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Permítete ser alegre

Karen Berg
Agosto 29, 2020
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Este artículo en la porción de la semana ha sido previamente publicado en el 2017

“A veces tu alegría es la fuente de tu sonrisa, pero a veces tu sonrisa puede ser la fuente de tu alegría”. - Thich Nhat Hanh

¿Alguna vez mientras caminabas por la calle, quizá un poco desmotivado, de repente te has cruzado con alguien que tiene una gran sonrisa? En un instante, te sientes mejor. Las vibras positivas rebotan hacia ti y tú también terminas con una sonrisa de oreja a oreja. Ese es el poder de la alegría. Y gracias a la energía que se propaga por el cosmos esta semana, todos podemos tener una buena dosis de ella.

¿Qué es la alegría en realidad? Generalmente, hablamos más de felicidad en el día a día. Decimos: “Estoy feliz por eso”, que significa algo como: Estoy satisfecho. Sin embargo, alegría (simjá en hebreo) es una fuerza completamente diferente. La alegría es más incondicional.

Piensa en dos personas que se levantan en la mañana con circunstancias idénticas. Una salta de la cama con increíble motivación y energía, dice: “¡Vaya! Puedo respirar. Puedo caminar, ¡puedo hablar!”. La otra pone la almohada en su cara y refunfuña: “Bah, ¿qué sentido tiene? Mi papá no me habla. Tengo un trabajo horrible. No tengo dinero suficiente…”. ¡La misma situación! Pero, aun así, enfoques y experiencias muy diferentes.

La Torá nos dice que simjá es el precepto más elevado. ¿Por qué? Porque significa que reconocemos a la mano del Creador en nuestra vida. Vivir con alegría es ver la Luz, incluso en nuestra oscuridad. Es saber, más allá de cualquier sombra de duda, que hasta en las profundidades de nuestra desolación o en el ápice de nuestro momento más difícil, el universo está, de algún modo, reorganizando las cosas para que seamos guiados a una mejor forma de vida. En resumen, la alegría es lo que ocurre cuando tenemos certeza de que la Luz está en todas partes, en toda circunstancia y en todo ser humano.

Simjá es particularmente importante mientras nos acercamos a Rosh Hashaná. Estamos metidos de lleno en nuestras semanas de preparación interna y Teshuvá. Es la revisión de fin de año, cuando vemos lo que podemos mejorar para el siguiente. Y sí, tenemos que identificar en qué aspectos nos limita nuestra negatividad, pero no podemos hundirnos tanto en el barro como para olvidar que el sol siempre brilla calurosamente en nuestros hombros. Ya que, a fin de cuentas, es un gran regalo haber recibido un espacio en esta limpieza y renovación, no sólo para nuestro beneficio, sino para nuestra familia, comunidad y el mundo.

Permítete ser alegre. Haz de eso una prioridad. Cuando estamos llenos de alegría, estamos naturalmente inclinados a ver el bien en todas las cosas y a hacer el bien en el mundo.


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