La idea de la muerte es un concepto al que la mayoría de la gente teme, pero rara vez pensamos en una realidad mucho más aterradora: no tener la vida que estamos destinados a vivir. La sabiduría de la Kabbalah enseña que cada uno de nosotros tiene un propósito único en este mundo. Cuando vivimos alineados con nuestra alma, encontramos la alegría y la plenitud que provienen de manifestar nuestro potencial. Cuando no vivimos con esta alineación, la vida puede sentirse como sobras interminables, donde nada es fresco o nuevo, y parece que ya lo hemos hecho todo antes. Es como darse un festín con las sobras, sin obtener nunca la esencia completa del día que nos brinde una satisfacción duradera. Drena la alegría y la belleza de la vida que estamos destinados a experimentar.
Por otro lado, tenemos la oportunidad de transformar nuestra vida de ordinaria a extraordinaria al realinear nuestra conciencia y nuestras acciones cada día. He aquí tres consejos para empezar a vivir al máximo:
1. Esfuérzate por vivir alineado con los deseos altruistas de tu alma.
Tener una vida plena se reduce al deseo. Nuestros deseos conducen a nuestras palabras y acciones, que luego dan forma a nuestra vida. Como seres humanos, estamos destinados a desear muchas cosas, pero el deseo final de nuestra alma está basado en algo que es inmortal: el deseo de impartir a los demás más de lo que recibimos.
La mayoría de nosotros olvidamos preguntarnos qué es lo que nuestra alma quiere hacer. A menudo pensamos solo en lo que nuestro cuerpo quiere; en aquello que nos hará sentir bien o felices en este instante. No hay nada de malo en desear cosas que nos hagan sentir bien, siempre y cuando hagamos de los deseos de nuestra alma la verdadera fuerza impulsora de nuestra vida. La realidad es que sentirse bien no es suficiente. Si no escuchas a tu alma y vives en base a su orientación, es mucho más difícil disfrutar de cualquier cosa. La mayor parte de la infelicidad proviene de una desalineación entre la vida que estamos viviendo actualmente y los deseos y el conocimiento de nuestra alma.
Dedica tiempo a pensar en lo que tu alma quiere cada día y cómo puedes vivir más alineado con esos deseos. Si los deseos del alma y del cuerpo se contradicen, es importante escuchar al alma por encima del cuerpo.
2. Lleva un registro de qué porcentaje de tu día dedicas a servir a tu cuerpo en lugar de a tu alma.
Escribir un diario es una herramienta útil que puede ayudarnos a reconocer cuánto de nuestro día dedicamos a cosas de naturaleza física y cuánto dedicamos a búsquedas espirituales. Evalúa cada día de esta manera. ¿Pasaste el día en acciones que te hacen sentir bien o en otras que hacen que los demás se sientan bien? ¿Dedicaste más tiempo a acciones de egoísmo o acciones de compartir?
Lleva un registro y observa cómo los deseos de tu alma impactan la plenitud que experimentas ese día. ¡Esto puede ser revelador e incluso alarmante! Es probable que comiences a notar un patrón: cuanto más dador y generoso seas a lo largo del día, ¡más lo disfrutas! Y cuando comienzas a llevar los porcentajes, puedes notar que no estás dando ni compartiendo con los demás tanto como podrías pensar. Pregúntate cada día: “¿Cuánto más podría haber hecho o logrado por otras personas el día de hoy?”.
3. Entiende que las acciones egoístas te sobrecargan con el tiempo, mientras que las acciones generosas te impulsan hacia delante.
Somos una acumulación de nuestras acciones. Cada vez que actuamos de manera negativa o egoísta, acumulamos una pesadez que se queda con nosotros. Por eso a veces nos despertamos y no tenemos ganas de hacer nada, y no sabemos de dónde proviene. Es el peso del día anterior que se cierne sobre nosotros.
La razón por la que muchas personas experimentan una disminución del deseo a medida que envejecen es debido a la acumulación de acciones egoístas. Es fácil pensar: “Soy más espiritual que otra persona” o “al menos estoy haciendo algo bueno”, pero si tu día consiste predominantemente de acciones egoístas, ese día se convierte en un peso para tu espíritu. Por otro lado, cuando pasamos la mayor parte de nuestro día en pensamientos y acciones de compartir, ese día nos eleva y nos impulsa hacia el día siguiente.
La poderosa realidad es que puedes hacer algo hoy que afecte al mañana. Asegúrate de que tu día esté lleno de acciones de compartir. Entonces garantizarás que tu día se viva por completo y que te eleves hacia el mañana con la energía y el sustento que necesitas.
Puedes transformar tu vida al permitir continuamente que los deseos de tu alma te aconsejen cada día. Contacta con los deseos altruistas de tu alma y evalúa día a día si estás viviendo alineado con ellos. Intenta usar estas herramientas durante los próximos 40 días y probablemente te des cuenta de que deseas pasar tu tiempo de una forma muy diferente. Esa conciencia y el despertar del deseo te darán el combustible que necesitas para vivir al máximo y encontrar una plenitud duradera a través de tu conexión con tu alma.