Cuando pensamos en la inseguridad, solemos asociarla con las cosas que nos faltan o que desearíamos tener. Pero lo cierto es que, independientemente del éxito, la riqueza, el talento o la belleza de una persona, todos luchan contra sentimientos de inseguridad e inadecuación.
Hay empresas que ganan mucho dinero comercializando nuestras inseguridades, diciéndonos por qué deberíamos sentirnos mal para que sigamos comprando sus “soluciones”. Las redes sociales han echado leña a este fuego al difundir ampliamente imágenes falsas de cuerpos hermosos, vacaciones pintorescas y vidas aparentemente perfectas. Es muy fácil caer en las trampas de la inseguridad que nos inhiben. Profundizar en las razones y las formas de salir de estas trampas es una práctica importante con beneficios espirituales ilimitados.
He aquí tres consejos para redefinir la inseguridad:
La razón por la que con mucha frecuencia nos sentimos inseguros es porque nos dejamos guiar por muchas voces y opiniones externas sin ser conscientes de nuestra propia fuerza motriz interna. Es como jugar a ponerle la cola al burro: nos vendan los ojos, nos hacen girar e intentamos avanzar desorientados. El verdadero sentido de la orientación en la vida proviene de saber quiénes somos, en qué creemos y qué nos guía.
Indiferentemente de dónde te encuentres en la vida, dedica tiempo a preguntarte en qué crees. ¿Cuán bien te conoces? ¿Te gusta quién eres? ¿Estás viviendo de acuerdo con lo que en realidad crees que es verdad y tiene un propósito? Al hacer de tu alma el verdadero conductor de tu vida y de tus decisiones, no solo te sentirás más seguro, sino que también comenzarás a dar pasos para alcanzar el propósito supremo de tu alma.
Imagina que conduces de Nueva York a Los Ángeles sin un GPS, parando cada hora para preguntarle a alguien cómo llegar, pero cada persona a la que preguntas te da la información equivocada. Podrías estar conduciendo durante cien años y no llegar nunca a tu destino. Desafortunadamente, así es como muchos de nosotros andamos por la vida. Nos volvemos tan dependientes de las opiniones de los demás que vivimos nuestra vida yendo en círculos, sin lograr un verdadero progreso hacia el propósito de nuestra alma. Cuantas más voces haya en tu cabeza que sean diferentes a la voz de tu alma, menos posibilidades tendrás de lograr los objetivos por los que viniste.
Muchas personas pasan sus días infelices, preocupándose por lo que los demás piensan de ellos. La vida es demasiado corta como para desperdiciar energía preocupándote por lo que piensen los demás. Aunque una persona esté contenta contigo, siempre habrá alguien más a quien intentar complacer o ganarse su aprobación. Todo lo que debería importar es lo que tú piensas de ti mismo: ¿Estás haciendo lo correcto y eres feliz con lo que haces?
Cuando analizamos a fondo nuestras inseguridades, nos damos cuenta de que son graciosas. Sabemos que no podemos ganarnos la aprobación de todos, pero seguimos intentándolo. Sabemos que nadie es perfecto en todos los aspectos, pero nos exigimos a nosotros mismos que lo seamos. Sabemos que las imágenes que vemos en redes sociales son ilusiones, pero seguimos comparándonos con ellas. Cuando entendemos que la inseguridad es una distracción que nos impide seguir el trabajo de nuestra alma, parece una tontería preocuparse por la forma en que nos perciben o cuánto le agradamos a la gente.
La próxima vez que te sientas inseguro por algo, recuerda lo absurdo que es. Ríete de ti mismo por preocuparte de lo que piensen y digan los demás. Ríete de ti mismo por dejarte influenciar y hacerte sentir inseguro por otras personas, sean importantes o no. Si lo haces con la suficiente frecuencia y te concentras en tu propio camino de crecimiento y transformación, comenzarás a dejar de prestar atención a los pensamientos y palabras de otras personas que solo te impiden alcanzar tu máximo potencial.
Todos tenemos momentos de inseguridad, pero cuando surgen, podemos aprovecharlos como poderosos aprendizajes sobre nosotros mismos. Utiliza la inseguridad como una oportunidad para aprender sobre ti mismo. Pregúntate: ¿Por qué me siento inseguro? ¿Por qué me preocupa lo que piense o diga esta otra persona? ¿Qué pienso de mí mismo? ¿Cuál es mi verdad? ¿Qué es lo que me guía en mi vida? Este momento de inseguridad es una gran oportunidad y un despertar para tu poderoso crecimiento espiritual.