Nadav y Avihú, los hijos de Aharón, el sumo sacerdote, fueron consumidos por el fuego; solo sus almas quedaron intactas. Tenemos que entender qué ocurrió aquí, porque Nadav y Avihú eran tsadikim (personas justas), no eran borrachos ni malvivientes.
"Cuando sientes que algo es lo correcto, lo haces."
A pesar de lo que el mundo decía, estos dos hijos —estos dos tsadikim— y sus otros dos hermanos hicieron lo que tenían que hacer, aunque sabían que eso los dejaría en vergüenza. Lo hicieron de todas maneras porque sintieron que sería una lección duradera de la que Israel aprendería.
Cuando sientes que algo es lo correcto, lo haces y, sin importar cómo transcurran las cosas, al final terminará bien. Para Nadav y Avihú́, a nivel superficial, parece que no terminó bien porque ellos murieron.
"La gran lección aquí es que sin importar lo que esté en riesgo, debes hacer lo correcto."
La gran lección aquí es que sin importar lo que esté en riesgo, debes hacer lo correcto. Haz lo correcto aunque te cueste la vida; Nadav y Avihú sabían que eso era una posibilidad.
Siempre estamos preocupados por las opiniones de los demás: lo que nuestros amigos puedan pensar de nosotros, lo que nuestra familia pensará sobre nosotros. Las opiniones de quienes nos rodean siempre nos cohíben, lo cual limita nuestras acciones y evita que hagamos las cosas en las que creemos.
Yo no vivo según esa normativa. Si es lo correcto, voy a hacerlo. Lo que la gente a mi alrededor pueda pensar al respecto es un asunto completamente diferente.
*Extraído de los comentarios del Rav sobre la porción Sheminí, en la Biblia Kabbalística: Levítico.