La inteligencia emocional (o IE) es la capacidad de comprender y manejar nuestras emociones y las de otras personas. Dedicar tiempo y esfuerzo a desarrollar nuestra inteligencia emocional es la base de cualquier relación duradera y satisfactoria, ya sea familiar, amistosa o romántica, y hay estudios que demuestran que es clave para tener éxito en los negocios y en otras áreas de la vida.
A su vez, la baja inteligencia emocional es la razón por la que las cosas a menudo se desmoronan en las relaciones, el trabajo y la vida. Las personas que tienen un bajo nivel de inteligencia emocional suelen ser discutidoras, tienen problemas para escuchar, culpan a los demás y son propensas a los arrebatos emocionales. Cultivar la inteligencia emocional es una experiencia transformadora que es clave para forjar una vida exitosa y plena.
He aquí tres consejos para fortalecer tu inteligencia emocional:
Muy a menudo, consideramos la inteligencia emocional como lo conscientes que somos de las emociones de otras personas y lo bien que podemos manejarlas, pero la realidad es que comienza con las nuestras. Si no somos emocionalmente inteligentes con nosotros mismos, es mucho más difícil entender a otras personas.
Ser emocionalmente inteligente es conocer y comprender tu mundo interior con gran detalle. Se trata de identificar los hitos de tu vida que conforman tu pasado, y ver cómo estos sucesos y experiencias te han moldeado como persona e influido en las decisiones que tomas. También se trata de reconocer tus emociones cuando surgen y qué las provoca. Cuando no somos conscientes de nuestros verdaderos sentimientos, estamos a su merced. Cuanto más conscientes seamos de nosotros mismos, más rápido podremos recuperarnos de los disgustos de la vida. Si a lo largo de tu día algo provoca una emoción, trata de averiguar por qué específicamente.
Dedica tiempo a determinar en qué punto te encuentras en tu camino de la inteligencia emocional. Hazte algunas preguntas clave: ¿Puedo controlar mi ira? ¿Asumo la responsabilidad de mis acciones? ¿Me muestro auténticamente en las relaciones? ¿Confío en los demás generalmente? ¿Me siento cómodo comunicándome con otras personas sobre temas delicados? ¿Soy capaz de tomar decisiones difíciles de forma meditada? La autorreflexión y la introspección son componentes clave para ser emocionalmente inteligente contigo mismo y un trampolín necesario para comenzar a comprender y navegar por las emociones de otras personas.
La empatía es una habilidad fundamental que debe desarrollarse todo el tiempo, sin importar la edad que tengamos. Implica reconocer el dolor o la incomodidad de otras personas, asimilarlo y tomarse un tiempo para meditar y reflexionar sobre él. Reconocer las emociones en los demás a través de señales sociales, expresiones faciales y comunicación no verbal es parte de ser empático.
Cuando vemos a alguien con una necesidad, nuestro instinto suele ser ayudarlo. Si bien eso es importante, no es suficiente para desarrollar empatía e inteligencia emocional. No te limites a tratar de resolver problemas para otras personas; busca reconocer y sentir sus emociones. Presta atención a lo que aprendes y recuérdalo en el futuro. Ponte en el lugar de alguien, siente lo que esa persona siente y luego ofrécele algo que necesite.
Todos vemos el mundo a través de nuestros lentes particulares, determinados por innumerables factores como la crianza, el entorno, la educación y las experiencias de vida. Cuando criticamos a los demás, es porque los vemos a través de nuestro lente, juzgándolos en función de nuestra experiencia de vida que es muy diferente a la de ellos. Nos enojamos cuando los demás no hablan o no se comportan de la manera en que lo haríamos nosotros en su situación. La verdad es que nunca podemos ponernos por completo en el lugar de otra persona. Es muy probable que si hubiésemos tenido la vida que ese individuo tuvo, habríamos tomado las mismas decisiones.
Uno de los mayores problemas en las relaciones es que esperamos que la otra persona piense, se comporte y hable como nosotros, y cuando no lo hace, nos enojamos. Cualquier relación sana debe comenzar con la comprensión de que la otra persona tiene sus propias experiencias de vida y puntos de vista que la hacen ser quien es. Ofrece la compasión que viene de entender que tiene una perspectiva diferente. Examina las expectativas que tienes de los demás, que a menudo son injustas. Cuando nos deshacemos de las expectativas, permitimos que las personas den libremente y se muestren de la manera que deseen. Eso crea una apertura para la conexión, que en definitiva es hacia donde queremos ir.
La inteligencia emocional es una de las áreas más importantes que podemos desarrollar para que todas nuestras relaciones crezcan y prosperen. Tómate el tiempo para entrar en contacto con tus propias emociones y entender qué las provocan, y desde ese lugar, esfuérzate por tener una empatía cada vez mayor por los demás sin prejuicios ni críticas. Esto no solo mejorará tus conexiones con otras personas, sino que también fortalecerá tu conexión contigo mismo y con el Creador.