Sucede sin que lo pensemos. Alguien se nos atraviesa en el tráfico, o un mesero estropea nuestro pedido, y un inconveniente aparentemente menor nos hace estallar. Este suceso aparentemente menor puede incluso afectar nuestro estado de ánimo durante el resto del día. Comprender por qué estas situaciones nos alteran y cómo podemos trabajar para que nos afecten menos nos permite concentrarnos más en las cosas que de verdad importan, a la vez que mejoramos nuestra experiencia general de la vida.
He aquí tres consejos para dejar pasar los pequeños inconvenientes y concentrarte en lo que realmente importa:
Ya sea que nos demos cuenta o no, con el tiempo, creamos progresivamente una lista de cosas que permitimos que nos molesten. Hacemos la fila en el supermercado y alguien se cuela delante de nosotros; o se cancela un viaje que esperábamos con ansias. Permitimos que esas cosas nos enojen y luego se convierten en parte de nuestra lista interna. Vamos por la vida haciendo la lista cada vez más larga. Cuanto más larga es la lista, más tiempo pasamos enojados por cosas que son relativamente triviales.
Tenemos miles de situaciones tontas que nos molestan. Piensa cuán tan larga es la lista de cosas que te desesperaron, enojaron, lastimaron o molestaron de la semana pasada. Pregúntate si de verdad importan o si en realidad son un poco tontas en retrospectiva. Ahora imagina una realidad en la que la lista es muy corta, que solo incluya las cosas verdaderamente importantes como la salud, la familia y el crecimiento espiritual.
Haz que tu objetivo sea acortar tu lista tanto como sea posible, y descubrirás que cada vez menos cosas te alterarán. Esas situaciones molestas seguirán surgiendo, pero podrás manejarlas de una manera que no descarrile tu día.
Con frecuencia pensamos que si tan solo pudiéramos deshacernos de la persona o situación que nos está molestando, todo estaría bien. En realidad, no siempre podemos controlar o evitar los inconvenientes de la vida, pero podemos cambiar la forma en que los vemos. La clave es hacer una pausa después de sentir el enojo y preguntarnos: “¿Cuál es la oportunidad aquí y qué quiero obtener de esto? ¿Por qué me siento de esta manera y cuáles son mis opciones?”. Cuando te haces estas preguntas, te permite elegir una reacción diferente que cambie tu experiencia.
Cada interacción que tenemos se presenta para mostrarnos o enseñarnos algo. Ten la certeza de que lo que te está sucediendo es en realidad para tu beneficio. El hecho de que esté ante ti significa que es una oportunidad para ser curioso y obtener algo de ello. Una vez que aprendas la lección, no solo te sentirás diferente con relación a la situación, sino que esos problemas suelen desaparecer porque existen para enseñarte algo.
La única manera de reducir fundamentalmente la lista de cosas que nos molestan es a través de nuestro trabajo espiritual, en particular, nuestra relación con el Creador y con nosotros mismos. Cuando hemos creado historias negativas sobre nosotros mismos, es fácil permitir que pequeños inconvenientes influyan en esa narrativa. Si alguien nos rechaza o nos ignora, es un golpe mucho más duro cuando ya nos sentimos indeseables o indignos.
El beneficio del trabajo espiritual profundo y constante es que habrá muchas menos cosas que te molesten. Cuando tenemos una relación sana con nosotros mismos y con el Creador, conocemos el poder de nuestra alma y, por lo tanto, es más fácil lograr que las cosas no nos afecten. Practica el amor propio y desarrolla tu conexión espiritual con el Creador a fin de que no haya una apertura para que entren esos disgustos.
Siempre habrá cosas que nos molesten o nos hagan reaccionar de forma negativa, pero podemos hacer el trabajo para cambiar la manera en que vemos y reaccionamos a esas situaciones, cambiando lentamente la cantidad de poder que tienen sobre nosotros. Depende de nosotros cambiar la forma en que las cosas nos afectan. Sé consciente de lo poco importantes que son muchas de las cosas que te molestan y comienza a verlas como oportunidades de crecimiento en lugar de como contratiempos. Por encima de todo, concentra tus esfuerzos en cultivar una relación más sana contigo mismo y con el Creador que no permita espacio para que cosas triviales te perturben.