Probablemente hayas oído lo que dicen qué ocurre cuando hacemos suposiciones. Por decirlo amablemente, pueden disponernos a una gran desilusión. Las suposiciones pueden convertirse fácilmente en expectativas que nos llevan a tomar decisiones con base en información que asumimos como válida. La realidad es que la gente cambia, los planes cambian, incluso los horarios de las tiendas cambian. Cuando asumimos que las cosas seguirán siendo como siempre lo han sido, inevitablemente cometeremos errores.
Desde luego, tenemos que vivir con algunas suposiciones. Suponemos cómo será el tráfico en nuestro viaje matutino para saber cuándo salir al trabajo, sabiendo perfectamente que puede haber un atasco que nos hará llegar tarde. Pero cuando nuestras suposiciones nos provocan dolor, desilusión o juzgar a los demás, existe una oportunidad poderosa y necesaria para reevaluar nuestro proceso de pensamiento.
He aquí tres consejos para evitar hacer suposiciones dañinas:
1. ¡Sé curioso! Haz preguntas cuando no entiendas (e incluso cuando creas que entiendes).
Los niños hacen preguntas constantemente porque tienen curiosidad por todo y no tienen vergüenza ni pudor mientras están en su fase de aprendizaje. A medida que crecemos, tendemos a dejar de hacer tantas preguntas. El ego desempeña un papel importante en esto. O bien creemos que ya lo sabemos todo o tenemos miedo de parecer tontos si no lo hacemos.
Una forma sencilla de evitar la decepción que causan las suposiciones es ser curioso y hacer más preguntas. Mantente abierto a la posibilidad de que no sabes tanto como crees. No solo descubrirás que aprendes más de esta manera, sino que experimentarás más alegría y menos el dolor que viene de las suposiciones.
La próxima vez que tomes una decisión, pregúntate: “¿Estoy basando alguna de mis decisiones o planes en experiencias anteriores? Estoy 100 % seguro de que todo lo que creo saber sigue siendo relevante?”.
2. Mantente abierto al punto de vista de otra persona y a la posibilidad de que podrías estar equivocado.
Las suposiciones empiezan a causar problemas cuando creemos que nuestra forma de interpretar una situación es la única manera de hacerlo. Las suposiciones pueden hacernos juzgar a otras personas porque creemos que sabemos más que ellas. Podríamos considerar a los demás como mal informados o ignorantes cuando ven las cosas de forma diferente.
Cuando tenemos un desacuerdo con alguien, nunca tenemos tanta razón como creemos, y la otra persona nunca está tan equivocada como creemos. Nunca es blanco o negro. La otra persona podría tener una intención diferente, tener una visión diferente o tener un proceso de toma de decisiones diferente. Aunque esté equivocada en este caso, eso no invalida su experiencia u opinión, y aún puede haber algo que podamos aprender de su perspectiva.
En nuestras interacciones con desconocidos, e incluso en nuestras relaciones cercanas, nunca sabemos del todo qué está pasando en la vida de la otra persona para que actúe como lo hace. Nunca sabemos cuáles son sus preocupaciones, cuáles son sus traumas pasados o cuál es su experiencia hoy en día. Si quieres disfrutar al máximo de tus experiencias, mantente abierto al hecho de que hay una parte que no puedes ver. Mantente abierto al punto de vista de la otra persona y a la posibilidad de que no estés 100 % en lo correcto. Esa humildad ayuda a mitigar el ego que conllevan las suposiciones.
3. Resístete a la tentación de juzgar a los demás. En lugar de ello, aprovecha cada encuentro como una oportunidad para aprender algo sobre ti mismo.
Cuando vemos algo en otra persona con lo que nos sentimos incómodos, a menudo lo alejamos con la crítica. Pensamos: “Eso muy lejano a mí, ¿cómo alguien puede ser así?”. Podríamos suponer que la otra persona es inmoral, iracunda, está loca o simplemente no es inteligente.
La sabiduría de la Kabbalah enseña que cada persona con la que nos cruzamos, especialmente aquellas que causan una fuerte reacción en nosotros, como envidia, desagrado o molestia, existe para despertar algo en nosotros. En esos momentos, el Creador nos está mostrando un espejo porque hay algo que necesitamos cambiar al verlo. Si ves a alguien gritando, por ejemplo, puedes asumir que es una persona muy iracunda. Resiste la tentación de juzgarla y, en lugar de ello, reflexiona sobre cómo se manifiesta la ira dentro de ti; aunque no sea exactamente de la misma manera.
Cuando alguien te moleste, detente y pregúntate: “¿Por qué el Creador me muestra esto? ¿Qué es lo que está haciendo que puedo aprender sobre mí mismo?”. Esto no es fácil. Es mucho más fácil juzgar a los demás, pero estas son grandes oportunidades para el crecimiento personal.
No podemos evitar completamente las suposiciones en nuestra vida. Pueden ser sanas y necesarias. Pero cuando nos causan desilusión, dolor o nos hacen juzgar a los demás, pueden ser peligrosas. Trabaja activamente contra las suposiciones sintiendo curiosidad por el mundo, formulando más preguntas y estando abierto a otras opiniones y a la posibilidad de que podrías estar equivocado con las tuyas. La vida puede ser un proceso interminable de aprendizaje y crecimiento si le dedicamos nuestra energía. Cuantas menos suposiciones hagamos, más aprenderemos.