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Disipar la duda

Centro de Kabbalah
Mayo 5, 2014
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Un niño de 18 meses con discapacidad motora camina con un par de prótesis después de un día de recibirlas.

Una niña de 3 años corre por un pasillo del hospital para saludar a su madre a los 6 días de haber pasado por una operación a corazón abierto.

Un niño de 3 años se pone de pie después de un accidente automovilístico que le afectó la médula espinal y le provocó parálisis parcial.

¿Qué tienen en común estos niños? Nunca dudaron de sus habilidades para aprender o curarse. Lograron lo que algunos podrían llamar un milagro sin pensar ni por un momento que no podrían hacerlo. Tuvieron certeza más allá de la lógica.

En la niñez, la zona del cerebro responsable de la lógica y el razonamiento no ha madurado por completo, eso hace que nos sea más fácil creer que todo el posible. Este tipo de razonamiento inmaduro puede llevarnos a creer que nuestro conejo de peluche preferido puede hablar o que algún día aprenderemos a volar. Pero también nos da confianza inquebrantable en nuestras propias habilidades de curar, reconfortar y lograr grandes cosas (lo que podría explicar por qué tantos niños de 5 años quieren ser presidentes de su país algún día).

Cuando llegamos a la adultez, nuestra mente lógica y completamente desarrollada puede representar un obstáculo. Cuando estamos conscientes de que el fracaso es una posibilidad, comenzamos a dudar de nosotros, esto puede evitar que tomemos un riesgo sano, que nos presionemos a salir de nuestra zona de confort y lleguemos a tener una vida más plena.

La duda no debe ser confundida con la intuición, ésta última nos advierte cuando un negocio no es confiable, cuando un camino es inseguro o cuando una persona es deshonesta. Cuando escuchamos a nuestra intuición podríamos darnos cuenta de que el camino en el que estamos no es el indicado y cambiar de vía. Esa es una habilidad importante que nos protege de situaciones peligrosas. Sin embargo, la duda nos hace pensar en la posibilidad de que no estemos en el camino indicado, esto induce un estado mental de parálisis que nos impide intentar hacer cosas nuevas o tratar de alcanzar lo que queremos. La duda nos desvía.

Usualmente olvidamos darnos cuenta de que nuestro éxito depende de nuestra disposición a superar la duda. Michael Berg explica que “La Luz del Creador fluye contantemente por la eternidad y si nunca dudamos de ella, la Luz siempre fluirá hacia nosotros. Pero cada vez que dudamos cerramos el flujo de Luz del Creador”.

La duda nos mantiene presos. El momento en el que ésta se mete en nuestra conciencia es el momento en el que nos separamos de los milagros y bendiciones que nos esperan. Cuando comienzas a preguntarte cuándo las cosas comenzarán a darse a tu favor, eso es duda.

Cuando te preguntas si tus actividades espirituales están funcionando, eso es duda. Cuando te preguntas si el caos durará para siempre, eso es duda. Cuando no puedes ver la Luz al final del túnel, eso también es duda. Es un sentimiento que nos ataca constantemente aun en nuestros momentos de alegría. Ciertos periodos de nuestra vida parecen estar más bendecidos que otros, quizá tu carrera está despegando, tu hija es aceptada en una buena escuela y terminas de pagar tu casa, todo al mismo tiempo. En tiempos como estos puedes comenzar a dudar que la vida pueda estar tan bien por tanto tiempo. Esperar a que algo no se dé es una invitación para el caos, la duda es la semilla de la oscuridad espiritual.

El deseo de tener certeza es el primer paso para desterrar la duda. Intenta mirar el lado positivo de las cosas en cada situación. Cuando las cosas no se den recuerda que hay una lección esperándote. A tus pensamientos debes inyectarles certeza de que el Creador tiene un plan y tú formas parte de él. Aunque no puedas ver el plan, cree en él. Pronto comenzarás a esperar cosas buenas en tu vida. Al no tener dudas, comenzamos a abrirnos a los milagros y a las bendiciones. Es muy simple, cuando no crees que algo bueno pasará, entonces no pasará.

Michael Berg dice que “Una vez que tenemos certeza (algo que no es fácil de lograr) nos damos cuenta de que hasta las cosas más pequeñas que no tienen sentido, que van contra todo lo que parece correcto, vienen del Creador y, por ende, nos hacen felices”.

El fracaso siempre es una posibilidad y, en algunos casos, no hay forma de evitarlo. La certeza llega cuando aceptamos esto y, de todas formas, seguimos nuestros deseos. La vida nos podrá mostrar desvíos, nos pondrá obstáculos y nos dará sorpresas, pero Michael Berg dice que cuando tenemos certeza, “no sólo aceptaremos las cosas que no tienen sentido sino que nos harán felices”.


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