí con nosotros, y vemos que nos ayudó a realizar esa acción negativa, convertimos esa acción en Luz. Parte de ello es darnos cuenta de lo sorprendente que es el hecho de que el Creador esté dispuesto incluso a crear un escenario en el que creemos que Él no está.
Hasta cuando realizamos las acciones más negativas, en todos esos momentos, el Creador estaba con nosotros, porque Él vio nuestra versión perfeccionada cuando nosotros no la vimos. Debemos regresar a ese momento y darnos cuenta de que el Creador estaba allí, y creó para nosotros un escenario en el que imaginamos la oscuridad, pensamos que Él no estaba allí y, por lo tanto, nos permitió caer. El Creador estuvo allí, el Creador lo vio y el Creador nos amó. ¿Por qué? Porque el Creador vio nuestra versión perfeccionada en aquel momento y la ve ahora.