Cada día vivimos cosas que están fuera de nuestro control. Sin importar cuán preparados estemos ni cuánto planifiquemos, estamos destinados a encontrar vueltas inesperadas en la vida, algunas de las cuales tendrán el potencial de sacarnos del camino previsto por completo. Independientemente de si vivimos sorpresas positivas o negativas en nuestra vida, cada uno de estos encuentros y situaciones desempeñan un papel importante en el despertar de nuestra Luz interior para que así cada uno de nosotros podamos estar a la altura de nuestro máximo potencial.
Los kabbalistas enseñan que en cualquier momento dado, nos debatimos entre dos fuerzas muy poderosas. La energía de la compasión, la generosidad y el optimismo nos alienta a trabajar continuamente para que nos volvamos versiones más conectadas y amorosas de nosotros mismos. Mientras que la energía negativa nos compele a recibir únicamente para nosotros mismos y a actuar con base en la gratificación inmediata para alcanzar plenitud momentáneamente. Estas fuerzas opuestas están en constante acción en nuestra vida.
Cuando escuchas a alguien chismeando sobre otra persona que no está presente, ¿defiendes a esa persona que no está en el lugar o te quedas en silencio a escuchar? Ante la mala intención y el abuso, ¿te entrometes para disipar el conflicto o te das la vuelta y ves para otra parte? En los dos casos hipotéticos, somos colocados en medio de dos fuerzas invisibles. Es nuestra decisión cuál dirección tomar. Y nuestra decisión tiene el poder para traer Luz a cualquier situación mediante nuestras acciones positivas.
Karen Berg dice: “Cada uno de nosotros tiene una versión perfeccionada de sí mismo, un ‘alma justa’ en nuestro interior. Cada día tenemos oportunidades para acceder a esta parte de nosotros; presentarnos y tomar decisiones como la persona que aspiramos ser, sin importar con qué desafíos estemos lidiando actualmente. Siempre tenemos la opción de tratar a los demás con dignidad humana, escuchar y compartir nuestra energía de formas positivas”.
Obviamente, la Luz y la positividad desempeñan un papel importante en nuestro desarrollo espiritual y las acciones positivas benefician al mundo mucho más de lo que podríamos imaginar. Sin embargo, la mayoría de nosotros no reconoce que esas fuerzas negativas son igual de vitales para nuestro crecimiento. Michael Berg dice: “Gracias a las fuerzas negativas, tenemos una oportunidad para escoger la dirección de nuestra vida en cada momento.
Recuerda: las decisiones que tomamos hacen que sea posible que merezcamos la benevolencia del Creador. Sin las decisiones, la plenitud duradera es imposible”.
Las oportunidades para tomar decisiones de vida transformadoras ocurren en nuestra vida todos los días. La respuesta que demos a dichas decisiones tiene el potencial para cambiarnos de forma significativa, para bien o para mal. Y no sólo eso, nuestras decisiones influyen en la vida de otras personas y, por ende, al mundo como un todo. Hasta las acciones aparentemente diminutas, como ofrecerte a llevar a un amigo a su casa o saludar a un desconocido con una sonrisa puede tener un efecto duradero. Puede que no conozcamos el resultado de nuestras acciones a largo plazo, pero cada efecto comienza con una causa.
Nuestras acciones negativas influyen en la vida de otras personas, al igual de fácil que nuestras acciones positivas. Ningún gesto desconsiderado o momento de ira ocurre sin una consecuencia energética. Sin importar cuán insignificantes pensemos que sean nuestras acciones, ellas tienen el poder para influenciar el mundo más allá de nuestro pequeño círculo.
Es nuestro trabajo actuar con compasión, considerar cómo podemos compartir más abiertamente y controlarnos frente a la negatividad. Decisiones mejores crean cambios internos y externos. Michael Berg dice: “Resistir nuestra naturaleza autocomplaciente en la vida diaria es un acto externo que despierta nuestro propio potencial interior y el de todos los demás también”.
Cuando nos damos cuenta de cuán poderoso puede ser el exterior para despertar nuestro interior, no sólo cambiamos nosotros, sino el mundo a mayor escala.