Los sueños son cambiantes. He visto a mis hijos soñar en grande y luego cambiar esos sueños por otros. Eso forma parte de crecer. Me interesa prestarle mucha atención a qué es lo que provoca ese cambio. Un amigo en la escuela comienza a tocar el clarinete y entonces uno de mis hijos comienza a querer ser músico de orquesta. Vemos un documental sobre las granjas de perros y el otro quiere ser veterinario. Es interesante ver cómo se activan sus intereses, ser testigo de la pasión que sienten por ciertas labores.
"Los sueños que logramos por nosotros mismos fijan una meta mínima para nuestros hijos porque todo padre quiere más para sus hijos que lo que ellos mismos tuvieron."
Les decimos a nuestros hijos que pueden ser lo que quieran, hacer lo que se propongan y tener la vida de sus sueños. No obstante, lo que muchos de nosotros olvidamos hacer es mostrarles que de verdad pueden lograrlo. Recientemente publiqué un libro titulado: “El miedo no es una opción”. Estoy orgullosa de él y mis hijos pueden ver cuánto significa para mí. Mientras lo hojeaba, mi hija menor, Abigail, de cuatro años y medio, dijo con firmeza: “También escribiré un libro. Se va a llamar: ‘La tristeza no es una opción’”. Dijo que estaba “esperando a que llegara la inspiración a su cerebro” y que luego lo escribiría.
Mi hijo, Josh, exclamó: “¡Yo también voy a escribir un libro!”. Retrocedí y me asombré por lo que había acabado de ocurrir. Les di permiso a mis hijos de lograr algo que algunas personas pasan toda su vida esperando hacer. Al igual que muchas otras personas, he motivado a mis hijos para que superen la frustración y la duda que vienen con grandes proyectos y tareas difíciles. Pero lo que quizá es aún más poderoso es lo que les mostré con mis acciones: que ellos también pueden publicar sus propios libros, contar sus propias historias y que vale la pena leer esas historias. Antes de que yo lo hiciera, no se les había ocurrido que ellos pudiesen hacerlo.
"Les mostramos a nuestros hijos lo que pueden lograr no solo a través de nuestras palabras, sino a través de nuestras acciones."
Muchas cosas cambian cuando los niños llegan a nuestra vida. De repente, prestamos más atención a los seguros médicos y al precio de la educación superior. Nos arriesgamos menos con el fin de crear seguridad para nuestra familia. Pero ¿estamos permitiendo que este deseo de estabilidad eclipse nuestros sueños y metas? Sin duda lograr grandes cosas en este mundo requiere que corramos algunos riesgos y salgamos de nuestra zona de confort, algo que es menos probable que hagamos cuando nuestras prioridades cambian al tener hijos. Por supuesto, sacrificaremos cosas que queremos para darles a nuestros hijos lo que necesitan. No obstante, quizá debamos preguntarnos si la crianza, por ejemplo, se convirtió en una excusa para no cumplir con nuestro propósito en esta vida.
Les mostramos a nuestros hijos lo que pueden lograr no solo a través de nuestras palabras, sino a través de nuestras acciones. Y esta podría ser la lección más importante para nosotros: la crianza consiste en dar un ejemplo de las personas que queremos que sean nuestros hijos. “Haz lo que digo, no lo que yo hago” es un escape que nos permite hacer o ser mucho menos de lo que esperamos de nuestros hijos. Los sueños que logramos por nosotros mismos fijan una meta mínima para nuestros hijos porque todo padre quiere más para sus hijos que lo que ellos mismos tuvieron.
Cuando sea anciana y mis hijos me pregunten cuáles son mis grandes aspiraciones en la vida, espero poder decir que he logrado la mayoría de ellas. Sin resentimientos ni arrepentimientos. Solo la sensación de saber que hice la mayoría de las cosas que me propuse hacer. Y al crear este modelo para mis hijos, no solo les digo las cosas espectaculares que pueden llegar a hacer con su vida, les muestro que es posible lograrlas.