Este artículo fue publicado originalmente en 2015.
Moshé deseaba entrar a la Tierra de Israel; sin embargo, como aprendemos a partir de esta porción de Vaetjanán, eso no ocurrió. Pero parece no tener sentido que, si el Creador amaba a Moshé como lo hacía, y Moshé estaba tan conectado, el deseo de Moshé de entrar a Israel no fuese satisfecho.
Los kabbalistas dicen que un deseo manifestado pierde su fuerza. Cuando tienes deseo de beber, por ejemplo, y no puedes beber, la fuerza de ese deseo crece y crece. Mientras que cuando tienes un deseo de beber y bebes, ese deseo disminuye. Así ocurre también a nivel espiritual; todo deseo manifestado tiene menos fuerza y, por lo tanto, menos capacidad que un deseo no manifestado. Así pues, antes de que Moshé dejara este mundo, quería darnos el regalo más importante: quería darnos la Luz que no hemos recibido o, mejor dicho, el deseo de tener la Luz que aún no hemos recibido.
Hay una sección del Zóhar, en la porción de Vayejí párrafo 120, en la que Rav Yosi dice que nada estaba oculto de los compañeros, o estudiantes, desde el momento en el que Rav Shimón bar Yojái salió de la cueva, es decir, después de que comenzó a enseñar. Ellos pudieron ver los secretos celestiales tan llenos de Luz como cuando fueron revelados en el Monte Sinaí.
Luego dice que después de que Rav Shimón bar Yojái dejó este mundo, las puertas del Cielo y las puertas inferiores se cerraron; todo lo que los estudiantes aprendieron de Rav Shimón bar Yojái había sido olvidado por completo. Esto es interesante porque no se ve mucho a lo largo de la historia. Por ejemplo, cuando Moshé dejó este mundo físico, Yehoshúa continuó enseñando.
En cada generación, aun cuando el más grande líder moría, sus enseñanzas continuaban. Pero las grandes almas que eran los estudiantes de Rav Shimón bar Yojái perdieron todo cuando él dejó este mundo. Esto no tiene sentido porque pareciera que incluso si una persona se desconecta o pierde a su maestro, retiene lo que aprendió, al menos hasta cierto grado. Pero, en realidad, eso es porque no somos estudiantes verdaderos como sí lo eran los estudiantes de Rav Shimón bar Yojái. En todos nosotros, desafortunadamente, el ego se ha apoderado de nuestra conciencia y nos hace creer que somos dueños de cualquier fragmento de sabiduría que tengamos.
La porción de Vaetjanán comienza con Moshé rogándole al Creador. En el Midrash dice, y Rashi lo cita, que Moshé estaba pidiendo algo que no había ganado. Rav Brandwein dice que en el mundo físico, que es una referencia de la manera en que funcionan las cosas en el mundo espiritual, si alguien te debe algo, nunca querrá estar cerca de ti a menos que pueda pagarte.
Pero si no puede pagarte, y usualmente aunque sí pueda pagarte, no hay una buena sensación, ¿cierto? Alguien que realmente te debe algo simplemente no quiere estar cerca de ti. Así pues, de la misma manera, funciona nuestra relación con el Creador. Si creemos que el Creador nos debe algo, entonces Él no querrá estar con nosotros, el Creador no está con nosotros. Por eso Moshé siempre se aseguró de nunca sentir que el Creador tenía que darle algo.
Por lo tanto, la razón por la que los estudiantes olvidaron todo lo que habían aprendido cuando Rav Shimón dejó este mundo fue porque ellos tenían presente constantemente ese entendimiento. Entonces, cuando Rav Shimón bar Yojái se marchó, su sabiduría se fue con él, debido a que los estudiantes nunca vieron esa sabiduría como propia. Esto fue importante porque ese dolor y deseo que sintieron les permitieron mantener una conexión con la Luz del Creador y con Rav Shimón bar Yojái.
Ahora tiene sentido el hecho de que el Creador no le haya otorgado a Moshé su último deseo: si no tienes carencia ni dolor, no tienes conexión. Por consiguiente, el regalo que Moshé recibió en este Shabat fue el regalo del dolor y del deseo. De hecho, los kabbalistas enseñan que todas las oraciones que hemos hecho y cualquier ayuda que hemos recibido provienen del canal que Moshé crea en este Shabat; Moshé nos da deseo insatisfecho en este Shabat. Y, como ya sabemos, ese es el deseo más grande.
Antes de dejar este mundo, Moshé recibió el más grande regalo: la garantía de que nunca se desconectaría de la Luz del Creador. No porque su deseo hubiese sido satisfecho ni porque el Creador le haya dado todos los regalos y toda la sabiduría. El más grande regalo que Moshé recibió del Creador fue tener dolor y deseo insatisfechos, de esa manera él podría tener la garantía de que siempre tendría una conexión constante con la Luz del Creador. Ese es el regalo que Moshé nos da en este Shabat.
Podemos ser personas espirituales, podemos crecer y aprender, pero debemos hacernos esta importante pregunta: ¿cuánto dolor siento hoy por mi falta de sabiduría, entendimiento, crecimiento y conexión? Nuestra conexión sólo es tan poderosa y fuerte como el dolor que sentimos de la carencia de esa conexión. En este Shabat, si lo pedimos, Moshé vendrá a cada uno de nosotros y nos dará ese dolor y ese deseo.