Nadie es perfecto. Cuando oímos esta frase, solemos tratarla como una admisión de culpabilidad o una razón para absolver a alguien. Pero la verdad es que no fuimos diseñados para ser perfectos y nuestras imperfecciones dan un propósito a nuestro trabajo espiritual.
Todos fallamos y cometemos errores o actuamos de maneras que sabemos que no deberíamos a veces. Tendemos a considerar nuestros defectos como cosas que andan “mal” en nosotros. Podemos intentar ocultarlos o negarlos y, a menudo, nos sentimos muy avergonzados cuando son expuestos. Sin embargo, al reconocer y transformar los aspectos de nosotros mismos que son negativos, podemos revelar una gran Luz en el mundo y permitir que fluyan bendiciones asombrosas en nuestra vida.
He aquí tres consejos para crear una mejor versión de ti mismo:
1. Conócete. Haz una lista de las tres o cinco cosas más importantes en las que necesitas trabajar.
Cada uno de nosotros viene a este mundo con una valija entera de características que necesitamos trabajar, ya sea la ira, el egoísmo, la pereza o cualquier otra cosa. En esencia, estamos en este mundo para mejorarnos a nosotros mismos, lo que significa que necesitamos claridad sobre aquello que no funciona.
Para reparar algo, primero hay que identificarlo como defectuoso. Uno de los primeros pasos más importantes hacia la transformación es preguntarse: “¿Qué necesito corregir? ¿Qué es lo que quiero mejorar de mí?”. Mira en tu interior y ve las partes que no te sirven. Haz una lista de las tres o cinco cosas más importantes que necesitas mejorar.
2. Crea una visión de quién quieres llegar a ser y ten presente que es posible lograrlo.
Puede ser decepcionante ver las partes de nosotros mismos en las que tenemos que trabajar. Podemos pensar que definen quiénes somos y que es imposible que cambiemos. Cuando hagas la lista de cosas que quieres cambiar de ti mismo, es importante que también hagas una lista de quién quieres llegar a ser en última instancia y que te visualices como esa persona. Ten presente que la transformación no solo es posible, sino que es una parte necesaria de nuestra existencia.
Sin una visión de en quién quieres convertirte y el conocimiento de que es posible lograrlo, es fácil quedarse estancado en un lugar de tristeza, culpa o vergüenza. Puedes cambiar mucho con solo visualizar quién quieres ser y cómo quieres relacionarte con los demás en el mundo.
3. Recuerda que no estás destinado a ser perfecto. Encuentra la lección en cada error y toma medidas para cambiar tu comportamiento en el futuro.
Cuando veas las partes en las que necesitas trabajar, no te desanimes. ¡Ahí es donde empieza el verdadero esfuerzo! Todos somos obras en construcción. Eso es la vida: un proceso. Es probable que descubras que esas áreas importantes son mucho más difíciles de transformar que cualquier otro aspecto de ti mismo, y eso se debe a que es parte del trabajo de tu vida. A algunas personas les resulta fácil compartir con el mundo y hacer grandes cosas por la humanidad, por ejemplo, pero luchan mucho con sus relaciones interpersonales. Todos tenemos diferentes áreas que nos resultan más fáciles o más difíciles.
Trabaja en transformar esas partes de ti en algo que sea poderoso de forma perfeccionada. Esto significa luchar contra tu ego, practicar la empatía y la compasión, aprender de tus errores y encontrar el perdón para los demás y para ti mismo.
Cada persona está en un viaje de transformación. Fuimos hechos perfectamente imperfectos. Los defectos y los errores no deben ocultarse ni evitarse: descubrirlos y trabajar para transformarlos es el camino hacia más bendiciones, dicha y plenitud. Sé valiente a la hora de analizar las áreas en las que necesitas trabajar, elabora un plan para saber en quién quieres convertirte y empieza a dar pasos transformadores hacia una versión de ti mismo todavía mejor.