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¿Cómo puedo ser un padre o madre más espiritual? Cinco consejos para una crianza transformadora

Adaptado del pódcast de Sed Espiritual de Monica y Michael Berg. Escúchalo y subscríbete aquí.
Octubre 31, 2022
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Ser padres es un trabajo muy satisfactorio (y a veces ingrato), pero también puede ser uno de los medios más poderosos para el crecimiento espiritual. Hay muchas lecciones de vida que podemos aprender de ser padres si dirigimos nuestra conciencia hacia el crecimiento y la transformación. No solo ayudamos a formar a nuestros hijos, sino que también podemos formarnos a nosotros mismos en el proceso.

He aquí cinco consejos para una crianza transformadora:

1. Considera toda la experiencia de la crianza como un proceso para que tú puedas crecer.

A veces pensamos que, como adultos, deberíamos tener todas las respuestas. En realidad, nuestros hijos pueden enseñarnos mucho sobre el mundo y sobre nosotros mismos.

Una parte importante de nuestro trabajo espiritual es crecer y transformarnos en versiones más dadoras y altruistas de nosotros mismos, cada día. Hay pocas labores en la vida que nos obliguen a cambiar y compartir tanto como tener hijos. Nos desafían y nos incomodan de maneras que pueden ser frustrantes, exigentes o dolorosas a veces, pero también proporcionan poderosas oportunidades para que nos convirtamos en las mejores versiones de nosotros mismos.

En los momentos difíciles, ten presente que la experiencia te está convirtiendo en una mejor persona, aunque no seas capaz de verlo en ese momento. Emociónate porque te muestren partes de ti mismo que necesitan un cambio. Reconoce que tu alma está destinada a cambiar de manera consciente e inconsciente, y tu vida con su hijo tiene el propósito de transformarte.

2. Acepta las dinámicas cambiantes a medida que tu hijo crece.

Justo cuando crees que has aprendido a entender a tu hijo, algo en él cambia y la curva de aprendizaje comienza de nuevo. A menudo, debido a que los niños dependen mucho de nosotros en sus primeros años, cuando empiezan a necesitar independencia, la transición puede ser difícil para los padres. La mayoría de las veces, nuestros problemas como padres se deben a que intentamos controlar a nuestros hijos mientras ellos intentan ser individuos y descubren quiénes son.

Al igual que cualquier otra relación en nuestra vida, la crianza de los hijos implica que aceptemos el cambio. Ya sean “los terribles dos años”, la angustia de la pubertad o la transición a la edad adulta, nuestros hijos cambian con el tiempo y también debe hacerlo nuestra relación con ellos. Para crear una relación que siempre evolucione hacia lo positivo, el cambio debe formar parte del proceso. En lugar de resistirte al cambio, acéptalo, incluso en los momentos difíciles.

3. Esfuérzate por escuchar los deseos más profundos de tu hijo y verlo por lo que realmente es.

Con frecuencia oímos las quejas de nuestros hijos —sus zapatos son demasiado pequeños, tienen sed, quieren pasabocas—, pero en realidad no los escuchamos en lo más profundo. Esto puede hacer que les impongamos nuestras propias ideas sobre quiénes son o quiénes deberían ser.

Escuchar no significa solo cuando hablan, sino también prestar atención a quiénes son, no por lo que tú quieres que sean, sino por quiénes están destinados a ser.

Escuchar sus deseos no significa que les demos todo lo que quieren todo el tiempo. Pero si nos interesamos por todos los aspectos de nuestros hijos y dedicamos tiempo para verlos, se sienten seguros y escuchados. Como resultado, se abren a lo que tenemos para ofrecer de una manera más completa.

4. Sé consciente del hecho de que tu hijo tiene su propia trayectoria de vida que tú no puedes controlar.

Como padres, solemos pensar que sabemos lo que es mejor para nuestros hijos. Queremos que estén sanos, sean felices, tengan éxito y una vida de calidad, pero a veces esto se convierte en un deseo de controlarlos. A menudo, consciente o inconscientemente, pensamos que es nuestro trabajo moldearlos para que sean lo que creemos que es mejor. Podríamos tener miedo a que tomen una mala decisión o intentar salvarlos del fracaso.

La verdad es que nuestros hijos no son de nuestra propiedad. Son almas únicas con un propósito único y una vida única. Tenemos una participación en traerlos al mundo y ayudarlos a crecer, pero lo que lleguen a ser no tiene nada que ver con lo que nosotros queremos que sean. Podemos apoyarlos para que se conviertan en la mejor versión de sí mismos sin obligarlos a seguir un camino determinado.

Esto también significa que sus errores no son tus fracasos como padre. Separa tu ego del niño y sé consciente de que tiene su propio camino y es su propia persona.

5. En lugar de intentar ser un padre “perfecto”, concéntrate en ser “suficientemente bueno”.

Muchos padres se presionan demasiado para ser perfectos y pueden ser bastante duros consigo mismos cuando no logran cumplir con ese parámetro imposible. La verdad es que un padre “perfecto” que siempre tiene una respuesta, que evita que sus hijos se hagan daño y les proporciona todo lo que quieren no es realmente lo que los niños necesitan para crecer. Incluso si fuésemos capaces de satisfacer todas sus necesidades todo el tiempo sin ningún tipo de dolor o dificultad, en algún momento, necesitan entrar en el mundo real, donde hay desafíos que afrontar y obstáculos que superar. Protegerlos de las dificultades no los prepara para los obstáculos de la vida.

El verdadero padre “perfecto” es el que es “suficientemente bueno”. Se esfuerza al máximo, pero a veces se equivoca. Se esfuerza por aprender de sus errores y no insistir en ellos. Ninguno de nosotros puede ser perfecto, ni debe esforzarse por serlo. Sé feliz siendo suficientemente bueno.

La crianza de los hijos es una de las experiencias más desafiantes que podemos enfrentar en la vida. Pero, como cualquier desafío, hay una increíble oportunidad para la Luz, la sabiduría y el crecimiento espiritual. Concéntrate en las lecciones que te enseña la crianza de tus hijos, acepta el cambio, esfuérzate por ver a tus hijos tal y como son, apóyalos en su camino y no seas demasiado duro contigo mismo cuando cometas errores.


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