Es naturaleza humana querer controlar las cosas. Dedicamos mucho tiempo a intentar supervisar cada aspecto de nuestra vida: nuestro entorno, nuestras relaciones, nuestras carreras e incluso lo que las personas piensan de nosotros. La verdad es que no podemos controlarlo todo y, cuanto más lo intentamos, más ansiedad y estrés genera. La gran paradoja en esto es que, cuanto más entregamos el control, más fácil se vuelven las cosas y más nos abrimos a un futuro satisfactorio.
He aquí tres consejos para desprenderte del control:
1. Concéntrate menos en el resultado y más en el proceso.
La vida se desarrolla de maneras inesperadas. Lógicamente, sabemos que no podemos controlar todo siempre, pero esto no impide que sigamos tratando de hacerlo. Entregar el control no significa entregar tu autonomía, sino más bien deshacerte del apego a un resultado en particular. Significa ajustarse positivamente a sucesos inesperados, ser flexibles, mantener un sentido del humor y conservar nuestra certeza en que la vida transcurre a nuestro favor y no en nuestra contra.
Nuestro apego a cómo “deberían” ser las cosas nos impide tener la vida que en realidad estamos destinados a tener. La única manera en que podemos aprender cosas nuevas y crecer es desprendiéndonos de esos apegos. Dedica tu energía y esfuerzos a las cosas que te importan, pero comprende que todo consiste en el aprendizaje a lo largo del camino. Concéntrate en invertir tu energía en lo que está bajo tu control y en reaccionar de maneras que favorezcan tu crecimiento cuando las cosas no marchan según tus planes. El resultado y la manera en que se perciben las cosas son irrelevantes si estás invirtiendo tu energía en el lugar correcto.
2. Considera tu vida como una alianza con el Creador.
Solemos creer que tenemos toda la responsabilidad de que las cosas ocurran en la vida. Tenemos el miedo de que nada avance si no estamos controlando cada aspecto de nuestra vida. En realidad, la Luz del Creador está fluyendo todo el tiempo y nosotros tan solo tenemos que conectarnos a ella. Nuestro propósito no es forzar las cosas para que ocurran, sino más bien subirnos a la ola de energía.
Trabaja en hacer esto un modo de vida. Cada vez que estés por hacer algo importante, di: “No quiero ser la única fuerza que cree esto. Quiero conectarme con la Luz del Creador. ¿Qué quiere el Creador que yo comparta?”. Ten presente que esta energía existe para apoyarte en tu viaje y que tienes el poder de acceder a ella.
3. Ábrete a la posibilidad de que hay bendiciones ilimitadas esperando por ti.
Demasiadas personas creen que no les esperan grandes cosas en esta vida o que las circunstancias no pueden mejorar. Esta es una de las maneras más grandes en que nos estancamos en la vida. En realidad, hay bendiciones ilimitadas esperándote en la puerta de casa. El día de mañana puede ser mucho mejor en demasiados niveles.
Si no crees que hay bendiciones a tu disposición, ese es el primer lugar donde comenzar. Nada cambiará a menos que tus pensamientos cambien. Empieza abriéndote a la posibilidad de que hay alegría y bondad ilimitadas esperándote. Solo con esa conciencia podrás descubrir el gran futuro que estás destinado a tener.
Entregarse es una palabra que da miedo, pero eso no significa que debamos desistir de las cosas que nos importan. Significa acoger los procesos de la vida y desprendernos de los apegos que nos ralentizan. Consiste en comprender que el futuro es incierto y en ponernos en manos del Creador. Cuando experimentas la entrega, encuentras una paz que nunca habías conocido antes y que te hace indetenible en la búsqueda de tus sueños.