En 1893, el joven Mahatma Gandhi se hallaba en Durban, Sudáfrica, lejos de su hogar en la India. Luego de fallar terriblemente como abogado en dos oportunidades, tenía la esperanza de que este nuevo país le traería éxito profesional. Sin embargo, Gandhi descubrió abruptamente que Sudáfrica era un país dividido en términos de raza cuando intentó subirse a un tren y se le dijo que su boleto de primera clase era “sólo para blancos”. Fue escoltado fuera del vagón de primera clase con mucha humillación. Esta experiencia abrió sus ojos a la opresión hacia los mercaderes y profesionales indios que vivían en Sudáfrica y se convirtió en el catalizador de su evolución para convertirse en abogado de los derechos de los indios.
A la joven edad de 25 años, Gandhi asumió el rol de líder político y terminó pasando las siguientes dos décadas en Sudáfrica practicando la resistencia no violenta. Luego llevaría su experiencia de regreso a su India natal y continuaría abogando por los derechos humanos, convirtiéndose paulatinamente en la figura política pacífica que recordamos en la actualidad, Mahatma Gandhi.
La Kabbalah enseña que tomar acciones en el mundo real es tan importante como la meditación, la oración y el estudio. De acuerdo a Michael Berg: “Al menos la mitad de lo que hacemos en el mundo debería estar dirigido a brindar asistencia a otros”. Realizar actos de bondad o “buenas acciones” es algo honorable, pero cuando los kabbalistas promueven las acciones bondadosas realmente están sugiriendo un cambio en la perspectiva con respecto a nuestro rol en el mundo.
Es fácil observar nuestra vida como una película en la cual ejercemos el rol estelar, mientras que aquéllos a nuestro alrededor se convierten en personajes secundarios.
Nos movemos a través de la vida enfocados en alcanzar nuestras metas y manipulamos nuestra historia de vida para lograr que sea más beneficiosa para nosotros mismos. Muchos de nosotros somos manejados por el Deseo de recibir para sí mismo; cuando las cosas salen como queremos, somos los beneficiarios. Sin embargo, la Kabbalah nos pide que consideremos nuestras relaciones y los eventos en nuestra vida como oportunidades para compartir.
La experiencia de Gandhi en Sudáfrica le suministró la oportunidad para actuar. Él se dio cuenta de que la discriminación que enfrentó no era un caso aislado. De hecho, leyes para la restricción de razas dictaminaban la vida de los indios en Sudáfrica y los hacían ser un pueblo privado de derechos civiles. Gandhi escogió actuar no para su propia ganancia, sino más bien como una pieza única en un rompecabezas más grande, con la esperanza de terminar con la desigualdad racial.
Todos somos piezas únicas de un enorme rompecabezas interconectado a una película completa. A medida que crecemos espiritualmente, encontramos nuestro propósito. Sin embargo, nuestra transformación yace en nuestra habilidad de ayudar a otros a encontrar también el lugar al cual pertenecen. Es un trabajo en equipo. “Debes aprender a ver la unidad de tus propios intereses con los intereses de todos los demás a tu alrededor”, dice Michael Berg.
Eso significa ayudar a otros y cuidarnos unos a otros. Tenemos una responsabilidad no sólo con nosotros mismos, sino con nuestras familias y comunidades también.
Sería ideal que todos avanzáramos juntos, sin embargo, así como con cualquier rompecabezas, habrá errores y contratiempos que impedirán nuestro progreso, pero esto hace que las victorias sean más dulces. Al cambiar la visión de nuestro mundo para incluir el bienestar y el éxito de otros, nos transformamos, y a través de esta transformación, todos ganamos.