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¿Has oído hablar de la limerencia?

Monica Berg
Mayo 20, 2024
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A esta altura de mi vida, después de aconsejar a cientos de parejas a lo largo de todo tipo de desafíos en sus relaciones y un matrimonio propio de 26 años, tengo una visión bastante amplia de las relaciones. Aun así, no soy una experta y, de vez en cuando, surge un nuevo tema en el ámbito de las relaciones que puedo explorar. Uno que recientemente me llamó la atención es una experiencia relacional conocida como limerencia.

La limerencia es un término con el que puede que no todos estén familiarizados, pero los sentimientos que describe son algo que muchos de nosotros hemos encontrado. Se caracteriza por un enamoramiento romántico intenso, a menudo inmediato, que va acompañado del torbellino emocional que asociamos con el nuevo amor. Este fenómeno fue acuñado por primera vez por la psicóloga Dorothy Tennov a finales de los setenta para describir un estado involuntario de profunda obsesión con otro individuo, que generalmente provoca comportamientos nocivos y dañinos. 

Es más que un simple flechazo: la limerencia se caracteriza por un profundo anhelo de reciprocidad, pensamientos obsesivos sobre la persona de afecto y una timidez o ansiedad extrema a su alrededor. Aquellos que experimentan limerencia también podrían sentirse eufóricos o devastados por pequeñas interacciones o señales percibidas de reciprocidad (o falta de ella) del objeto de su afecto. Para alguien en la agonía de la limerencia, estos sentimientos pueden parecer abrumadores e incontrolables, lo que con frecuencia conduce a una percepción distorsionada de la realidad en la que cada acción del objeto de afecto se analiza en exceso en busca de significado.

Esta es una experiencia bastante dolorosa para una sola persona, pero a menudo también afecta a las parejas. ¿Qué hacemos cuando nosotros, o nuestra pareja, nos encontramos en este tipo de dinámica destructiva?

Reconoce que lo que ves (y sientes) no es la realidad

Tus sentimientos son reales, pero eso no necesariamente significa que reflejen la realidad. Reconoce los sentimientos de limerencia tanto contigo mismo como con una persona de confianza, como un terapeuta. Comprender que estas emociones son parte de un fenómeno psicológico reconocido puede ayudar a manejarlas de manera más racional. Cuando experimentamos el enamoramiento, esa sensación de “no puedo comer, no puedo dormir” que es característico de la limerencia, nuestro cerebro se inunda con una combinación de dopamina y cortisol, la hormona del estrés. Juntos suprimen los niveles de serotonina, lo que provoca desesperación y cambios de humor. 

Por muy intensos que sean los sentimientos, acabarán pasando, y lo que quedará serán dos seres humanos muy normales y falibles, no personajes predestinados y fotogénicos en una historia de amor de película. La limerencia trae confusión mental y emocional, mientras que el amor real es positivo y solidario, basado en el respeto mutuo y la conexión íntima. 

Comprende las cuatro etapas de la limerencia

Saber que esta experiencia se caracteriza por cuatro etapas puede ayudarte a ti, a tu pareja o a ambos a navegar por las olas hasta que pasen. 

Enamoramiento: La atracción se apodera y, de repente, los pensamientos sobre el objeto del deseo comienzan a invadir la vida cotidiana en un grado extremo. A menudo, el objeto del deseo es visto de una manera idealizada y abrumadoramente positiva.

Ansiedad e incertidumbre: Un recordatorio de que este no es amor real, la segunda etapa se caracteriza por la incertidumbre, la inseguridad y la necesidad. 

Volatilidad emocional: Esta etapa trae cambios de humor, pensamientos intrusivos e incluso desesperación a medida que la realidad comienza a establecerse y el enamoramiento inevitablemente se disipa.

Resolución: Ya sea a través del rechazo o eligiendo poner un fin, la intensidad o la experiencia general de la limerencia se resolverá. Puede haber sentimientos de tristeza o alivio subsiguientes, pero cualquier sentimiento romántico disminuye.  

No importa cuán intensas parezcan las etapas, la limerencia es temporal. A diferencia del amor real, que crece constantemente con el tiempo, esta experiencia de obsesión romántica es tumultuosa y tiene fecha de caducidad. Aun cuando los sentimientos románticos son recíprocos, estudios han demostrado que estas parejas no perduran, dado que la limerencia en sí misma es considerada como un trastorno psicológico. 

Examinar tu relación: reinvertir o separarse

Los cambios y los giros son necesarios en cualquier relación a largo plazo. Siempre estamos creciendo, y cuando crecemos junto a alguien, también tenemos que comunicar cómo cambian nuestras necesidades. Sin embargo, cuando los niños, los trabajos y las rutinas se ven involucradas, es fácil que la relación en sí misma pase a un segundo plano. Antes de darnos cuenta, se crea un abismo entre las partes. Es por ello que hago hincapié en la importancia de la curiosidad y de nutrir tu relación con nuevas experiencias. Participar juntos en actividades divertidas o nuevas, programar citas nocturnas regulares y expresar aprecio mutuo puede ayudar a reparar y reforzar su vínculo emocional. 

Nunca animo a nadie a permanecer en relaciones nocivas o insatisfactorias. Si la relación no funciona y llega a una manera crónica, es mejor separarse para que tú y tu pareja sean libres de encontrar una nueva. Sin embargo, afrontar la limerencia en tu relación también te da la oportunidad de volver a comprometerte. Si tu decisión es mantenerte comprometido con tu pareja, trabaja activamente para fortalecer tu relación reconstruyendo la confianza, mejorando la comunicación y profundizando las conexiones emocionales. Es posible que tu relación se fortalezca todavía más como resultado.

Una relación exitosa es un proceso continuo que implica la transformación de cada persona individualmente, de la pareja y del mundo. Las relaciones son fuerzas que apoyan no solo tu propio camino espiritual, sino también una visión compartida de tener una meta espiritual más elevada y un propósito mayor, junto con traer más Luz y amor al mundo. El error que cometemos es que pensamos que encontrar el amor garantiza la felicidad eterna. La limerencia es un ejemplo de estar atrapado en esta ilusión, una que se basa en nuestra experiencia material y surge de un lugar más egocéntrico que espiritual. Creemos que la experiencia química de un enamoramiento es lo que deberíamos sentir todo el tiempo; y estoy aquí para decirte que no es así.

Si esta experiencia surge en tu relación, considérala como la oportunidad que puede ser para liberarte de un vínculo que no está funcionando o de realmente trabajar para construir algo nuevo con tu pareja, por muy desafiante que sea. De cualquier manera, el potencial de transformación está ahí, y de seguro encontrarás más amor verdadero al final del proceso. 


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