Desde el momento en el que despertamos establecemos intenciones. Una nueva lista de quehaceres reemplaza aquella que completamos el día anterior. Ir al banco, devolver una llamada telefónica, comprar alimentos, pagar las facturas. La lista nunca termina. Cada día comienza con nuestra mejor intención por llevar a cabo las cosas, pero pocas veces nos vamos a dormir por la noche habiendo completado todas las tareas. Podemos encontrar la misma discrepancia entre los actos bondadosos que tenemos la intención de realizar y el bien que en efecto hacemos en el mundo.
Todo se resume en una palabra: acción. Nunca obtendremos los resultados que queremos si no llevamos a cabo acciones. El refrigerador no se llenará y las facturas no se pagarán a menos que hagamos algo. Lo anterior también es cierto con respecto a nuestras intenciones espirituales. Sin importar con cuánta seriedad deseemos marcar una diferencia en el mundo, no podemos crear un cambio a menos que nos movamos.
¿Cómo podemos cambiar nuestras intenciones en acciones? Comienza por hacer un plan. Ya sea que estés cocinando para un amigo que está de duelo o estés en el proceso de crear una organización sin fines de lucro, tener un plan en mente aumenta las probabilidades de que logres manifestar un proyecto. Los obstáculos y los desafíos inesperados surgirán inevitablemente a lo largo del camino, ocasionando que nos desviemos un poco o cambiemos por completo nuestro plan. Aún así, al comenzar con un plan para llegar de “A” a “B”, es mucho más probable que retomemos el camino y continuemos luego de enfrentar algo inesperado.
Una vez que tengas un plan para alcanzar una meta, identifica todas aquellas acciones pequeñas, pero más fáciles de realizar. Enfócate en una sola acción que deseas lograr primero.
Haz a un lado la meta mayor por un momento. Por ejemplo: una misión para ayudar a adolescentes en situaciones de riesgo puede sentirse como una tarea ardua, ¿por dónde se puede comenzar?
Una sola meta con una sola acción es la mejor forma de comenzar. Quizá inviertas 30 minutos en buscar en Internet organizaciones en tu localidad que necesitan voluntarios. Una vez que des el primer paso, te sentirás listo para dar el siguiente. Incluso las pequeñas acciones en la dirección correcta pueden abrir un canal amplio de Luz en el mundo. Michael Berg dice: “Cada acción que realizamos abre o cierra puertas celestiales de valentía y caridad, misericordia y amor, y cualquier otra cualidad positiva. Nuestras acciones controlan directamente cómo esas cualidades se manifiestan en el mundo”.
Mantén también en mente el ímpetu por tus intenciones. ¿Deseas ayudar a los demás? ¿Deseas traer alegría o comodidad a alguien que pasa por una situación difícil? Las razones por las que deseas realizar cualquier acción o proyecto son importantes. Cuando permaneces enfocado en el “porqué” detrás de tus deseos, es más probable que continúes.
Recuerda: la Luz siempre está de nuestro lado cuando queremos hacer el bien en el mundo, y nos asistirá en nuestras mejores intenciones. Michael Berg dice: “Una vez que la persona decide hacer lo correcto —hacer todo lo que sea necesario para conectarse con la Luz del Creador—, los milagros ocurren”. Por supuesto, es nuestra responsabilidad transformar nuestras buenas intenciones en las acciones que crearán un cambio para mejor. Ahora es el tiempo de actuar; cualquier deseo, pasión o proyecto que resuene en tu mente, establece tu intención y da el primer paso.