Todas las cosas buenas pueden tornarse agotadoras después de cierto tiempo. Piensa en tu postre favorito: ¿Crème brûlée? ¿Volcán de chocolate? ¿Tiramisú? No importa cuánto te guste, si lo comieras todos los días, probablemente te cansarías de comerlo.
Quizá hasta podrías llegar a desear un simple helado de vainilla para salir un poco de la rutina.
Lo mismo aplica para nuestra práctica espiritual. Iniciar un estudio espiritual y practicarlo por primera vez puede resultar estimulante. Todo comienza a tener sentido, nos volvemos más conscientes de nosotros mismos y comenzamos a ver cómo está conectado todo.
Queremos compartir lo que hemos aprendido con nuestra familia y amigos. Sin embargo, cuando la novedad termina y nuestra práctica espiritual se vuelve una rutina, puede perderse algo de la pasión que inicialmente le teníamos. A veces hasta podríamos estar en piloto automático, sentirnos menos conectados con los textos, las oraciones o las canciones.
Aburrirse de vez en cuando de las cosas que te gustan es normal, sin importar qué tan grandiosas sean. Cuando eso ocurre se podría confundir aburrimiento con falta de inspiración en algunas áreas de nuestra vida: carrera, relaciones, situación en el hogar, etc. En realidad, el aburrimiento tiene más que ver con lo que ocurre en tu interior que con lo que ocurre a tu alrededor. Michael Berg dice que “El aburrimiento proviene de las capacidades que no son puestas en práctica o que han sido olvidadas. Los ratings televisivos que suben. Jugar en la computadora cuando se supone que debes estar componiendo sonatas. Si no haces lo que estás destinado a hacer, no alcanzarás satisfacción verdadera. Toda persona está destinada a hacer algo deslumbrante”.
El aburrimiento puede ser una alarma que te avisa que es el momento de cambiar. Podría ser el momento de romper viejos moldes, intentar algo nuevo o salir de tu zona de confort.
Reconocer esto a tiempo es importante para que puedas avanzar hacia la renovación de tu pasión antes de que el aburrimiento se transforme en apatía.
Hay dos categorías de trabajo espiritual, la más común es la que se nos hace fácil.
Algunas de esas actividades son parte de una rutina, por ejemplo, orar o ir a un ritual semanal; ayudar a alguien también es fácil cuando nos conviene. La otra categoría de trabajo espiritual es la difícil, está fuera de lo ordinario o de lo fácil y por eso solemos resistirnos a esta. Quizá no nos sintamos bien, estemos cansados o no tengamos ganas de hacerlo. Sin importar la razón que nos lleva a resistir, ese es el trabajo que debemos obligarnos a hacer. La clave para reactivar tu pasión por la práctica espiritual es hacer lo que es incómodo para ti.
Crea un proyecto propio
Identifica tus dones únicos y piensa en cómo usarlos para ayudar a otros, así sea sólo el don del tiempo. Ayudar a otros le da un impulso a nuestra práctica espiritual, nos recuerda lo que nos gusta de conectarnos con los demás. Ayuda a un vecino anciano a cortar el césped y sembrar nuevas flores. Comprométete a llevar a tu sobrino a las prácticas de béisbol dos veces a la semana. Ofrécete a limpiar el graffiti que está afuera de una tienda.
Si no sabes de alguien que necesite ayuda, busca una organización sin fines de lucro en tu comunidad, la mayoría siempre está buscando voluntarios.
Comparte aunque creas que no puedes
Cuando damos sin esfuerzo, como cuando le damos a alguien algo que íbamos a botar, quizá hayamos hecho una buena acción, pero no compartimos desde un punto de vista kabbalístico. El tipo de compartir que reactiva tu pasión espiritual es el difícil de hacer.
Entre más nos esforcemos en compartir y en hacerlo de manera desinteresada, más Luz recibiremos. Esta Luz tiene el poder de renovar tu viaje espiritual. Comparte tus recursos, tu tiempo, tu conocimiento. Comparte.
Busca un maestro espiritual o un grupo de estudio
Puedes profundizar tu conocimiento sobre los textos o concepto espirituales al conectarte con otros. Por mucho que podamos creer que entendemos, aprender es un proceso que dura toda la vida. Conversar y debatir puede encender tu entusiasmo espiritual. Intenta ver las cosas desde otro punto de vista. Aunque estés de acuerdo o no, observar tu práctica espiritual a través de los ojos de alguien más puede renovar viejas ideas. Rétate a leer nuevos textos. A través de la educación espiritual podemos transformar, crecer y librarnos del aburrimiento espiritual.