Las creencias son poderosas. Estas crean el marco en el que vivimos. Cuando están alineadas con nuestra integridad y objetivos, favorecen nuestro éxito. Las creencias positivas nos ayudan a manifestar lo que queremos y nos hacen sentir mejor con nosotros mismos. Las falsas creencias, por otro lado, causan estragos y, muy a menudo, se convierten en profecías autocumplidas.
Todos vivimos con creencias limitantes que nos frenan y nos impiden tener la vida que queremos. Solo podemos alcanzar la grandeza en la medida en que creemos en nosotros mismos. Cuanta mayor sea la certeza y la fuerza con las que creemos en nuestro potencial y habilidades, más alto podremos llegar.
He aquí cuatro consejos para identificar y reemplazar las falsas creencias:
1. Ofrécete a ti mismo la compasión que le ofrecerías a un ser querido.
Con mucha frecuencia, nosotros somos nuestros peores críticos. Nos juzgamos severamente por cada error y esperamos la perfección de todo lo que hacemos. En el proceso, comenzamos a formar creencias negativas sobre nosotros mismos: que no somos lo suficientemente inteligentes, talentosos, hermosos o agradables, por ejemplo. Nos tratamos peor de lo que trataríamos incluso a un desconocido que nos cruzamos en la calle.
Una forma de identificar tus creencias limitantes es tomar nota de lo que dice tu voz interna. ¿Qué piensas cuando te miras en el espejo? Las cosas negativas que nos decimos a nosotros mismos son el efecto de creencias limitantes. Pregúntate: ¿Esta voz es buena o mala? ¿Alguna vez le hablarías a un amigo o ser querido de la manera en que te hablas a ti mismo? Ofrécete a ti mismo la compasión que le ofrecerías a alguien que te importa.
2. Pregúntate si tus pensamientos negativos se basan en hechos o sentimientos.
La forma más rápida de detectar creencias poco idóneas es ser consciente de tus pensamientos cuando reacciones fuertemente a algo. ¿Te encuentras pensando cosas como: “Nada me sale bien” o “Nunca consigo lo que quiero”? Cuando surjan este tipo de pensamientos, haz una pausa y pregúntate si de verdad están basados en los hechos.
Imagina que un científico entra en tu cerebro y evalúa tus pensamientos con base en la historia y las pruebas. Llegaría a la conclusión de que es imposible que nada te haya funcionado o que nunca consigas lo que quieres, y podría aportar una lista completa de veces que contradigan esos pensamientos.
Al igual que un científico, trata de descubrir y analizar tus creencias negativas, mirándolas objetivamente a la vez que eliminas la emoción de la situación. ¿Están basadas en la realidad o forman parte de una narrativa que crees sobre ti mismo?
3. Escribe tus creencias negativas y luego crea otras nuevas positivas.
¿Cuántas cosas totalmente inútiles, o de plano incorrectas, crees sobre ti mismo? Ahora es el momento de descreer conscientemente de tus creencias falsas o limitantes. Dedica un tiempo a hacer una lista. Algunas falsas creencias comunes incluyen pensar que la vulnerabilidad es igual a debilidad, que nunca obtienes lo que quieres, o que si quieres que algo se haga correctamente, tienes que hacerlo tú mismo.
Escríbelas, dilas en voz alta y luego escribe nuevas creencias favorables que las reformulen. Por ejemplo, si crees que nunca consigues nada de lo que quieres, trata de forjar una nueva creencia de que cuando te esfuerzas y te enfocas en una meta, la sueles alcanzar. Haz esto repetidamente día tras día hasta que comiences a eliminar algunas de las creencias negativas, reemplazándolas por otras nuevas, positivas y favorecedoras.
4. Date permiso de equivocarte. El objetivo es mejorar, no ser perfecto.
Muchas de nuestras falsas creencias sobre nosotros mismos están vinculadas al deseo de ser perfectos. A menudo queremos demostrar que somos buenos en todo y que sabemos lo que estamos haciendo todo el tiempo. La realidad es que, por supuesto, es imposible ser perfecto todo el tiempo. Cuando tenemos esta expectativa, comenzamos a dudar de nosotros mismos y generamos una ansiedad que solo mata nuestras metas.
En lugar de ser buenos, el objetivo debe ser mejorar. Cuando pensamos en lo que estamos haciendo en términos de aprender y mejorar, hay errores y percances, pero vemos que vamos en la dirección que nos va a ayudar a crecer. Date permiso de equivocarte. Empieza a decir: “No voy a ser bueno en esto de inmediato”. Estudios demuestran que cuando a las personas se les permite cometer errores, ¡en realidad es significativamente menos probable que los cometan!
Sin importar cuán bueno seas, siempre puedes mejorar. Date tiempo para aprender algo nuevo, pide ayuda cuando la necesites y trata de no compararte con los demás. Emociónate para mejorar en todos los sentidos.
Todos cargamos con falsas creencias que limitan lo que somos capaces de hacer. Comienza a tomar conciencia de tus falsas creencias, crea otras nuevas y positivas, y permítete emocionarte por cometer errores y ser desestructurado con la vida. Piensa en la vida en términos de progreso en lugar de perfección, y ofrécete bondad y compasión a ti mismo. Reemplazar tus falsas creencias por otras positivas redefinirá tu vida y expandirá tu potencial para alcanzar la grandeza y encontrar plenitud duradera.