Si has participado en algún servicio religioso, lo más probable es que te hayan dado lineamientos sobre cómo orar. Quizá te hayan dicho que ores con los ojos cerrados o la cabeza inclinada, por ejemplo, o que cierto día y momento debe dedicarse a la oración. Si bien todos estos parámetros pueden ayudarnos a conectarnos con una fuerza espiritual superior, a veces pueden limitar la manera en que consideramos la oración o nos hagan creer que hay una forma “correcta” de orar. En realidad, existen muchas maneras diferentes de orar y no tiene que terminar cuando salimos de nuestro lugar de oración.
La idea de orar con los ojos abiertos significa estar presentes y conectados a lo largo del día y no limitar nuestro trabajo espiritual a un lugar o momento específico. Debemos asimilar todo lo que experimentamos, extraer la Luz que contiene y usarla para fomentar nuestro crecimiento. Pero hay que hacer un esfuerzo para mantenernos presentes y conscientes en nuestra ocupada vida.
He aquí tres consejos para cultivar un sentido de conciencia plena:
1. Reserva tiempo para desconectarte y apartar las distracciones.
Nuestro mundo se mueve demasiado rápido y hay tantas distracciones que se ha vuelto cada vez más difícil que nos concentremos en las personas y la belleza que nos rodean. El descanso y el silencio se han convertido en recursos escasos en nuestra ajetreada vida. El teléfono y las pantallas son distracciones y ruido que nos roban la capacidad de mirar alrededor y observar el poder, la belleza y la inspiración que nos rodean.
Trabaja activamente en eliminar las distracciones y prestar atención a lo que te rodea. Pregúntate: “¿Cuántos momentos de atención focalizada he tenido hoy?”. Dedica al menos cinco minutos cada día a reconocer tus bendiciones. Tener la conciencia de hacer una pausa y prestar atención te ayuda a extraer lo más que puedas de cada momento.
2. Aprecia y disfruta del mundo físico que te rodea como una forma de conectarte con el Creador.
Cuando la gente piensa en una vida verdaderamente espiritual, a menudo se imagina a un monje yendo a la cima de una montaña para estar solo y conectarse con un poder superior a través de la oración. Si bien la conexión personal y la meditación en silencio son partes importantes de una práctica espiritual, no estamos hechos para pasar nuestra vida en la cima de una montaña. Estamos hechos para estar en el mundo físico, disfrutando de todo lo que la vida tiene que ofrecer. Para eso tenemos este mundo físico: para participar activamente en él.
La hermosa paradoja es que, para ser una persona espiritual, debes estar profundamente inmerso en la belleza del mundo físico. Una vida espiritual equilibrada no es una vida completamente separada del mundo físico, sino una vida profundamente consciente y atenta al mundo y a las personas que nos rodean. Esta conexión con lo físico, de hecho, profundiza nuestra conexión con el Creador.
Mira a tu alrededor y aprecia el mundo natural, todo y todos los que te rodean. Hay una gran espiritualidad que se puede encontrar en lo físico.
3. Ten presente que hay una plenitud ilimitada que puedes extraer de cada momento.
Todo está conectado con la Luz infinita del Creador, lo que significa que cada momento y experiencia contiene un potencial ilimitado. Nos conformamos con menos al permitirnos experimentar una cantidad muy limitada de placer de todo. Aunque creamos que podemos obtener más de la vida, a menudo no pensamos en que el potencial es ilimitado. Hay placer, inspiración y bendiciones infinitas en todo lo que nos rodea.
Saber que solo extraemos un pequeño porcentaje de lo que podemos experimentar puede ayudarnos a prestar más atención a todo y a todos en nuestra vida. Una persona puede vivir cien años pero alcanzar muy poca alegría y plenitud porque no aprovechó cada día. Hay mucho más para extraer de cada momento. Somos ilimitados, y también lo es la plenitud que podemos experimentar en cualquier segundo. ¡No permitas que la vida pase de largo!
La oración no tiene por qué terminar cuando salimos de nuestro lugar de conexión. Ser consciente de la belleza que existe en cada momento y en cada persona, y encontrar formas de extraerla, es una poderosa forma de conexión con el Creador. Esfuérzate conscientemente por eliminar las distracciones, apreciar el mundo que te rodea y concentrarte en experimentar todo lo que cada momento tiene que ofrecer. A través de esto, encontrarás una conexión más profunda y una mayor plenitud.