¿Te acuerdas de algún momento en el que alguien te hizo daño y luego se disculpó por lo que hizo? Sin importar qué tan enojado pudiste haber estado en un principio, lo más probable es que lo hayas perdonado. Ahora piensa un momento y pregúntate, “¿me perdono tan rápido cuando soy yo quien comete la falta?”. Seguramente no.
¿Por qué nos es tan difícil perdonarnos cuando cometemos errores? A todos nos ocurre. Sin embargo, tenemos la tendencia a ponerles más peso a nuestros errores, aferrándonos así a la culpa y la vergüenza por semanas e incluso años. El proceso de perdonarnos es igual de importante que el de perdonar a los demás.
El primer paso para perdonarnos es reconocer la realidad de la situación. Busca tener claros los eventos que te llevaron a cometer el error y lo que estabas pensando en ese momento.
¿Qué elementos estaban fuera de tu control? ¿El error fue una falta moral o ética? Si fue así, sabes en qué enfocar tu futuro trabajo espiritual. ¿El error ocurrió por falta de habilidades? Es poco realista esperar haber tenido más habilidades de las que realmente pusiste en práctica en aquel momento. Cuando logras ver la película completa, puedes comenzar a ser menos duro contigo, te das cuenta de que tomaste la mejor decisión y actuaste de la mejor manera que pudiste en aquel momento.
Ten en cuenta que no eres una mala persona. Las buenas personas toman malas decisiones. Michael Berg dice “No hay almas negativas, todas las almas son justas y todos estamos en el proceso de corrección. Cuando veamos algo que nos parece negativo, debemos recordar que hay un gran lado sagrado en eso”. Los errores que cometemos están destinados a mantener a nuestro ego bajo control y a enseñarnos lecciones importantes sobre la vida y sobre nosotros mismos. Cuando erramos tenemos la oportunidad de enfrentar nuestros defectos y mejorar. El crecimiento y la transformación no llegan cuando transitas un camino fácil y ligero. Permítete reconocer que eres una buena persona que tiene defectos como todos los demás.
Si no puedes quitarte el horrible temor a decepcionarte y decepcionar a los demás, debes considerar buscar ayuda. Es saludable sentir remordimiento por los errores que cometes. Sin embargo, la vergüenza no es una emoción que alguien deba sentir por mucho tiempo. Hablar con un líder espiritual, un consejero o un amigo podría ayudarte a tomar perspectiva y a aliviar tu conciencia.
Una vez que tengas clara la situación y el papel que desempeñas en ella, responsabilízate por tus errores. Recuerda que no eres responsable de lo que estaba fuera de tu alcance, pero resiste la tentación de culpar a los demás. Reconoce que pudiste haber actuado de manera distinta. Al conocer de manera más profunda la situación y tener clara tu participación en ella, puedes evitar cometer el mismo error en el futuro. Michael Berg dice, “No hay ninguna caída espiritual que no venga seguida por redención. Ningún alma cae eternamente. Con un más profundo entendimiento espiritual, nos damos cuenta de que cada alma, sin importar que tan bajo parezca estar, está en un proceso de corrección”. Cuando hagas esa corrección, será el momento de dejar ir y continuar.
Cada uno de nuestros caminos es único. Todos estamos trabajando en algún tipo de corrección. Es natural avergonzarse por cosas que ocurrieron en el pasado. Sin embargo, recuerda que si nunca cometiéramos errores, revelaríamos mucha menos Luz a través de nuestro trabajo espiritual. Tal y como Michael Berg explica, “Todo en lo que nos equivocamos en el pasado hace que la Luz de hoy brille más”. Permite que los errores del pasado hagan que el presente sea más hermoso.