El autocontrol desempeña un papel importante en muchas de nuestras luchas comunes, desde la adicción a comer en exceso hasta el bajo rendimiento en los estudios o el trabajo. El autocontrol es nuestra capacidad de gestionar los impulsos, las emociones y los comportamientos para alcanzar objetivos a largo plazo. También es lo que nos permite resistir comportamientos e impulsos no deseados. Todos luchan con el autocontrol de alguna manera, pero hay pasos que podemos dar a fin de prepararnos para el éxito.
He aquí tres consejos para fortalecer tu voluntad:
1. Mejora tu conexión cuerpo-mente limitando la conversación a solas negativa.
El fortalecimiento de la fuerza de voluntad comienza con la mejora de la relación entre nuestra mente consciente y nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo a menudo quiere hacer cosas que nuestra mente sabe que no deberíamos hacer. Nuestra fuerza de voluntad flaquea cuando nuestra mente deja de tener control sobre nuestro cuerpo.
Cuando te tratas a ti mismo con amor y comprensión, el cuerpo y la mente entran en armonía. Piensa en una lucha que tengas ahora mismo. Quizá sea el bombardeo de pensamientos, la falta de motivación o los malos hábitos alimenticios. ¿Cómo te hablas a ti mismo cuando muestras estos comportamientos? Para la mayoría de nosotros, la conversación que tenemos con nosotros mismos es cruel y nos juzgamos con excesiva dureza. ¿Por qué te hablas a ti mismo de esta manera si no lo harías con los demás?
Evalúate —tu cuerpo, mente y espíritu— para comprobar que todo está funcionando en conjunto. Este es un proceso interno y personal. No se trata de cómo te ves, cómo te presentas o cómo apareces ante los demás. Lo importante es cómo nos vemos a nosotros mismos.
2. Haz una pausa y piensa antes de reaccionar.
La sabiduría de la Kabbalah enseña que el camino para alcanzar las bendiciones más increíbles en la vida es pasar por un proceso llamado “restricción”. La restricción tiene que ver con la gratificación postergada. Es la noción de que “prefiero esperar a tener algo mejor más adelante que tener una cantidad menor de disfrute ahora mismo”. Esto se presenta de muchas formas. Por ejemplo, podemos sentirnos bien en el momento de gritarle a alguien con quien estamos enfadados, pero, en algún nivel, sabemos que podríamos tener una conversación mucho más sensata y constructiva con ellos si nos tomáramos unos momentos para calmarnos antes de reaccionar.
La restricción consiste en hacer una pausa para reconocer que hay algo valioso que aprender, asimilarlo y luego decidir si es necesario actuar. No se trata de reprimir los sentimientos ni de evitar las cosas por completo. A veces es necesario actuar o decir algo, pero tú tienes el poder de elegir cuándo.
Nuestros días están llenos de oportunidades para practicar las reacciones retardadas. Cuanto más aprovechemos esas oportunidades, más fácil será. Piensa en este día. ¿Cuántas veces has reaccionado impulsivamente ante algo? Cuanto más puedas dominar la restricción, más encontrarás las bendiciones que están destinadas a llegar a ti.
3. Practica el diálogo interno contigo mismo.
Todos tenemos una voz interior que intenta tentarnos. “Come esa galleta de más, di ese comentario hiriente, no te levantes a trabajar hoy”. Esta voz es nuestro mayor enemigo pero también nuestra mayor oportunidad. A través de nuestra lucha interna con esta voz es que somos capaces de desarrollar nuestra fuerza de voluntad.
Cuando escuches esa voz en tu cabeza, debes saber que lo que te sugiere es veneno para tu alma. Ceder ante esa voz te impide convertirte en un maestro del autocontrol y la restricción. Esto afecta todas las áreas de tu vida a largo plazo. Discute con esa voz. Cuanto más logres vencerla, más callará la voz y más fuerte será tu autocontrol.
Desarrollar una fuerza de voluntad más poderosa es posible y factible. Requiere que encontremos la armonía dentro de nosotros mismos, que nos resistamos a nuestra naturaleza reactiva y que desarrollemos un diálogo interno más fuerte. No es una tarea fácil, pero es uno de los rasgos más importantes que podemos desarrollar para tener éxito en todos los ámbitos de la vida.