Crear límites es una parte sana y necesaria de cualquier relación. Es una forma de establecer expectativas en torno a lo que necesitamos, lo que nos hace sentir tomados en cuenta y escuchados, y lo que nos ayuda a sentirnos seguros. Sin embargo, la conciencia detrás de las barreras que creamos determina si estos límites son sanos o tan solo limitan nuestro crecimiento.
He aquí tres consejos para fijar límites sanos:
Es importante tener límites sanos, pero a veces podemos ser rápidos para apartar a las personas o crear barreras demasiado severas. Comenzamos a construir muros a nuestro alrededor que nos alejan de cualquier cosa o persona que tenga una opinión o punto de vista diferente al nuestro. Se Esto consiste más en protegernos a nosotros mismos que de mejorar la relación, y solo limita nuestra capacidad de crecer.
Crecemos cuando nos esforzamos por eliminar el prejuicio, ser más tolerantes y tener más dignidad humana de la que acostumbramos. Una de las formas más claras de evaluar tu crecimiento espiritual es medir cuánta más compasión y amor puedes enviar a las personas que piensan distinto a ti hoy en comparación con el año pasado.
Antes de fijar un límite, tómate el tiempo para hacer primero el trabajo interno. Imagina la mejor versión de ti mismo y considera lo que esa persona sería capaz de tolerar. ¿Esa versión soportaría estar un poco fuera de su comodidad? ¿En qué no estaría dispuesto a participar? ¿Cómo podría usar los límites para hacer que una relación sea más sana en lugar de más distante? Estas preguntas te ayudarán a determinar si las barreras que estás creando te acercarán o te separarán.
Cuando la gente nos pide ayuda o un favor, puede ser instintivo decir que sí. Al fin y al cabo, queremos ser personas amables y generosas. Pero llega un punto en el que podemos sentirnos abrumados y resentidos por estas solicitudes, incluso cuando provienen de las personas que más amamos. Peor aún, la gente a veces puede aprovecharse de nuestra amabilidad. Es importante comunicarnos cuando nos sentimos sobrecargados. No podemos esperar que los demás sepan cuál es nuestra capacidad.
Este es un acto de equilibrio que requiere que nos conozcamos a nosotros mismos y nuestras capacidades. Cuando tienes demasiado por hacer, considera si puedes esforzarte para dar un 10 % más o si estás completamente al máximo. Esfuérzate por expandir tu capacidad de dar y compartir, pero conoce tu límite. No tienes que decir que sí a todo. Di no a las solicitudes para las que no tienes el tiempo o la energía.
Casi cada vez que alguien arremete contra nosotros, nos lastima o dice algo que nos hace sentir inseguros, es una manifestación de su propio dolor. Cada uno está librando sus propias batallas internas. Entiende que cuando alguien explota, casi nunca se trata de ti. Es probable que algo esté sucediendo en su vida que lo esté haciendo reaccionar de esta manera.
Cuando nos tomamos las cosas como algo personal, nuestra reacción suele ser defendernos, y eso crea más conflictos. Considera qué podría estar haciendo que esta persona se comporte de esa manera. Trata de darle amor y comprensión. Puedes aprender algo de la experiencia, pero no es necesario que aceptes sus observaciones.
Los límites son una parte vital de nuestras relaciones, pero el trabajo interno que hacemos antes de crearlos es clave. Los límites no se tratan de estar cómodo todo el tiempo, sino de conocer tus limitaciones y saber en qué estás dispuesto a participar. Esfuérzate por ser más tolerante, generoso y compasivo para evitar crear barreras que impidan tu crecimiento, pero comprende que hay límites a lo que eres física y emocionalmente capaz de hacer. Considera los límites como una forma de mejorar una relación para ambas personas en lugar de una forma de construir muros y crear distancia.