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El perdón en su máxima expresión

Monica Berg
Noviembre 20, 2023
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En 1993, Amy Biehl, una prometedora becaria estadounidense de Fulbright y activista contra el apartheid, se encontraba en el turbulento panorama de Sudáfrica. Mientras conducía por un municipio cerca de Ciudad del Cabo, fue víctima de un acto de violencia sin sentido. Una turba la atacó, le arrojó ladrillos, la golpeó y la apuñaló. Aunque estaba con amigos en ese momento, no pudieron salvarla y fue declarada muerta en el lugar. Tenía 26 años. 

Después de su muerte, sus padres viajaron a Ciudad del Cabo para investigar el trayecto su hija en un esfuerzo por comprender lo que sucedió y recoger los restos de Amy para cremarlos y llevarlos de regreso a Estados Unidos. Mientras empacaba sus pertenencias, su madre, Linda, encontró los diarios de Amy y, al leerlos, también encontró una puerta de entrada hacia una resolución interior. Al leer sobre el amor de su hija por Sudáfrica y sus convicciones en torno a su trabajo allí, se encendió un faro de luz en medio de su dolor. Ella y su esposo, el padre de Amy, Peter, decidieron acercarse a la Comisión para la Verdad y la Reconciliación (CVR) a fin de participar en sus audiencias posteriores al apartheid.

La CVR, dirigida por el arzobispo Desmond Tutu, y sus audiencias tenían como objetivo abordar las atrocidades del apartheid al proporcionar una plataforma para que las víctimas y los perpetradores se reúnan, se comuniquen y compartan sus historias. Sirvió como una oportunidad para que ambas partes buscaran la sanación y la redención, y concedieran el perdón. Los Biehl participaron activamente en este proceso, y se reunieron con los hombres que habían participado en el ataque que condujo a la muerte de su hija. 

Hagamos una pausa aquí. ¿Te imaginas estar sentado frente a las personas que asesinaron a tu hijo? ¿Te imaginas elegir hacer esto? Es probable que provoque emociones abrumadoras de dolor, indignación y sufrimiento enceguecedor. ¿Cómo no iría a provocarlo?

Estas emociones sin duda estuvieron para los Biehl, pero a través del proceso de sus audiencias, descubrieron las complejas circunstancias que condujeron a la tragedia. Se enteraron de que los hombres que perpetraron el crimen eran producto de una sociedad profundamente dividida, violenta y oprimida; la misma sociedad a la que su hija estaba tan comprometida a ayudar. Fue en ese momento cuando tomaron una decisión increíblemente radical.

Apoyaron activamente la reintegración de las personas en la sociedad, concediéndoles amnistía y facilitando su empleo. De hecho, los ayudaron a conseguir puestos de trabajo dentro de su propia organización, la Fundación Amy Biehl, que habían creado en memoria de Amy para continuar su labor de apoyo a la educación y el desarrollo en Sudáfrica. No solo perdonaron a los hombres que mataron a su hija, sino que también les dieron trabajo, convirtiéndose en participantes activos en su rehabilitación.

Muchos de nosotros entendemos que el perdón es poderoso, pero su práctica es algo completamente diferente. Esta historia me resulta inspiradora, no solo porque es un ejemplo verdaderamente increíble del perdón, sino porque se trata de personas como tú y como yo. Encarnaron un nivel de perdón y compasión del que todos somos capaces, incluso en circunstancias imposibles. 

Porque, en serio, ¿cómo se podría perdonar a alguien por semejante atrocidad? 

Incluso puede parecer que el perdón de los Biehl solo benefició a los perpetradores. Aún así, Linda ha contado, en muchas entrevistas desde entonces, que se convirtió en una profunda fuente de sanación para ella y para toda su familia. Debido a la magnitud de su perdón, también se convirtió en una fuente de sanación e inspiración para la nación de Sudáfrica. Y lo sigue siendo hasta el día de hoy.

El mundo necesita este tipo de perdón radical. Necesita un ego laxo y un corazón completamente abierto. Se necesita una dedicación a la compasión y la bondad pase lo que pase. Requiere trabajo, y es natural que lo requiera. Ciertamente, no estoy sugiriendo que alguien ofrezca perdón antes de estar listo o antes de tomarse el tiempo, como lo hicieron los Biehl, para entender por qué alguien haría algo tan hiriente. Pero lo que estoy diciendo es que es posible… 

¿Podemos sentir curiosidad por saber por qué alguien nos lastimó?

¿Podemos hacer introspección y sentir el juicio, el miedo o la ira hacia alguien que nos lastimó y suavizarlo, aunque sea un poco?

¿Podemos ver el miedo detrás de las palabras o acciones hirientes de alguien? ¿Podemos tener compasión?

¿Qué se necesitaría para perdonar a este nivel?

Estas preguntas son confrontadoras, pero son la puerta de entrada al verdadero perdón. Son los primeros pasos del viaje hacia la capacidad de perdonar —transformar y sanar— tal como lo hicieron los Biehl. 

“La transformación comienza en ti, dondequiera que estés, pase lo que pase, sin importar cómo estés sufriendo. La transformación siempre es posible. No sanamos de forma aislada. Cuando nos acercamos y nos conectamos unos con otros —cuando contamos la historia, nombramos el dolor, ofrecemos perdón y renovamos o liberamos la relación— nuestro sufrimiento comienza a transformarse”. – Desmond Tutu 


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