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No menosprecies las cosas pequeñas

Michael Berg
Septiembre 29, 2021
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Los kabbalistas explican que en Bereshit, el primer Shabat y la primera lectura del año, comenzamos a renovar nuestro trabajo espiritual y nuestro proceso espiritual para el año entrante. Así pues, me gustaría concentrarme en una enseñanza que puede darnos perspectiva y orientación en este inicio de año nuevo.

En el séptimo día de Sucot, conocido como Hoshaná Rabá, tomamos cinco ramas de sauce y golpeamos el piso con ellas cinco veces. Es una acción muy confusa. ¿Por qué hacemos eso y cuál es el origen del día llamado Hoshaná Rabá? Cuando la Torá se refiere a Sucot dice que el primer día es un día de conexión, lo que se conoce como Yom Tov, y el octavo día, llamado Sheminí Atséret, también es un Yom Tov. Sin embargo, el séptimo día de Sucot en la Torá no tiene una importancia particular… pero hacemos muchas cosas especiales, incluyendo golpear el piso con las ramas de sauce. ¿De dónde proviene esto?

Al hablar sobre el origen de esa acción, que el Arí explica que es una enorme acción que revela mucha Luz, el Talmud dice que viene de los Profetas —no dice de cuál en específico— aunque no se hace mención alguna de ésta en la Torá. Leí una explicación para esta acción que a mi parecer es hermosa y contiene una muy importante enseñanza.

Tal y como sabemos, existieron dos Templos. El primero, construido por el rey Shlomó, era tanto una hermosa estructura física como una poderosa estructura espiritual. Cuando el rey Shlomó lo consagró por primera vez, todos los que estaban ahí no veían solo la asombrosa belleza de su estructura física, sino que también sentían la presencia de la Luz del Creador. Después, el Primer Templo fue destruido y los israelitas partieron al exilio. Cuando algunos de ellos comenzaron a regresar a la tierra de Israel, a Jerusalén, no fue un momento muy feliz y ni siquiera estaban seguros de si debían construir el Segundo Templo.

En aquel tiempo hubo dos profetas de los que me gustaría hablar; uno de ellos fue Jagái y el otro Zejaryá. En el Libro de Jagái (Hageo) está escrito que el Creador se dirige a Jagái y le dice que les diga a los líderes y sumos sacerdotes que aunque todos crean que ese no es el momento para construir el Segundo Templo, deben comenzar. Así pues, Jagái, con su profecía del Creador, motiva tanto a los líderes como al pueblo a entusiasmarse un poco con respecto a la construcción del Segundo Templo.

Cuando vemos la historia, podríamos pensar que todos estaban felices en aquel momento; el Segundo Templo fue construido y era muy hermoso. Pero eso no es lo que ocurría. La gente tenía muchas dudas sobre la necesidad y el derecho de construir el Segundo Templo. No obstante, el Creador se dirige a Jagái y, a través de él, les dice a los israelitas: “Deben saber que, aunque no lo parezca, Yo, el Creador, formo parte de esta construcción”. Así pues, construyeron la mayor parte del Segundo Templo. Físicamente, no era tan bonito como el Primer Templo; y la gente que conoció el Primer Templo no lo sentía ni cerca de la cantidad de Luz que éste revelaba.

Entonces, Jagái los emocionó a todos diciendo: “Este Segundo Templo que construiremos será aún más grande que el Primer Templo. Sentirán aún más la Luz del Creador. Y quienes recuerdan el Primer Templo lo vivirán de mejor manera”. Pero eso no fue lo que ocurrió. La gente escuchó la profecía de Jagái y se emocionó, invirtió tiempo, esfuerzo y dinero, y construyó el Segundo Templo. No resultó tan maravilloso físicamente ni tan inspirador a nivel espiritual. La sensación de la Luz del Creador en el Segundo Templo no era como en el Primer Templo; podemos imaginar el estado de confusión, tristeza y decepción que la gente sintió al terminar el Segundo Templo.

Entonces, le llega una muy importante profecía a Jagái en el día en el que nos conectamos con lo que llamamos Hoshaná Rabá. Es el único momento de toda la Torá y los Profetas en el que vemos que ocurre una acción importante durante ese día. El Creador les dice, a través de Jagái, que hay muchos que fueron testigos del Primer Templo, su grandeza física y elevación espiritual, pero que mientras ven y perciben el Segundo Templo, no sienten casi nada porque recuerdan lo que sentían con el Primer Templo. Pero el Creador les dice a todos los israelitas de aquel momento, a través de Jagái, que no están entendiendo.

El Creador les dice a los israelitas, a través de Jagái: “No están conscientes de lo que ha ocurrido realmente. La experiencia puede no ser la misma para ustedes, la estructura física puede no ser la misma, pero les prometo que lo que pueden hacer y la Luz que pueden revelar a través del Segundo Templo será más grande que la Luz revelada en el Primer Templo. El trabajo que harán en el Segundo Templo despertará al mundo entero; despertará los Cielos, a la Tierra y a toda la existencia de este mundo. Puede que no les parezca que es así, pero les prometo que la Luz revelada en el Segundo Templo será mayor que la Luz revelada en el Primer Templo”.

Una frase del profeta Zejaryá aclara esta enseñanza. Él dice: “¿Quién de ustedes es tan tonto como para menospreciar las cosas pequeñas?”. Con esto quería expresar que muchos de nosotros, quizá porque no somos conscientes de la asombrosa Luz que está en nuestro interior, algunos días despertamos en la mañana y no nos sentimos muy inspirados ni emocionados, y realizamos alguna acción de compartir o de conexión. Pero en nuestra mente pensamos que lo que estamos haciendo hoy de cierta manera no es suficiente y que mañana despertaremos y estaremos emocionados e inspirados, que las acciones de compartir, de conexión y de revelación de Luz que haremos serán estupendas. Ese es el Primer Templo; el Primer Templo representa la emoción y la grandeza tanto física como espiritual.

Pero el Creador les dice a los israelitas a través de Jagái: “No entienden. Las pequeñas acciones en los días menores, las acciones pequeñas en este Templo más pequeño, crean una enorme cantidad de Luz en los Mundos Superiores e Inferiores”. Así pues, el sonido producto de golpear el piso con las ramas de sauce en Hoshaná Rabá se debe a que Jagái, tanto entonces como ahora, nos dice: “No se dejen engañar por su pequeña existencia. No se dejen engañar por sus pequeñas acciones, tal y como no debemos entender erradamente un templo más pequeño y la experiencia menor de conexión espiritual”. El Creador les dice a los israelitas, y a nosotros ahora, que la Luz revelada en el Segundo Templo, que para muchos se sintió menor, en realidad fue mayor.

Considero que a menudo lo que ocurre después de Rosh Hashaná, Yom Kipur y Sucot, después de todo ese tiempo y esfuerzo, es que resultamos estar cansados. Así que llegamos al primer Shabat del año, Bereshit, e intentamos hacer una conexión, pero estamos algo agotados y, por lo tanto, no nos sentimos tan conectados porque hicimos demasiado y ahora estamos cansados en el primer Shabat del año.

Pero uno de los entendimientos más importantes que debemos tener con nosotros en este año nuevo en este primer Shabat es no cometer el error que los israelitas cometieron en el Segundo Templo, y recordar la profecía de Jagái y de Zejaryá: es muy tonto, y se origina en la falta de claridad y entendimiento, menospreciar los días de acciones y conexiones pequeñas. Debido a que si apreciáramos la gran Luz que está en nuestro interior, sabríamos que incluso en las acciones más pequeñas y en los días más pequeños que vivimos, la Luz revelada es mucha más de lo que podemos imaginar.

Por lo tanto, al iniciar este nuevo proceso espiritual en este año nuevo, debemos recordar todo el tiempo no menospreciar ni despreciar nuestras pequeñas acciones o conexiones; puede que no lo sintamos ni veamos en el momento, pero la cantidad de Luz proveniente de los días pequeños y acciones originadas a partir de la gran Luz que está en nuestro interior va más allá de lo que podemos imaginar. Si podemos mantener esa claridad, no hay día ni acción pequeña. Incluso las acciones más pequeñas que hacemos, gracias a la Luz que está dentro de nosotros, crean, tal y como dice el Creador, gran cantidad de Luz en los Mundos Superiores e Inferiores. Saber esto y entenderlo claramente hace que la Luz revelada sea aún mayor.

 


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